Tizne
Por Jorge Vega
Toda la noche vi arder el fuego.
J.E.P.
Volvió el tizne, volvió la zafra a Quesería. Para muchos, el tizne es un fastidio; se quejan porque les mancha la ropa, les ensucia el piso, el techo de sus casas. Sin embargo, en Quesería y los pueblos cercanos significa vida, dinero, bienestar.
En otros años, la zafra iniciaba en algún resquicio de noviembre, pero ahora lo hizo hasta diciembre. Apenas hoy vi tizne cayendo en la ciudad y este fin de semana, en la carretera, camiones cargados de caña hasta las greñas.
Siempre me gustó ver el cielo cubrirse de tizne, el atronador rugido del fuego en las parcelas. Llamas altas moviéndose como elefantes enamorados, reventando el verde extendido de las hojas, el blanco de las espigas.
La zafra significa, para Quesería, un tianguis sin huecos, lleno de gente y con un jardín y una calle central en la que encuentras puestos de comida, ropa, de música, de tostadas, pizzas, de herramientas, de pasteles y calzado.
Quesería es un pueblo que duerme poco, en especial los meses de la zafra, cuando se encienden las calderas, cuando el vapor escapando a presión se escucha noche y día y el humo es visible desde Alcaraces y Tonila. Cuando la gente respira un poco con dos pesos de más en la mano.
Pero éstos son otros años. La gente dejó de mirar las quemazones, la danza del tizne que sube al cielo y cae en otras partes, lejos, como manto. Ahora sólo miramos, en éxtasis, el color y la textura de nuestro ombligo.
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