Por Verónica Dalto
El sistema de salud argentino “se está resquebrajando”, denuncian prestadores de servicios y médicos, porque reciben los pagos “más bajos” de la región, pese a que el país cuenta con un alto presupuesto, que no llega a usuarios ni a profesionales.
Pese a esta situación, la salud no está entre las prioridades de la campaña electoral; después de haber atravesado la pandemia del Covid-19, este tema no figura entre los 6 que los candidatos presidenciales tratarán en los debates del 1 y el 8 de octubre: educación; economía; derechos humanos y convivencia democrática; seguridad; trabajo y producción; y desarrollo humano, vivienda y protección del ambiente.
“Estamos llegando a una crisis terminal”, denuncia a EFE el miembro del área técnica de la Cámara de Instituciones de Diagnóstico Médico (Cadime), Rolando Morgensterin, “porque los médicos, bioquímicos, kinesiólogos se están yendo de las cartillas, se arreglan con el paciente”, o “se van a otros países”, y se demoran los turnos.
Morgensterin agrega que hay “una situación crítica” en la provisión de insumos, por las restricciones a las importaciones establecidas por el Ejecutivo para evitar la fuga de dólares, y mayor concentración en menos manos por los prestadores que cierran y son comprados.
Argentina tiene un sistema de salud fragmentado entre el sector público -financiado con rentas públicas-, obras sociales -mantenido con los aportes de los salarios a la seguridad social- y las mutuas privadas y particulares. A esto se agregan disparidades entre provincias por su autonomía.
Pese a que destina un 9 a 10% de su PIB al gasto en salud y las personas abonan altos aranceles por el sistema privado, los resultados no son acordes y hay falta de equidad para la población debido a un uso ineficiente.
Por ello, los pacientes se resignan a hacer pagos extra, incluso en dólares, por consultas médicas e insumos importados.
¡Basta!
Los aranceles que abonan las obras sociales, las mutuas privadas y demás financiadores a los prestadores se ubican entre los más bajos de Latinoamérica y es “una de las principales causas de la crisis del sector de la salud en Argentina”, advierte Cadime.
El arancel por una consulta médica es 4.16 dólares al tipo de cambio oficial, mientras que en Chile alcanza 15.58 dólares y 10 en Paraguay; un hemograma cuesta 0.52 dólares en Argentina por 5.21 dólares en Chile y 2.07 en Paraguay.
Más moderadas son las diferencias por una radiografía de tórax: 10.95 dólares en Argentina frente a 18.21 dólares en Chile y 13.77 en Paraguay; pero una tomografía cuesta 61.59 en Argentina por 100 dólares en Chile y 130 en Paraguay.
A ello se suman los retrasos en los pagos de entre 2 y 6 meses en un país en que la inflación alcanza un índice interanual de 124.4% y va en ascenso.
Esta crisis ha llevado “los honorarios médicos al nivel más bajo de la historia” y “es uno de los más bajos de la región”, denuncian las asociaciones, cámaras, consejos, federaciones y sociedades médicas autoconvocadas de todo el país.
El pasado viernes, los médicos dijeron “¡Basta!” en un comunicado en el que instauraron un “honorario médico ético mínimo” de 16 dólares, ajustable bimestralmente, cuya diferencia con lo que pagan los financiadores será abonado por el paciente en la consulta como un “bono complementario no reintegrable”.
Integración
El Gobierno de Alberto Fernández (peronista) había reaccionado actualizando las cuotas de la medicina privada a un índice similar a la inflación, que igualmente se alivianó para los menores ingresos por cuestiones electorales, y transfiere recursos a las obras sociales sindicales, ambos financiadores con alto poder de lobby.
Para Cadime, “resultó funcional para los financiadores, pero los prestadores continúan soportando una fuerte depreciación”.
La dirigencia política coincide en la necesidad de reestructurar el sistema de salud, después de las debilidades que expuso la pandemia, pero no se avanzó en ningún cambio y, pese a que varios candidatos presidenciales han expuesto sus ideas en actos de campaña, la cuestión sanitaria no estará en los 2 debates obligatorios previos a la cita del 22 de octubre.
Cadime propone a los principales candidatos (el libertario Javier Milei, el oficialista Sergio Massa y la centroderechista Patricia Bullrich) debatir “con urgencia” una reforma del sistema de salud, que incluya un “compromiso del Estado” para mantener el equilibrio de los recursos financieros de los servicios asistenciales de salud, resolver inequidades y evitar la concentración del mercado.
Además de recomponer aranceles, bajar impuestos y sumar créditos blandos, la cámara solicita integrar a los prestadores efectores público-privados para emplear todos los recursos disponibles y ampliar la red de cobertura clínica de la atención primaria de salud.
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