Del color al caos: la contaminación de los colorantes textiles y la búsqueda científica de soluciones
Por IQA Alejandra Noemi Pérez Jasso*
En algún momento todos hemos admirado los tonos vibrantes de una prenda nueva. Pero detrás de ese color intenso hay una historia no tan brillante: millones de litros de agua contaminada.
Cada año, la industria textil libera grandes cantidades de colorantes al ambiente, que no solo tiñen el agua, sino que también provocan daños a la vida acuática y a la salud humana. Aunado a que los ríos y lagos afectados tardan años en recuperarse, y en algunos casos, el daño es prácticamente irreversible.
Los colorantes sintéticos son moléculas complejas, en su mayoría no biodegradables. Su resistencia a la luz, al calor y al lavado -ventajas aprovechadas por en el sector textil- se convierten en un problema ambiental cuando llegan a los cuerpos hídricos.
Se estima que más del 20% de los colorantes utilizados en los procesos de teñido de fibras textiles terminan en los efluentes industriales, generando aguas residuales difíciles de tratar. Estos colorantes no solo tiñen el vital líquido y reducen el paso de la luz solar hacia el fondo del cuerpo de agua causando daños a los ecosistemas acuáticos. También, el contacto y consumo por parte de los seres humanos puede desencadenar en problemas de salud, puesto que se ha reportado que son compuestos tóxicos e incluso cancerígenos.
A pesar del esfuerzo de algunos sectores por implementar métodos de tratamiento de aguas residuales, las tecnologías convencionales aún resultan insuficientes. Muchos de estos sistemas no logran eliminar los colorantes, sino que apenas los diluyen o transforman en otros compuestos secundarios, los cuales pueden causar el mismo daño o incluso pueden ser más tóxicos. Ante esto, la pregunta es inevitable: ¿cómo limpiamos un agua que parece resistirse a ser descontaminada?
Una nueva esperanza desde la ciencia: los MOFs
Aquí entra en escena un grupo de materiales muy atractivos conocidos como Estructuras Metal Orgánicas –en inglés, Metal Organic Frameworks (MOFs)–. Sus desarrolladores fueron galardonados con el Premio Nobel de Química 2025, un reconocimiento que destaca el potencial de estos materiales para atrapar moléculas, filtrar contaminantes y regenerarse, siendo una de las mejores esperanzas científicas para limpiar lo que la moda y el fast fashion han ensuciado.
Imaginemos una estructura 3D con millones de poros pequeñísimos capaces de atrapar moléculas específicas. Eso son los MOFs. Están formados por iones metálicos unidos a ligandos orgánicos, creando redes tridimensionales con áreas superficiales inmensas -en algunos casos, comparables a la de un campo de fútbol en apenas un gramo de material-.
Además, una de sus mayores ventajas es la versatilidad en el diseño: es posible variar sus unidades de construcción -los iones metálicos y los ligandos orgánicos- como si se tratara de un juego de bloques moleculares, donde cada combinación da origen a una estructura distinta con propiedades específicas. Esta versatilidad permite crear MOFs adaptados a diferentes tareas: desde capturar gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono (CO2) y metano (CH4), hasta eliminar colorantes del agua.
Resultados que dan esperanza
En distintos laboratorios del mundo se desarrollan MOFs capaces no solo de adsorber colorantes, sino también de regenerarse y reutilizarse, reduciendo costos y residuos. Y a nivel local, la Universidad de Colima no se ha quedado atrás: varios grupos de investigación trabajan en potenciar las propiedades de estos materiales para remover contaminantes tanto del agua como del aire.
Por ejemplo, se ha demostrado que algunos MOFs de hierro (Fe) presentan una alta capacidad de adsorción/remoción de colorantes azules empleados en la industria textil. Esto resulta particularmente importante, ya que el azul es el color más utilizado en la fabricación de mezclilla a nivel mundial y, por ende, la contaminación por estos colorantes es mayor. Dichos resultados se encuentran publicados en la Revista Internacional de Ciencia y Tecnología Ambiental (https://doi.org/10.1007/s13762-024-06275-3).
Cada avance logrado en este campo representa una contribución directa al cuidado ambiental y una muestra del impacto positivo que puede tener la ciencia en nuestra vida cotidiana. Estos resultados, traducidos en acciones, acercan a la sociedad a una meta que parecía imposible: recuperar el agua contaminada por la industria textil de una manera eficiente, económica y amigable con el medio ambiente.
Finalmente, el enfoque no debe centrarse únicamente en reparar el daño, sino también en prevenirlo. La concientización social es clave; elegir marcas sostenibles, reducir el consumo, reciclar, reutilizar y apoyar la investigación científica son pasos que todos podemos dar para contribuir al cuidado ambiental y desarrollar una sociedad amiga del medio ambiente.
*Estudiante del Doctorado en Ciencias Químicas de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad de Colima
Las opiniones expresadas en este texto periodístico de opinión, son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles a El Comentario.

