Hay momentos en la vida pública de una universidad que dicen más que cualquier cifra, informe o indicador. Momentos en los que la institución se reconoce en su gente, en su historia y en su propósito más profundo: formar, acompañar y transformar. La reciente presentación del Ballet Folklórico de la Universidad de Colima en el jardín principal de Coquimatlán fue uno de esos instantes que sintetizan no solo 85 años de vida universitaria, sino también una forma de entender nuestra responsabilidad social.
Durante casi 2 horas, cientos de familias coquimatlenses fueron partícipes de un espectáculo de excelencia artística, de una puesta en escena que reafirma por qué el Ballet Folklórico de la UdeC es, desde hace décadas, un referente cultural muy apreciado y reconocido. Fue también un regreso histórico a un municipio que alberga uno de sus campus más importantes.
El Rector Christian Jorge Torres Ortiz Zermeño expresó: la educación no puede caminar sola. Va de la mano con la cultura y el deporte para ofrecer a las juventudes colimenses posibilidades reales de desarrollo. Llevar el Ballet a Coquimatlán fue un gesto de coherencia institucional; un recordatorio de que nuestras expresiones artísticas no pertenecen únicamente a los teatros, sino también a los espacios públicos donde la gente vive, trabaja, sueña y se reúne.
La respuesta del municipio fue igual de elocuente: reconoció no solo la calidad del Ballet, sino el valor simbólico de su regreso después de 2 décadas.
Así, la cultura demostró, una vez más, que es una herramienta poderosa para reencontrarnos, para volver a mirarnos, para fortalecer aquello que nos une: identidad, tradición y sentido de comunidad.

