Hacia un mundo mejor: La educación para el desarrollo ético-moral como pilar del desarrollo
Por Doctor César Augusto García Avitia *
La Universidad de Guadalajara publicó el libro Investigaciones actuales en psicología y educación, que incluye el capítulo “Educación para el desarrollo ético-moral con énfasis en la conducta prosocial: una propuesta en el marco de los objetivos del desarrollo sostenible”, trabajo en colaboración de quien aquí escribe y la Dra. Ximena Zacarías Salinas, docentes de la Facultad de Psicología de la Universidad de Colima.
El propósito de ese capítulo es fundamentar la propuesta de una educación que promueva el desarrollo ético-moral y la prosocialidad para alcanzar los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS). Por ello, decidimos aprovechar este espacio para hablar un poco de este relevante tema. Los ODS, establecidos en 2015 por la ONU y en los cuales participa México, delinean una agenda global con metas proyectadas para 2030. Este conjunto de 17 objetivos y 169 metas busca promover la prosperidad, el bienestar de las personas y la preservación del planeta, al tiempo que aboga por la paz y la erradicación de la pobreza. El cuarto de estos objetivos, llamado “Educación de calidad”, desempeña un papel crucial en la consecución de todos los demás. La UNESCO ha subrayado que la educación puede acelerar el progreso para alcanzar todos los ODS y debe ser una parte integral de las estrategias para alcanzarlos.
La noción de educación de calidad establece la necesidad de asegurar que esta sea inclusiva y equitativa, además de promover oportunidades de aprendizaje continuo para todas y todos. Para ello, se proponen varias metas, pero hoy nos centraremos en la 4.7, que destaca la importancia de que las y los estudiantes adquieran conocimientos y habilidades para promover el desarrollo sostenible, incluyendo la Educación para el Desarrollo Sostenible (EDS), los derechos humanos, la igualdad de género, la cultura de paz y la diversidad cultural.
La EDS busca que las y los estudiantes tomen decisiones informadas y asuman una responsabilidad activa en la preservación del medio ambiente y la viabilidad económica. Aspira a lograr la justicia social para las generaciones presentes y futuras, respetando la diversidad cultural. Esta educación implica aprendizaje a lo largo de toda la vida y es esencial para una educación de calidad que transforma la sociedad.
A la par de la EDS, también existe la Educación para la Ciudadanía Mundial (ECM), que tiene como objetivo empoderar a las y los estudiantes para que participen y asuman roles activos en la resolución de desafíos globales. Esta se basa en 4 competencias centrales: conocimiento y comprensión de temas globales, habilidades cognitivas para el pensamiento crítico, habilidades no cognitivas como la empatía y la apertura hacia la diversidad, y la capacidad de tomar acciones proactivas.
La educación no se trata solo de promover conocimientos o preparar a las personas para el mundo laboral, sino que también debe promover comportamientos éticos y morales. Este comportamiento, basado en valores como la responsabilidad, el respeto, el cuidado y la justicia, es fundamental para alcanzar los ODS y para vivir en armonía en nuestra sociedad. Aquí es donde los procesos psicológicos desempeñan un papel central, ya que se necesita comprender el comportamiento ético-moral y cómo se desarrolla a lo largo de la vida. Solo entendiendo estos procesos se podrán integrar estrategias efectivas en la educación formal.
El comportamiento ético-moral es un aspecto crucial del desarrollo humano que ha sido estudiado desde la psicología por más de un siglo. Desde sus inicios como ciencia, autores de gran relevancia histórica como Wilhelm Wundt y John Dewey reconocieron la pertinencia de la ética y la moral como objetos de estudio científico. Posteriormente, surgieron diversas líneas de investigación al respecto y algunas se centraron en el proceso de desarrollo moral, que se refiere a las transformaciones en el pensamiento ético-moral desde la infancia hasta la adultez. Jean Piaget y Lawrence Kohlberg son dos figuras destacadas en el estudio del desarrollo moral.
Se propone una integración transversal y longitudinal del desarrollo ético-moral y la conducta prosocial en los sistemas educativos. Esto implica comprender los procesos biopsicosociales involucrados, adaptarlos al nivel educativo y etapa de desarrollo, identificar dimensiones éticas y diseñar estrategias educativas que fomenten el desarrollo moral en el currículum. Pueden promoverse proyectos prosociales en colaboración con instituciones y la inclusión de debates morales en el aula. También sería relevante promover el trabajo en grupos con objetivos prosociales en la adolescencia y la promoción de la diversidad identitaria en las escuelas.
Las conductas éticas y prosociales se desarrollan en niñas, niños y adolescentes a través de interacciones sociales y varían según la cultura y la comunidad. Educadores y padres pueden trabajar juntos para fomentar estas conductas. Se espera que este esfuerzo conjunto tenga un impacto positivo a largo plazo en la sociedad, contribuyendo a una comunidad más ética y solidaria. Estas conductas, que incluyen ayudar a otros, compartir y respetar, son fundamentales y se pueden cultivar mediante la participación en proyectos prosociales. La reflexión colectiva y personal sobre el impacto de estas acciones promueve la formación de individuos responsables y una sociedad coherente con los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
*Profesor investigador de la Facultad de Psicología de la Universidad de Colima
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