Por Mtra. Ruth Holtz
Uno de los problemas más difíciles de resolver en la psicoterapia es el que una persona pueda volver a conectarse emocionalmente a los demás, “de todo corazón”. La desconexión emocional es un mecanismo de defensa para protegerse de sentir lo que el otro siente, evitar que el otro me sienta y a la vez, evitar ser consciente de mi propio sentir. Es como si se dijera: “no quiero sentir qué sientes, no quiero que sientas lo que yo siento. Es más no quiero sentir qué siento”.
Desconectarse emocionalmente es una manera de soportar vivir en situaciones de violencia, abuso, abandono, sufrimiento, debido a relaciones problemáticas, crisis por diversos factores que hacen que el entorno de la persona sea insoportable, o que por su condición ésta no pueda prestar atención a sus propios sentimientos o los de otros sin quedar devastado, desamparado o sentir miedo. Un primer motivo de desconexión es para no sentir el dolor.
Le pregunté un día a un niño con cierto grado de autismo de asperger, “¿Por qué no me miras si sí puedes?” (lo había hecho momentáneamente). Su respuesta fue: “Porque siento muy fuerte y no me gusta”. En mis primeros años de psicoterapeuta tenía una consultante que decía que no soportaba estar en presencia del muchacho que le gustaba porque le venían sensaciones que no toleraba y le daba miedo, ansiedad y le daban ganas de vomitar y mejor se iba a refugiar al primer baño que encontraba. De una u otra forma se trata de estar apto para sentir las emociones, soportarlas. Un segundo motivo de desconexión es para no sentir con intensidad por una cierta incapacidad para tolerar sensaciones fuertes, por falta de contención emocional. Ésta se aprende de la madre y de una crianza con acogimiento, consuelo y comprensión amorosa.
Las malas experiencias muchas veces dejan huella de un modo negativo. Después de cierto acontecimiento se modifican las actitudes. Como se teme la repetición de la situación dolorosa, se aprende a evitar circunstancias que se asemejen a lo que lastimó, se asumen creencias protectoras que ayudan a evitar cierto tipo de vivencias como “yo ya no voy por allí”, “prefiero no participar en esas actividades”, “ya no salgo de noche” o incluso pueden volverse desconfiados. “Ya no confío en los hombres”, “yo no puedo creerte”, etcétera. Un tercer motivo de desconexión es por no confiar y por miedo a que una mala vivencia se repita o no se pueda garantizar que no tenga mal resultado.
Puede haber más motivos y hasta combinarse. Una persona puede optar por evitar la conexión emocional para no comprometerse con otra persona. Si evitas la conexión, eludes el ventilar tus intenciones, ser visto en tus sentimientos y ser descubierto en lo que esperas y que al descubrir lo que sientes, eso te comprometa. Que no vean si estás mintiendo, si estás sintiendo amor, miedo. Después de todo esa conexión, que involucra la conexión de la mirada, sí nos da una percepción del estado del otro. Evitar ser descubiertos en nuestras verdaderas intenciones o que sepan qué sentimos es otro motivo de desconexión, el cuarto.
Por lo tanto, una persona que evita la conexión emocional difícilmente desarrollará empatía. Ser empático implica “sentir al otro” como poniéndose en su lugar. Por un lado, sentir el dolor de alguien puede ser abrumador, si de por sí no se tolera sentir dolor, sobre todo emocional. Y por otro, «si te siento, surge el dilema de qué voy a hacer al respecto, tanto porque es contagioso (siento lo que sientes), como porque a veces eso implica una presión a responder. Si alguien te mira cuando estás sufriendo podría hacerle sentir una gran necesidad de parar tu dolor, pero puede ser sólo por intolerancia y no por una genuina decisión de ayudarte porque te comprende y se pone en tu lugar. Ésta sería la verdadera empatía.
La empatía y la conexión emocional son capacidades que requieren que estemos sanos de nuestras heridas emocionales, al grado de ya no tener miedo de experimentar emociones intensas, aunque sean dolorosas. Es estar dispuestos a lo que se presente y a ayudar. También implica poder tolerar las emociones dentro de uno mismo (tener desarrollada la capacidad de contención emocional), y además saber qué hacer con aquello que sentimos de uno y del otro. Hacer lo mejor, bueno y correcto para un bienestar para ambas partes.
La desconexión emocional bloquea el corazón al amor y a su poder para entrar en coherencia y ser un poder no sólo empático, sanador sino un imán para situaciones, vivencias y personas adecuadas, afines a nuestro estado emocional. Si quieres recuperar tu capacidad para conectar, te invitamos al taller “conectar con el corazón” de 6 horas, en su primera etapa.
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