Por Paula Escalada Medrano
Con la promesa fallida Ron DeSantis fuera del tablero, los ojos de la carrera presidencial republicana están puestos en la exembajadora de Estados Unidos ante la ONU Nikki Haley. Pero, ¿será capaz la única mujer en contienda de ser una amenaza real para Donald Trump? La respuesta está este martes en Nuevo Hampshire.
“Las próximas semanas serán increíblemente críticas, especialmente Nuevo Hampshire, porque Haley ha invertido mucho tiempo, dinero y recursos para ganar allí”, cuenta el profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Carolina del Sur, Kirk A. Randazzo.
El pasado domingo, 6 días después de acabar segundo en los caucus de Iowa el gobernador de Florida, Ron DeSantis, anunciaba el fin de su campaña y su apoyo a Trump (2017-2021).
Aunque hay algún candidato menor sin opciones reales, la lucha del Partido Republicano se redujo entonces a 2 nombres: Trump, favorito, y Haley, aspirante a hacerle sombra a quien fuera su jefe.
En opinión de Randazzo, tiene complicado ganar y lo que responderá a esa pregunta es el margen de diferencia con Trump.
“Entre 5 y 10 puntos sería suficiente para darle algo de impulso de cara a Carolina del Sur (donde se celebrarán las siguientes primarias), pero si pierde por 10 puntos o más, su campaña habrá terminado”, afirma.
La misma opinión tiene Meena Bose, profesora de la Universidad Hofstra: “Si logra quedarse con una distancia de un solo dígito, le dará energía, pero si queda a más, la viabilidad de su campaña será complicada”, sostiene.
La carrera brillante de una “incapaz”
Es larga y cada vez más feroz la lista de críticas de Trump contra quien fuera su elegida, en 2017, para ser la máxima representante de Estados Unidos ante la ONU. Una de las más duras, la de su incapacidad para ser la primera presidenta de Estados Unidos.
Una opinión no respaldada por una brillante carrera impulsada por el propio Trump. De todos los candidatos probablemente tiene la mayor experiencia en las cuestiones que podría enfrentar un presidente, apunta Randazzo sobre Haley.
Casada con un veterano de la guerra de Afganistán, Nimrata Nikki Randhawa Haley nació en Bamberg (Carolina del Sur) en 1972 en un hogar de migrantes sijs, originarios del Punjab en la India.
Unos orígenes que el propio Trump ha usado para cuestionar, inconsistentemente, su legitimidad para ser presidenta.
Educada en colegios de su localidad natal, se graduó en Contabilidad en la Clemson University y comenzó a trabajar en la empresa textil de su madre, que llegó a ser un negocio multimillonario.
Entró en política en 2004, cuando logró un puesto en la Cámara de Representantes de Carolina del Sur. Miembro del extremista “Tea Party”, en 2011 se convirtió en la primera mujer gobernadora de su estado natal.
¿Y si no existiera Trump?
Pese a que su relación con Trump nunca fue del todo amigable, tras ser elegido presidente la nombró embajadora de la ONU.
Dejó el cargo a finales de 2018 y desde entonces se ha dedicado a preparar su candidatura, que lanzó en febrero del año pasado.
Con Trump como favorito indiscutible, a lo largo de la campaña Haley ha tratado de no criticarlo directamente hasta hace poco, una decisión que ha ralentizado su despegue, señala Randazzo.
Otra dificultad que ha tenido es que, presos del miedo a Trump o de la pleitesía, no ha conseguido grandes apoyos de figuras del republicanismo.
“El hecho de que esos respaldos no hayan sido más frecuentes ni más visibles es una señal reveladora de que el Partido Republicano no está dispuesto a separarse de Trump”, afirma el experto.
Pero, ¿qué pasaría si Trump no estuviera en el tablero de juego o si quedara fuera? Según una encuesta de CBS News/YouGov, Haley sería la mejor posicionada para vencer al candidato demócrata, el presidente Joe Biden. Le ganaría por el 53% de los votos.
En opinión de Bose, Haley “ha demostrado mucha fortaleza a lo largo de su campaña” e, independientemente de lo que pase de aquí a noviembre, “tiene mucho futuro político”.
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