Dos equipos contenidos, con más miedos que fútbol, carentes de desequilibrio en sus ataques y de atrevimiento, empataron sin goles en el Estadio Olímpico de Roma, en un duelo en el que el Lazio mostró mayor voluntad ante un Nápoles que apostó por dejar su portería a cero.
Un duelo físico y táctico. Sin apenas fisuras. Con escasas ocasiones. Un mayor dominio del Lazio, por el empuje de la grada y la presión de un público que se quejó cuando su equipo no fue directo. Aunque se estrellase contra un muro. El del Nápoles, que ni remató a puerta y cuenta los días para recuperar a jugadores de la importancia de Kvaratskhelia y Osimhen. Sin Gio Simeone sancionado, el debut de Cyril Ngonge los 10 últimos minutos, no cambió su racanería ofensiva.
Entendió Walter Mazzarri que este Nápoles, tan distinto del que conquistó el campeonato hace unos meses, debe crecer desde la solidez defensiva. Aún le queda tiempo para encarar su pulso europeo con el Barcelona, en los octavos de final de la Champions.
Logró frenar las intentonas del Lazio. Con Gustav Isaksen como protagonista en el primer acto. En 2 remates que no encontraron puerta, asociándose bien con la imaginación de Luis Alberto, y un pase al corazón del área donde Taty Castellanos pidió penalti. Desequilibrado en el salto por Ostigard, que no se pudo frenar tras chocar en la acción con un compañero.
Sin agobios defensivos para el Lazio, con la velocidad de Lazzari para frenar cualquier intento de contragolpe napolitano. Lamentando la intervención del VAR para confirmar la anulación de un gran gol de Castellanos, de media chilena, pero partiendo en la acción con la rodilla adelantada al único defensor.
El único remate de calidad de un partido con un solo disparo a puerta que el Lazio quiso decantar hasta el último segundo. Desde la hora del duelo notó el empuje del Olímpico pero le faltó brillantez en los metros finales y precisión en la definición. Luis Alberto cabeceó desviado, Cataldi fue el que más cerca estuvo del tanto con un zurdazo desde la frontal cercano al poste, más otro disparo de Politano.
No hubo noticias del Nápoles, ni con los cambios. Una falta de Zielinski que no encontró puerta fue su acción más destacada, centrado en achicar balones en la recta final, con el Lazio volcado con centros laterales y acciones a balón parado.
Sin querer Juan Jesús salvó el empate con su espalda, clave al cortar una gran asistencia de cabeza de Matías Vecino a Castellanos, libre de marca para hacer gol. La firmeza de Gollini por alto hizo el resto para mantener la igualdad en un encuentro que decepcionó, corta la buena dinámica del equipo romano y mantiene al Nápoles en su triste realidad en mitad de la tabla.