La violencia juvenil y de género sigue siendo uno de los desafíos más graves que enfrentan las instituciones de educación superior (IES) en México. El reciente coloquio “Desarticulando la Violencia Juvenil y de Género en la Universidad de Colima”, realizado en el Archivo Histórico de nuestra institución, nos permite realizar una profunda reflexión sobre cómo debemos abordar esas problemáticas de manera efectiva y sostenida.
El evento, que reunió los esfuerzos de múltiples universidades y centros de investigación a nivel nacional, subraya una verdad ineludible: la violencia en sus diversas formas no es un fenómeno aislado ni accidental. Es un problema estructural que afecta a estudiantes, personal docente y administrativo, y que debe ser atendido con una respuesta igualmente estructural. El hecho de que el proyecto de investigación e incidencia haya sido liderado por la Universidad Autónoma de Nayarit, con la participación de otras instituciones, refuerza la necesidad de una estrategia colaborativa, donde las universidades trabajen juntas para generar espacios más seguros e inclusivos.
Es alentador ver que la Universidad de Colima ha sido pionera en los estudios de género, y que cuenta con una trayectoria que la coloca entre las primeras instituciones en México en abordar el tema desde una perspectiva académica y política. El trabajo de la Asociación Colimense de Universitarias (ACU) y del Centro Universitario para la Igualdad y los Estudios de Género (CUpIEG) es, sin duda, fundamental para ese avance.
Sin embargo, los retos continúan, y la evidencia presentada en ese coloquio deja claro que aún hay mucho por hacer. El análisis de las violencias, tanto en sus formas tradicionales como en las más contemporáneas, como la violencia cibernética, pone en evidencia la complejidad del problema.
No se trata solo de identificar las violencias, sino de entender las condiciones que las perpetúan y las dinámicas de poder que las normalizan dentro de los espacios universitarios. Es crucial que las instituciones de educación superior asuman la responsabilidad de no solo educar, sino también de garantizar espacios libres de violencia.