Por Marcial Aviña Iglesias
Sí, creciste escuchando la música de Britney Spears, Backstreet Boys, NSync, Christina Aguilera, Jennifer López, Limp Bizkit, Eminem, Ricky Martin, Blink-182, Avril Lavigne, Destiny’s Child y Nelly, además, bajabas todas sus canciones de Napster, Kazaa, LimeWire, BitTorrent, o de algún software más nefasto de la Dark Web, y experimentabas placer al piratear música, pues sabías que era tan fácil obtenerlas en la nueva e irrepetible década del 2000, además, era adictivo. Subías chorrocientasmil fotos al MetroFLOG, te sentías importante de que cantantes y demás celebridades fueran tus “amigos” en MySpace. No te perdías ningún domingo La Academia y aun te sabes los nombres de la primera generación, fuiste de los que acuñó el acrónimo YOLO, que significa “You Only Live Once” (Sólo se vive una vez), cambiando para siempre la forma en que hablamos.
No cabe duda que perteneciste a esa “Generación Yo”, por su narcisismo o “Generación Peter Pan” por la adultez tardía. Pero lo único que puede definirla realmente es que es indefinible. Para las personas nacidas entre 1980 a 2010, sus vidas han estado marcadas por una serie de cambios tan vertiginosos en la economía, el panorama político y la cultura del Mundo. A ellos les tocó vivir tragedias profundas como el 11 de septiembre y los sismos del 19 de septiembre -que, como broma cruel, cada año nos vuelve a temblar-, así como por las interminables guerras en Irak y Afganistán. Les azotó la crisis financiera en 2008, justo cuando muchos comenzaban a ingresar al campo laboral, y todavía están sufriendo los efectos colaterales. Por supuesto, son la última generación en presenciar la vida antes y después del amanecer de la era de Internet.
Pues a ellos le toco la transición a un mundo totalmente digital, que ha sido clave para su crecimiento, madurez y consumo del mundo que les rodea. Desde los primeros días de los blogs y la mensajería instantánea hasta la llegada de Facebook, Twitter e Instagram, han estado compartiendo sus vidas. Viven cansados y conectados, ellos saben lo que es el arte de sobrevivir en la Era Digital. Son adictos a plataformas como iTunes y Spotify, Amazon, Netflix y Hulu, las compras si son online son la neta. Les vendieron la idea de que todo lo que quieren puede, debe y estará disponible a un clic de distancia. Y así es como se les despertó el romanticismo, gracias al amor de Rose y Jack, a tal grado que en sus bodas a pesar de ser matrimonios de 1 a 4 años si bien les va, en el que el vals nupcial se lo chutaron a ritmo de My Heart Will Go On de Céline Dion, donde el proceso del divorcio es más largo y difícil de superar, que lo rápido en que se vuelven a enamorar de otra persona.
Resulta hasta cómico esa brecha generacional que ellos mismos crean, entre los que piensan que Bob Esponja y Las Chicas Superpoderosas fueron dibujos animados del pasado, pero que aún continúan retransmitiéndose, y que Carrie Bradshaw de Sex and the City, creció con esos viejos, pero, acaso, ellos también fueron creciendo con aquel chico que dejaron en la puerta de Privet Drive, o sea, weee, acéptalo, fuiste de los que hacían cola en Cinemas del Country los viernes para cada lanzamiento de Harry Potter, ¡niega que llevabas una varita mágica en el bolsillo!
Gracias a esta generación que nos heredó las selfis con esa sobrecarga de autoestima y narcisismo, siendo expertos en quejarse y hacer Memes de las tragedias como analgesia, no olvidan esos 9 dieciseisavos de segundo durante los cuales el pecho de Janet Jackson quedó al descubierto después de que Justin Timberlake arrancara un trozo de tela de su bustier en aquel espectáculo de medio tiempo del Super Bowl del 2004, cambiando la forma de transmitir los programas en directo. ¡Gracias por su legado a las nuevas generaciones!
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