Por Mtra. Ruth Holtz
Una psicoterapia puede ser superficial. Encuentras el espacio en el que te escuchen, te desahogas sin consecuencias, nadie se molesta por lo que cuentas ni toma represalias. Puedes por fin decir todo lo que te pasa y sentirlo, llorar, enojarte, no necesitas ponerte en guardia por las repercusiones de lo que digas. A eso vienes, a desahogarte. Te puedes visualizar como una víctima de ciertas circunstancias, de ciertas relaciones o de un pasado que no puedes borrar. Obtienes cierto consuelo en la escucha incondicional del psicoterapeuta.
Muchas personas creen que esto es la psicoterapia, pero eso es solamente tu presentación. Si de verdad quieres, no sólo este desahogo consolador, entonces se abre ante cualquier consultante la opción de aprovechar esta crisis en su vida que le hizo recurrir a una psicoterapia para hacer cambios más profundos y significativos. Poder cambiar la forma en que se había estructurado su manera de ser. Puede revalorar sus creencias, examinar a detalle su herencia generacional y escoger qué se queda y qué desecha.
Seguramente conforme hables en tu psicoterapia, también pases por emociones como la tristeza o el enojo, entonces se abre la alternativa a que aprendas a gestionar tu vida emocional de una manera más edificante para ti y para los que te rodean. Y así poco a poco la psicoterapia pasa de ser superficial a profundizar en tu interior.
Y en el profundo de las exploraciones está el inconsciente, toda esa parte de la mente que permanece escondida de la mente racional y consciente. Te percatas que todo lo que te ha pasado proviene de una serie de tendencias, de patrones que se gestaron en momentos cruciales de las relaciones más importantes de tu vida: la relación con tus padres. Así que si te abandonaron, harás un patrón inconsciente que te proteja de ser abandonado, irónicamente atrayendo a alguien abandonador para ahora sí corregir lo que creíste que hiciste mal y lograr que no te abandonen. Si en tu casa hubo violencia y abuso, alcoholismo y pobreza, irónicamente te casas con alguien que es alcohólico. Y tienes la fantasía de que “lo vas a hacer mejor que mamá”. No todos los patrones inconscientes son tan obvios, pero pretenden repetirnos el “trauma primigenio” para “reparar el daño”. Cuando en una psicoterapia puedes por ti mismo reconocer ese patrón, la herida que lo fabricó, entonces puedes, con ayuda del psicoterapeuta, sanar la herida y hacer lo posible por salirte de ese patrón. A veces el proceso implica sacar el dolor, perdonar, resignar hasta que una parte de uno mismo renuncia y retoma la hermosa vida que puedes brindarte y dejar de estar buscando más de lo mismo. Cuando llegas a estos niveles, entonces estás haciendo una psicoterapia profunda.
Están invitados al taller “Recobra tu corazón”. Informes e inscripciones a los teléfonos.
* Tels. 312 330 72 54 / 312 154 19 40 Correo: biopsico@yahoo.com.mx
Las opiniones expresadas en este texto periodístico de opinión, son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles a El Comentario.
