Por Javier Albisu
La vicepresidenta de la Comisión Europea, Teresa Ribera, advierte de que la UE atraviesa un momento “existencial” donde se juega su capacidad para sostener un modelo propio de crecimiento y bienestar frente a presiones internas y externas que cuestionan su agenda verde o su autonomía regulatoria, ataques que en algunos casos buscan derribar el proyecto europeo.
“Vivimos en el Mundo en un oligopolio digital de una serie de empresas que lo han hecho muy bien” y “acumularon un poder muy grande”, señala Ribera en una entrevista con EFE con motivo de su primer aniversario en el Ejecutivo comunitario.
La comisaria de Competencia y vicepresidenta responsable de la Transición Limpia, Justa y Competitiva asegura que ese poder concentrado explica por qué la UE ha decidido someter a los grandes actores tecnológicos a obligaciones específicas de transparencia, interoperabilidad y no discriminación mediante la Ley de Mercados Digitales (DMA), una norma pionera que es “un referente” en otras jurisdicciones como Japón o Reino Unido.
Su análisis llega en un momento especialmente sensible: Estados Unidos no ha dejado de presionar a Europa desde el regreso de Donald Trump, sea respecto a la guerra en Ucrania, el gasto militar, la paz en Gaza o la legislación comunitaria. Dentro de una situación anómala, tensa e inestable, Washington sugirió a Bruselas la semana pasada que “relaje” la regulación sobre los gigantes tecnológicos a cambio de una rebaja en los aranceles al acero.
Contra la “subordinación” política o económica de la UE
“Lo que no podemos hacer es condicionar nuestra capacidad de regulación soberana a los intereses de un tercero. No podemos asumir una posición subordinada en lo económico ni una posición subordinada en lo político. Al contrario, debemos ejercer con inteligencia la defensa de nuestros valores y nuestros intereses”, afirma.
La vicepresidenta admite, no obstante, que la UE llega tarde a su propio despertar estratégico y desliza que el objetivo es llegar a “desconectar” gradualmente a medida que el bloque comunitario desarrolle sus propias capacidades y aumente su autonomía, pero sin fracturar relaciones con la primera potencia del mundo que siguen siendo vitales.
“Nos damos cuenta ahora de que hemos confiado demasiado en un solo actor en materias esenciales como seguridad, comercio o despliegue digital. No podemos cortar esas dependencias de un día para otro, pero sí gestionarlas con inteligencia para desarrollar capacidades propias”, señala.
Esa autonomía que reivindica la socialista española pasa por hacer cumplir las nuevas reglas digitales, que se aprobaron en la pasada legislatura y ahora le toca hacer cumplir a Ribera desde el departamento de Competencia de la Comisión.
Allí es donde se trabajan 2 procedimientos de incumplimiento “muy importantes” contra Apple y Meta por vulnerar sus obligaciones como gatekeepers, la categoría que identifica a quienes concentran suficiente poder de mercado como para requerir un escrutinio específico.
“Es la primera vez que aplicamos este régimen y lo hacemos para garantizar apertura, competencia y la posibilidad de que nuevos operadores desafíen a los incumbentes”, explica Ribera en su despacho en la decimotercera planta del edificio del Berlaymont, sede de la Comisión Europea.
Según la comisaria, el tamaño de esas grandes empresas tecnológicas no es en sí mismo un problema, pero sí lo es cuando bloquea la innovación o impide que otros compitan. De hecho, apunta que cerca del 30% de las quejas que recibe Bruselas proceden de startups estadounidenses que buscan entrar en mercados dominados por los gigantes.
“Ellas mismas saben que necesitan instituciones que velen por el buen funcionamiento del mercado”, afirma.
Atenta al auge de alianzas e inversiones en la IA
En Bruselas también está siguiendo con mucha atención el baile de inversiones, participaciones cruzadas y alianzas que experimenta el vertiginoso sector de la inteligencia artificial, con el tándem de OpenAI y Microsoft como máximos exponentes.
La Comisión está analizando a los grandes propietarios de servicios de “nube” digital y “por ahora” no ha iniciado ninguna investigación por distorsiones a la competencia, pero hay que “estar muy pendientes” por si se supera un “umbral de poder relativo”, dice Ribera, quien evita ir más lejos en un área sensible y confidencial.
“Son mercados y ámbitos donde primero tenemos que hacer una valoración antes de activar procedimientos, y hasta tanto no se activen procedimientos que sean públicos, no se comentan”, zanja.
La gestión del poder tecnológico es una de las cuestiones que inquietan a Ribera, pero no la que más le sorprende.
“Lo que menos me esperaba era tener que librar una batalla tan intensa por algo tan básico como ser predecibles, confiables y respetar las normas, respetar el derecho. Creo que la Unión Europea atraviesa en estos momentos una etapa extraordinariamente delicada” porque “en el fondo, se ha convertido en un objetivo a batir para muchos, incluidos europeos”.
“Nos hemos acostumbrado y hemos dado por hecho una situación de democracia, alto nivel de vida, libertades y derechos, que es una gota en el océano de la historia. Por tanto, más nos vale mimarlo, cuidarlo y saber defenderlo”, concluye.
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