La presión de Donald Trump en pleno año electoral ha forzado al presidente de Estados Unidos, Joe Biden, a dar un giro en la política migratoria del Partido Demócrata y proponer las mayores restricciones de los últimos años en la frontera con México.
La Casa Blanca ha planteado recortar el sistema de asilo y redoblar las devoluciones en caliente de migrantes, una antigua demanda de los republicanos, a cambio de que el Congreso apruebe nueva ayuda militar para Ucrania.
Sin embargo, los acólitos de Trump dicen que no es suficiente y tampoco se muestran dispuestos a dar concesiones a Biden cuando faltan 9 meses para las elecciones.
Giro en la política migratoria
Biden se aupó al poder presentándose como todo lo opuesto a Trump, quien propuso en 2016 la construcción de un muro fronterizo.
El demócrata prometió convertir a EUA en un “lugar seguro para refugiados y solicitantes de asilo” y dar un estatus legal a los más de 11 millones de migrantes indocumentados que viven en el país.
Más de 3 años después, esas ideas han quedado olvidadas, en medio de un aumento global en el movimiento de personas y de la presión interna para “controlar” la llegada de extranjeros al país, cuando en 2023 se registraron por segundo año consecutivo más de 2 millones de cruces fronterizos irregulares.
Esto sumado a la premura para que los republicanos levanten el bloqueo a la ayuda militar para Ucrania llevó a la Casa Blanca a negociar un pacto migratorio que incluye los mayores cambios a las leyes migratorias en décadas, centrado en restringir el derecho al asilo.
“Ahora las conversaciones de reforma migratoria están enfocadas solo en la frontera, en cómo controlarla”, explica a EFE Yael Schacher, investigadora en Refugees International.