El alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Türk, pidió este jueves “atención internacional” para solucionar el conflicto del este de la República Democrática del Congo (RDC), sacudido por más de 100 grupos armados.
“Está claro que esto que está pasando en el este es algo que debe llamar la atención internacional y seguiremos abogando, sobre todo desde el punto de vista de los derechos humanos, de las personas afectadas para que encontremos una solución”, declaró Türk a los periodistas tras reunirse con la primera ministra de la RDC, Judith Suminwa Tuluka, en la capital del país, Kinsasa.
El alto comisionado puso este jueves fin a una visita de 4 días en la que también se entrevistó con el presidente congoleño, Félix Tshisekedi, y visitó campos de desplazados que ha huido de la violencia en la provincia oriental de Kivu del Norte.
“En Kivu del Norte, el grupo armado M23 continúa sembrando terror”, afirmó Türk en una rueda de prensa en Kinsasa.
“Desde octubre, 500 mil personas han sido desplazadas de zonas controladas por el M23, lo que eleva el número total de personas desplazadas en Kivu del Norte a casi 2.7 millones”, subrayó el responsable de derechos humanos de la ONU.
En su opinión, los países que apoyan o tienen influencia sobre los grupos armados “deben asumir su responsabilidad de garantizar que cesen los combates”.
En Kivu del Norte, precisó, “debe terminar cualquier papel desempeñado por Ruanda en apoyo al M23 y debe encontrarse una solución urgentemente”.
El alto comisionado incidió en que la “preocupación inmediata” de las personas afectadas por el conflicto es su seguridad, por lo que las autoridades congoleñas y la comunidad internacional “deben seguir trabajando en colaboración para evitar un vacío de protección que ponga en peligro aún más a los civiles”.
El rebelde Movimiento 23 de Marzo (M23) reactivó los combates el pasado 1 de octubre, después de meses de calma relativa.
Desde entonces, ha avanzado por varios frentes hasta situarse a unos 20 kilómetros de Goma, capital de Kivu del Norte, que ocupó durante 10 días en 2012, antes de retirarse por la presión de la comunidad internacional.
Los insurgentes han tomado el control de carreteras que unen el resto del país con esa estratégica ciudad, de más de un millón de habitantes y base de numerosas ONG internacionales e instituciones de la ONU.
Aparte de la crisis humanitaria, sus combates desencadenaron graves tensiones entre la RDC y Ruanda por la presunta colaboración de Kigali con el grupo rebelde, extremo que las autoridades ruandesas siempre han negado, pese a haber sido confirmado por la ONU.
A su vez, Ruanda y el M23 acusan al Ejército congoleño de cooperar con las rebeldes Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR), fundadas en el año 2000 por cabecillas del genocidio de 1994, y otros ruandeses (hutus) exiliados en RDC para recuperar el poder político en su país.
Esa colaboración también ha sido confirmada por la ONU.
Desde 1998, el este de la RDC está sumido en un conflicto alimentado por milicias rebeldes y el Ejército, a pesar de la presencia de la misión de paz de la ONU en el país (Monusco).