La investigación que encabeza Óscar Vázquez Vuelvas, académico de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad de Colima (UdeC), busca generar combustible a través de residuos industriales. Este proyecto es financiado con recursos propios de la casa de estudios a través de la convocatoria: “Fortalecimiento de la investigación 2024”.
El proyecto, que se titula: “Valorización de residuos agroindustriales de la región: Hidrólisis de cáscaras con enzimas fúngicas con posibilidad de producir etanol”, se basa en el aprovechamiento de residuos agroindustriales que se generan en Colima y se procesan para diferentes objetivos, principalmente en el ámbito alimentario, como por ejemplo cáscaras de mango, banano y limón.
En entrevista, Vázquez Vuelvas dijo que desde hace un tiempo comenzó a trabajar con la producción de enzimas “para procesar dichos residuos y poder obtener metabolitos de interés industrial de aprovechamiento. Entonces, tenemos la idea de aprovecharlos para obtener un biocombustible conocido como el etanol”.
Es decir, “queremos aprovechar un residuo de bajo valor a través de un proceso conocido en la industria de bioprocesos, para que tengan una especie de enzimas que puedan trabajar en la parte de macerar el material y después someterlo a una fermentación alcohólica similar a la de las bebidas alcohólicas”.
Esta investigación, dijo Oscar Vázquez, busca ser una opción a la producción de combustibles alternativos, ya que en todo el mundo se ha comenzado a trabajar desde esta área para contribuir a la transición energética. Sin embargo, en México no hay una política en cuanto al uso de biocombustibles, de ahí la importancia de comenzar a trabajar en estos temas.
Dice que los desechos orgánicos procesados biotecnológicamente pueden utilizarse como aditivo en los motores que emplean gasolina o como combustible en los motores con tecnología Flex-Fuel.
La tecnología Flex-Fuel se refiere a vehículos diseñados para funcionar con una amplia gama de mezclas de gasolina y etanol. Estos automóviles cuentan con motores que pueden adaptarse a diferentes proporciones de estos combustibles, brindando al conductor la flexibilidad de elegir entre gasolina convencional y mezclas con mayor contenido de etanol, como el E85 (85% etanol y 15% gasolina).
Los vehículos Flex-Fuel utilizan un sistema de control de motor avanzado que detecta la proporción de etanol en el combustible. Gracias a sensores y algoritmos sofisticados, el vehículo ajusta automáticamente la inyección de combustible y el tiempo de encendido.
Su proyecto, dijo Óscar Vázquez, contribuye también a disminuir la acumulación de residuos sólidos, “porque un residuo sólido que se abandona en el campo o en la calle genera la presencia de roedores o insectos, que se consideran vectores de transmisión de enfermedades; esto obliga a las empresas, el municipio o la sociedad a hacer algo, y ahí es donde entramos nosotros, porque es material que se puede aprovechar”.
Los resultados de esta investigación, comentó Vázquez Vuelvas, “pueden ser escalables como una opción de combustible renovable, pues es una forma de contribuir a una política que se ha implementado a nivel internacional de procesos neutrales en el consumo de carbono”.
Finalmente, comentó que se busca “crear una cultura de los bioprocesos como una solución sostenible” Además, “tenemos que poner nuestro granito de arena en la formación de los estudiantes”.
En este proyecto también participan estudiantes del programa de estudio de Ingeniero Químico en Alimentos: Alejandra González de la Cerda y Francisco Javier Anguiano Muñiz; la Dra. Juana María Jiménez Vargas y la Dra. Laura Leticia Valdez Velázquez de la Facultad de Ciencias Químicas; el Dr. Wilberth Chan Cupul de la Facultad de Ciencias Biológicas y Agropecuarias, y la M. C. Ana Rodríguez del Bachillerato 4, así como estudiantes de nivel medio superior.