Por Alfredo Valenzuela
Un cuento gay, un microrrelato trans, un relato hetero, un ensayo sobre el habla peruana, un artículo sobre futbol y una presentación gastronómica forman parte de la selección literaria publicada por el peruano Fernando Iwasaki, cuyo humor le lleva a comparar esta antología con una biopsia.
“Es una biopsia literaria porque las antologías siempre son de un solo género (cuento, poesía, teatro), pero aquí hay ensayos, columnas, conferencias, presentaciones, cuentos, microrrelatos, capítulos de novelas y artículos de toros, futbol y flamenco; por eso es una biopsia, porque se trata de una muestra que contiene células padre de todo lo que he escrito”, explica en una entrevista el escritor.
¿Y por qué no las llama células madre, como todo el mundo? “Porque he recurrido a una cita de (Jorge Luis) Borges para el pórtico de Célula Padre”, dice, que es como se llama esta antología, o biopsia literaria, publicada por la editorial Renacimiento.
“La célula primordial no es el verbo, sino el adjetivo monosilábico”, señala la cita de Borges, unas palabras a las que añade Iwasaki: “Por eso en Tlön existían poemas de una sola palabra: porque célula madre solo hay una y, células padre, cualquier cantidad”.
“La variedad de textos compilados en Célula Padre se corresponde con su heterogénea procedencia porque fueron publicados en Perú, Ecuador, Chile, Costa Rica, México, Alemania y España, y algunos ni siquiera aparecieron en libros de mi única autoría, sino en obras colectivas”, indica el peruano, residente en la ciudad española de Sevilla (sur) desde hace 40 años.
De su libro apunta que “no solo es una biopsia literaria sino un test de ADN editorial, ya que me aparecen editoriales de siete países distintos; y dentro de España, también he sido muy promiscuo, pues la biopsia incluye muestras publicadas en Sevilla, Madrid, Barcelona, Oviedo, Bilbao, Logroño y Cádiz”.
El libro de Borges destruido
Entre lo más curioso de todo ese recorrido literario por ciudades y editoriales está el relato que hace Iwasaki de cómo el poeta, editor y librero sevillano Abelardo Linares destruyó una copia mecanografiada de Los naipes del tahúr, el primer libro que Jorge Luis Borges escribió, con 19 años.
“Abelardo le compró a un ropavejero de Madrid el baúl que contenía las pertenencias del escritor rosarino Manuel Forcada Cabanellas, perdido al estallar la Guerra Civil (española). De ahí rescató los tomos empastados de la revista Grecia, que fueron la base de la edición facsimilar, además de una serie de libros, cartas, postales y papeles varios”, explica.
“Según Abelardo, aquellos ensayos adolescentes se le cayeron de las manos y decidió cumplir con la voluntad de Borges. Hay gente muy mala -me dijo- que sería capaz de publicarlo”, añade.
Sobre esta relación de Abelardo Linares con Borges, Iwasaki relata que en 1982 el sevillano viajó hasta Buenos Aires para conocer personalmente al maestro argentino y que en uno de aquellos encuentros Borges, conocedor ya del oficio de librero y de su afán coleccionista, le encareció que, si alguna vez caía en sus manos algún ejemplar de Inquisiciones o de El tamaño de mi esperanza, sus 2 primeros libros, los destruyera.
El autor peruano quiere añadir que su Célula Padre forma parte de “una tradición literaria que se remonta al Siglo de Oro, cuando a los escritores no les disgustaba compartir misceláneas donde el teatro dialogaba con la poesía y ambos con la crónica o la historia natural; a ese linaje pertenecen libros de Enrique Jardiel Poncela, de Guillermo Cabrera Infante, de Juan Bonilla o de Felipe Benítez Reyes”.
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