Por José Luis Larios García
La historia de Colima en la época de la Independencia, está marcada por los acontecimientos derivados de las luchas entre realistas e insurgentes, como sucedió en gran parte de los rincones del virreinato. A partir del estallido de la insurrección perpetrada el 16 de septiembre de 1810 por Miguel Hidalgo, Ignacio Allende y Juan Aldama, las condiciones no estaban del todo bien; por cierto, el obispo Juan Ruiz de Cabañas, pone sobre aviso al bachiller cura beneficiado de la iglesia parroquial de la Villa de Colima, Felipe González de Islas, de las revueltas en Dolores.
El subdelegado y el comandante de las armas, prepararon lo necesario para defender a Colima; a la sazón, los adeptos de Hidalgo, como el cura José Antonio Díaz, párroco del pueblo de San Francisco Almoloyan, convocó a su gente para adherirse a los ideales insurgentes. A la par, las tropas de Rafael Arteaga y José Antonio Torres saquearon las tiendas y las haciendas cercanas; tiempo después lo mismo hizo Pedro Regalado Llamas junto con Manuel Llamas y otros tantos que desertaron del bando de los realistas.
Mientras tanto el cabido de Colima señaló “que han tenido noticias de que el ejército enemigo de la Insurrección que se dice haber asaltado por varios pueblos de la Nueva España, saqueándolos y desolándolos y se ha acercado ya por las inmediaciones de Zapotlán el Grande, y Mazamitla” (AHMC: acta del 12 de octubre de 1810, ff. 113 vta. y 114 fte.).
Las autoridades de la Villa de Colima levantaron murallas, solicitaron artillería y emitieron un bando con el fin de regular los fuegos artificiales y celebraciones religiosas con toque de campanas, ya que, en ocasiones, la población confundía los repiques de las misas con los casos de emergencia, los cuales causaban falsas alarmas.
También el Ayuntamiento de Colima en los primeros meses del estallido de la insurrección, informó de la necesidad de defender a la población, por lo que fue necesario hacer uso del erario público y solicitar apoyo a las más prominentes personalidades de la Villa, con el propósito de mandar elaborar armas para la protección de los habitantes. Por acuerdo del cabildo señalaron lo siguiente:
Que en consideración a las actuales circunstancias del día y a que esta Villa no tiene las armas necesarias para su resguardo y defensa, debían mandar y mandaron que para proveer por ahora, aunque sea de lanzas, a los individuos de este vecindario que hayan de alistarse por el Señor Subdelegado, Presidente de esta Cuerpo, en cumplimiento de superior orden con que se halla parte este efecto el muy ilustre Señor Presidente, Intendente y Comandante General de las Armas de esta Provincia, se construyan dos mil lanzas, expresando su costo de los fondos de Propios, encargándose del cuidado de su formación el Síndico Procurador, quien llevará cuanta y razón individual de todos sus costos. Y que para impedir de algún modo alborotos, congresos y tal vez partidos revolucionarios en la gente común, se cuide y cele continuamente de que todo el vecindario viva en quietud; firma Juan Linares (AHMC: acta del 10 de octubre de 1810, f. 112 vta.).
Bibliografía:
AHMC: Libro actas de Cabildo 1804-1810, caja F-3, posición 1.
José Luis Larios García, Festividades con regocijo en el proceso y consolidación de la Independencia en Colima, Colima, Archivo Histórico del Municipio de Colima, 2023.
José Miguel Romero de Solís, El partido de los perversos. Colima en la lucha insurgente (1810-1821), Colima, Archivo Histórico del Municipio de Colima, 1996 (Pretextos, Textos y Contextos, 14).
Las opiniones expresadas en este texto periodístico de opinión, son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles a El Comentario.