Por Jaime Ortega Carrascal
El pintor colombiano David Manzur, que en diciembre cumplirá 95 años en plena actividad creativa, asegura que le gustaría vivir hasta los 120 años para tratar de terminar su obra porque, afirma, “la vida de un artista es demasiado corta para lo que piensa”.
Manzur, que nació el 14 de diciembre de 1929 en Neira, un pueblo del departamento de Caldas, y se crio entre España y Guinea Ecuatorial, viajó desde la localidad de Barichara, donde vive y tiene su estudio, hasta Bogotá para recibir un homenaje en la Feria Internacional de Arte de Bogotá (ArtBo) por su prolífica carrera de más de siete décadas.
Con una lucidez y vitalidad únicas, recuerda detalles de su infancia y la influencia que tienen en su obra “la imagen de Velázquez del siglo XVII español, de Zurbarán” y también el arte flamenco.
“La pintura es muy importante porque es retener algo de lo que el pensamiento me dicta, no queda todo lo que el pensamiento da, siempre va por debajo del pensamiento, pero el afán de decir algo eso es para mí la pintura”, afirma.
Entre sus recuerdos tiene grabada una imagen de la infancia: “A los seis años me tocó ver hundir un barco, empezaba la Guerra Civil Española, estando en Bata, Guinea Ecuatorial. Se llamaba Mahón y hundió otro barco que se llamaba Fernando Poo”.
El padre de Manzur, un comerciante libanés, llegó a trabajar a Guinea Ecuatorial en los años 30 del siglo pasado “y allá prácticamente fue mi niñez”, dice sobre ese país africano que se independizó de España en 1968 y donde estudió en el mismo colegio que el hoy presidente Teodoro Obiang.
“Inclusive en un colegio donde yo estudiaba en Santa Isabel, que hoy en día se llama Malabo, estudiaba Obiang, pero Obiang es 13 años menor que yo, era de los chiquitos”, recuerda entre risas.
El arte y la guerra
Esos recuerdos de la guerra lo llevan a reflexionar sobre la función social del arte.
“Voy a recordarte que uno de los cuadros importantes del siglo XX, tal vez el más grande, se llama ‘Guernica’, de Picasso, era una denuncia, el bombardeo a Guernica”, afirma, y señala que hay también algo de eso en su obra: “Yo no conozco sino la guerra, el horror”.
“Yo volví a Colombia y no conozco la paz en ningún sentido, casi siempre ha sido una contraposición de ideas, muertos aquí, muertos allá, en mi familia muertos, secuestrados”, cuenta el artista, que tendrá en ArtBo una exposición de pinturas suyas de damas del pasado, una de ellas “rota” por la guerra.
“Está partida en pedazos y yo creo que llevo el alma partida en pedazos a veces porque yo mismo soy un tipo que siempre pienso que estamos en guerra. Creo que lo más parecido a la paz ha sido Barichara”, dice sobre ese pueblo donde se siente “otra vez en Bata o en Santa Isabel, en Canarias o en Sevilla”.
Gozar la vida
Manzur ha pintado innumerables obras de caballos, desnudos y naturalezas muertas, pero es tajante al señalar que no ha logrado crear todo lo que ha querido.
“Yo, a esta edad que tengo, 95 años, pienso que lo que viene puede ser mejor, lo que hago siempre puede ser mejorado; si me preguntan cuál es la pintura ideal, la que no he hecho, la que algún día haré, pero sé que no la voy a hacer nunca y por eso tengo que vivir hasta los 120 años”, afirma riendo.
Sin embargo, reconoce que, aunque “necesita” vivir 25 años más, eso no debe ser “muy bonito tampoco”.
“Lo que tiene de bueno la edad es apreciar y gozar todo lo que se ha vivido y usarlo como una especie de novela que se ve, una tira de recuerdos que con el tiempo se desdibujan y ese es dibujo se traduce en los cuadros que hago, que es una mínima parte”, expresa en tono filosófico.
Y añade: “Físicamente a veces me desvío, pierdo equilibrio, pero la mente está muy aguda criticándome a mí mismo y viendo los errores, y a mi edad lo importante es tratar de ver los errores que he cometido, cómo enmendarlos y cómo tratar de que mis amigos no cometan el error que yo cometí”.
“La vida es una cosa muy corta, yo voy camino a los 100 años y parece que fuera un día”, asegura, y a la pregunta de cómo ve la muerte responde: “¿Sabes que con curiosidad?”.
Enseguida explica: “Es tan efímero vivir que yo te estoy hablando aquí muerto de risa y no sé si mañana ya no estaré aquí, entonces no, no siento nada de miedo, pero sí siento muchas ganas de terminar lo que te dije ahora que toma unos 20 años. Y si termino ahí, voy a estar muy contento y me despido tranquilo y si no, entonces que Dios haga lo que quiera”.
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