Por Ana B. Uribe
Nos guste o no, la figura del presidente Andrés Manuel López Obrador, es y será un referente que cambió en mucho la forma de hacer política en México y sobre todo la manera de informar desde sus propias estrategias de gobierno.
El presidente supo utilizar con la comunicación directa, emotiva con los mexicanos y mexicanas, en contraste con los medios de comunicación corporativos que intentaron cambiar la narrativa del presidente, en algunos casos utilizando grupos de columnistas que hablaban sólo para sí mismos. Las conferencias mañaneras, con todo y las críticas que pueden generar, colocaron la imagen de López Obrador y su propia versión de los temas en el centro de los debates nacionales y en la opinión pública.
El presidente fue una figura muy visible, viajó mucho a las regiones del país, estuvo de cerca con las colectividades y recorrió miles de kilómetros de nuestro México profundo. El presidente se dejó ver y lo vimos por todos lados y todos los días, esa característica es distintiva que marca un antes y un después de otros presidentes. Sus detractores tacharon esas acciones de populistas, en el sentido de negar cualquier legitimidad ganada.
En el vocabulario cotidiano del presidente la palabra pueblo fue una de las más recurridas en sus mañaneras o en las plazas púbicas; por la forma e intencionalidad, la palabra pueblo adquirió un sentido inclusivo, de identidad social. Al colocar al pueblo en el centro de las decisiones mandó un mensaje claro y directo.
Una de tantas críticas que han hecho a López Obrador algunos analistas es que el presidente dividió al país con su estilo de comunicar. Lo cierto es que el país estaba ya dividido desde hace muchos años con desigualdades acompañadas de racismo y clasismo. Lo que el presidente hizo de forma reiterada y a veces con intencionalidad fue evidenciar esa división que hemos padecido, su política pública, los apoyos sociales y todo su programa de gobierno respaldaron la filosofía de: “por el bien de todos primero los pobres”.
Las campañas negativas dirigidas a su persona que pretendieron afectar las elecciones y las candidaturas del partido que formó con sus alianzas estratégicas, no lograron revertir los resultados electorales. El movimiento social de López Obrador que luego convirtió en partido político logró transformar el escenario del país, ganando la mayoría de las gobernaturas y la presidencia de la república en las elecciones pasadas. Para nadie es secreto que la marca de López Obrador aumentó la probabilidad de triunfo en los candidatos.
Faltan aún muchos análisis sociopolíticos del impacto de López Obrador en su paso por la presidencia, por ahora sus resultados están ahí, con logros y deudas. De cualquier forma, en la percepción de la mayoría de los mexicanos y mexicanas de todos los niveles socioeconómicos, López Obrador cumplió como presidente y dejó un legado, así como programas sociales que se reflejan en los bolsillos; se va con niveles de aprobación que fluctúan entre el 65 al 85%, dependiendo la encuesta que se vea. Por ahora ciclo cerrado. ¡Hasta siempre, presidente!
Las opiniones expresadas en este texto periodístico de opinión, son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles a El Comentario.