El expresidente brasileño Jair Bolsonaro reunió a miles de seguidores en São Paulo para darse su primer baño de masas desde que dejó el poder a finales de 2022, además de defenderse de las investigaciones por un supuesto intento de golpe de Estado.
Subido a un camión instalado en plena Avenida Paulista, la más emblemática de la ciudad, Bolsonaro negó la existencia de una trama golpista, se dijo víctima de una “persecución”, y criticó los “abusos de algunos”.
“¿Qué es golpe? Son tanques en la calle, son armas, es conspiración… Nada de eso fue hecho en Brasil”, se defendió ante una multitud vestida de verde y amarillo, los colores de la bandera, y que lo aplaudía y le gritaba “mito” a cada 3 frases.
Al mismo tiempo, aseguró que “la minuta de un decreto de estado de sitio”, redactada supuestamente por asesores de Bolsonaro y sobre la que se centran las investigaciones policiales, es un mecanismo amparado por la Constitución y que, de todos modos, finalmente no fue activado.
Por otra parte, el ultraderechista llamó a “pacificar” el país y pidió a los legisladores que aprueben una amnistía para las personas condenadas por invadir las sedes de la Presidencia, el Congreso y la Corte Suprema en Brasilia el 8 de enero de 2023.
Con todo, evitó cargar explícitamente contra uno de sus blancos favoritos, el máximo tribunal, que ya le retiró el pasaporte a principios de mes y le prohibió salir del país en el marco de las investigaciones policiales que también involucran a varios generales y aliados del expresidente.
El bolsonarismo esperaba congregar a más de medio millón de personas en la Avenida Paulista después de meses de varapalos judiciales, pero las autoridades no habían dado cifras de asistencia.
En una muestra de músculo político, la exprimera dama, Michelle Bolsonaro, un puñado de gobernadores y alcaldes, así como alrededor de un centenar de legisladores acompañaron al ultraderechista en la palestra.