El Banco de Corea (BoK) apostó por la prudencia y decidió mantener congelados los tipos de interés en el 3.5% ante las dudas sobre el crecimiento económico previsto para este año y los persistentes niveles inflacionarios.
Es la octava junta de política monetaria consecutiva en la que la entidad emisora apuesta por mantener sin cambios el precio del dinero, el cual modificó al alza por última vez hace un año tras otros 6 incrementos encadenados de manera consecutiva desde abril de 2022.
La decisión de mantener las tasas congeladas llega en un momento en el que la cuarta economía de Asia está mostrando una ligera recuperación de su músculo exportador, pero no así del consumo, afectado por el persistente encarecimiento de bienes y servicios.
El BoK en principio prevé que el producto interno bruto (PIB) surcoreano crezca en torno a 2% este año.
A falta de que se conozcan dentro de 2 semanas los primeros datos del PIB para todo el 2023, ese crecimiento estaría por encima del avance del 1.4% que la entidad prevé para el ejercicio recién concluido.
Sin embargo, algunos factores plantean dudas sobre el ritmo al que se recuperará el PIB surcoreano este año, como la creciente deuda de los hogares o la debilidad de la demanda interna ante una ralentización de la inflación más lenta de lo esperado.
Aunque los precios cayeron por segundo mes consecutivo en diciembre (el IPC se situó en el 3.2%), la inflación para todo 2023 fue del 3.6%, bien por encima del objetivo del 2% que plantea el BoK.
También hay muchas miradas puestas en la situación que vive el sector inmobiliario después de que Taeyoung, una constructora de tamaño medio en el país asiático, alertara recientemente de una alarmante falta de liquidez y pidiera reestructurar su deuda.