Los Indiana Pacers, con una actuación magnífica de T.J. McConnell y Obi Toppin, aplastaron este jueves por 120-98 a unos Milwaukee Bucks que quedaron eliminados en la primera ronda (4-2) sin poder contar con el lesionado Giannis Antetokounmpo en el playoff.
Las lesiones se presentarán como atenuante, pero aun así resultará difícil de justificar el rotundo fracaso de estos Bucks que, antes de empezar la temporada, eran el gran aspirante en el Este junto a los Boston Celtics y uno de los principales candidatos al anillo.
Todo eran sonrisas e ilusión en septiembre con el fichaje de un Damian Lillard que debía formar una dupla letal con Antetokounmpo.
Pero la temporada de los Bucks, que se deshicieron de un puntal como Jrue Holiday, ha sido muy turbulenta con el despido en enero del técnico novato Adrian Griffin (30-13 de balance) y la llegada de un Doc Rivers que no solo no enderezó el barco, sino que quizá abrió algún boquete más en el casco (49-33 al final, terceros en el Este).
Problemas defensivos, un banquillo muy limitado, escasa conexión entre Antetokounmpo y Lillard, apagones alucinantes ante rivales menores.
Razones hay muchas, pero resulta incuestionable que los Bucks han estado lejísimos del nivel que se les presuponía y que ahora encadenan dos años cayendo en primera ronda.
El final fue apropiado ya que perdieron ante unos Pacers que en diciembre les eliminaron en las semifinales de la Copa de la NBA y que les han vencido en 8 de sus 11 encuentros esta temporada.
En cambio, Indiana se ha ganado el derecho a soñar con estos rebeldes, impetuosos y eléctricos Pacers.
Bajo la batuta de Tyrese Haliburton, Indiana llegó a la final de la Copa (perdió contra los Angeles Lakers) y ahora se enfrentará en las semifinales del Este al vencedor del New York Knicks–Philadelphia 76ers.
El técnico Rick Carlisle ha modelado un equipo muy joven y ultraofensivo que ha sido el más anotador de la NBA durante la fase regular. Indiana no superaba una ronda de playoff desde 2014.
En esta noche de euforia en el Gainbridge Fieldhouse de Indianápolis brillaron con luz propia 2 reservas como McConnell (20 puntos, 9 asistencias y 4 robos) y Toppin (21 puntos y 8 rebotes). Además, Tyrese Haliburton sumó 17 puntos, 6 rebotes y 10 asistencias y Pascal Siakam aportó 19 puntos y 7 rebotes.
Indiana, con un 54.1% en tiros, trituró a Milwaukee en puntos del banquillo (50-10), al contraataque (21-6) y asistencias (33-19)
En los Bucks, que tuvieron a Antetokounmpo como duda hasta última hora, Lillard sí pudo regresar y acabó con 28 puntos. Brook López consiguió 20 puntos y Bobby Portis 20 tantos con 15 rebotes.
Al ritmo de Indiana
Tres minutos duró la esperanza de los Bucks, los de un sólido inicio para colocarse con 3-10.
Y 3 minutos tardaron también los Pacers en encender los motores, comprobar que estaban engrasados e imponer su exigente e incansable ritmo.
Haliburton, con 10 puntos en el primer cuarto, se encargó de que se jugara a tope de revoluciones y a esa fiesta se apuntaron Toppin (9 puntos) y McConnell (6) para impulsar a los Pacers (33-24).
No cambió nada en el segundo cuarto y las estadísticas al descanso (59-47) dejaban solo la duda de por qué los Pacers no habían alcanzado una renta más amplia después de arrasar a Milwaukee en puntos del banquillo (19-1), en contraataque (14-2) y en la pintura (30-20).
Haliburton (15 puntos) destacó en Indiana mientras que Lillard y López sujetaron a los Bucks con 14 puntos por cabeza.
En la reanudación continuó el quiero y no puedo de unos Bucks que se pusieron a 7 puntos pero que no tenían dinamita para tramar una emboscada.
Al contrario, Toppin (10 puntos) y McConnell (5) siguieron triturando a los visitantes y los de amarillo llegaron al último cuarto con margen (93-78).
Con un McConnell arrebatador e hiperactivo, los Pacers lograron el +20 gracias a un triple de Ben Sheppard (104-84 con 8.07 para el final) y los Bucks no tardaron en tirar la toalla y cerrar una campaña para el olvido.