Vie. Dic 5th, 2025

EDITORIAL: Cuando la palabra se vuelve casa (II)

La Universidad de Colima (UdeC) ha inscrito en su historia reciente un acto que trasciende el protocolo académico: la entrega del Doctorado Honoris Causa a Juan Villoro, uno de los intelectuales más influyentes de nuestro tiempo. El reconocimiento no solo celebra una obra literaria versátil y profunda, sino que también reafirma el compromiso de nuestra institución con la cultura, crítica y defensa del conocimiento.

Juan Villoro, al recibir la distinción, pronunció palabras que resuenan con la urgencia de nuestro presente: “Las universidades son espacios de supervivencia”. En una época marcada por la violencia, desigualdad e irrupción de la inteligencia artificial en la creación de contenidos, la afirmación no es retórica. Se trata de una advertencia y, a la vez, de una esperanza: el saber y la inteligencia humana aún tienen refugio en las aulas, libros, bibliotecas y comunidades universitarias.

Ese mensaje y homenaje, pronunciado en el marco del 85 aniversario de la UdeC, adquiere un doble valor. Nos recuerda que la universidad no solo es un lugar de enseñanza y transmisión de conocimiento, sino también un espacio de resistencia cultural y social. Allí se gestan las alternativas al desencanto, se cultivan los valores disidentes como el humor, belleza y creatividad, y se alimenta la reflexión crítica que nos permite comprender y transformar la realidad.

El Rector Christian Jorge Torres Ortiz Zermeño destacó que nuestra institución busca integrar saberes y fomentar el diálogo entre disciplinas en un Mundo donde el conocimiento corre el riesgo de fragmentarse. Esa misión cobra mayor sentido al recibir a un escritor cuya obra ha sabido tender puentes entre la crónica, el ensayo, la narrativa y el periodismo. Villoro, como pocos, nos enseña que la palabra es todavía un territorio de resistencia y de futuro.

Con este Honoris Causa, la Universidad de Colima honra al autor, pero también se honra a sí misma, pues reconoce en él el símbolo de una batalla compartida: la defensa del conocimiento como bien común. En tiempos donde la condición humana parece difuminarse entre algoritmos y desencanto, las universidades -como dijo Villoro- justifican la existencia de la especie humana al mantener viva la red de saberes que nos constituye.

Celebramos, entonces, no solo el mérito de un escritor excepcional, sino la vigencia de un ideal: que la universidad siga siendo refugio, conciencia crítica y motor de esperanza.

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