El presidente estadounidense, Joe Biden, vuelve a llevar este domingo su campaña a un terreno pantanoso: Míchigan, estado que impulsó el voto en blanco en su contra por el apoyo de su Gobierno a Israel en la guerra de Gaza, pero que le resulta crucial en su intento por renovar mandato.
Míchigan concentra una de las mayores comunidades árabes de Estados Unidos y fue el primero en el que esas papeletas en blanco pusieron en jaque a Biden en las primarias demócratas que se celebraron allí el 27 de febrero.
Hubo más de 100,000 votantes que expresaron su oposición de esa manera y en dos localidades en torno a Detroit, Dearborn y Hamtramck, donde los estadounidenses de origen árabe y musulmanes rondan la mitad de población, ese voto vacío ganó.
Esos resultados se presentaron como una advertencia: en 2020, el ahora presidente se impuso allí por apenas 154,000 votos frente al republicano Donald Trump (2017-2021), quien a su vez había hecho que ese estado cambiara de color político en 2016 al arrebatárselo a Hillary Clinton por menos de 12,000 votos.
Porque Míchigan forma parte del llamado «muro azul» de Estados Unidos, que incluye a aquellos estados que desde 1992, salvo excepciones en 2016, han votado demócrata. Y, junto a Pensilvania y Wisconsin, es determinante para su eventual permanencia en la Casa Blanca.