Por Ruth Holtz*
En la terapia psicocorporal leemos el lenguaje del cuerpo para corroborar lo dicho por nuestro consultante. Y procuramos que el cambio se vea reflejado en el cuerpo para considerarlo un verdadero cambio. Hay personas que dicen que “ya se sienten mejor”, y sin embargo pueden tener una expresión de ira o de tristeza “congelada” en su rostro y disimulada con una sonrisa fabricada como una máscara para que los demás se sientan a gusto. El verdadero cambio, el más profundo y con efecto permanente es el que transforma los patrones corporales de nuestros hábitos emocionales y mentales. En un tratamiento psicoterapéutico de este tipo se procura no sólo hablar de lo que nos pasa, sino sentirlo, expresarlo, desahogarlo y descongelarlo de nuestro cuerpo, en el cual habita como una tensión muscular, como un trastorno del sistema nervioso vegetativo, es decir, el que controla procesos fisiológicos involuntarios como la digestión, el latido del corazón, la sudoración o los patrones respiratorios. Hay cuerpos que se muestran fuera de la armonía física, con la espalda encorvada o el pecho hundido, con las piernas muy tensas o los brazos muy lánguidos y sin fuerza, hay quienes tienen como artificialmente muy inflado el pecho, la caja torácica, en general o presentan una “cintura de avispa” que reduce enormemente la respiración y los impulsos sexuales, etc. Todas estas deformaciones de la postura, de la movilidad, de la falta de gracia y belleza del cuerpo son resultado de la historia que la persona ha vivido. Denotan las etapas de desarrollo, sus bloqueos y frustraciones. Y nos hablan de los dolores que la persona ha ido guardando sin resolver. Y lo peor del caso es que le consumen energía, su vitalidad física se invierte en reprimirse el llanto, la ira, el abuso sexual que ha dejado huella en el cuerpo y que éste se encarga de retener para que la conciencia no lo tenga presente, para ya no sentirlo, para no sufrir.
Sin embargo, un buen día la armadura antes descrita entra en crisis. La persona crece, quiere más de la vida o vive una situación límite que la cuestiona, que le remueve lo que creía sólido y entonces la armadura se resquebraja y los asuntos pendientes comienzan a aflorar, las emociones rechazadas comienzan a salir o simplemente la persona enferma por este esfuerzo de su vitalidad por reprimirse y fingir que ciertas necesidades no existen, que ciertos deseos no se necesitan satisfacer o que ciertos dolores no se han resuelto. Algunas personas es hasta esa crisis que acuden con un psicoterapeuta. Es hasta entonces y no antes que comienzan a percatarse de que necesitan prestar atención a su verdadero ser y darle espacio para desenvolverse y que la felicidad sólo puede darse para quien puede ser cabalmente él mismo y abrirse en todas las áreas de su ser. Una psicoterapia es una invitación a desarmar esa armadura, esa coraza muscular, esa coraza de carácter y actitudes que no nos dejan ser nosotros mismos en plenitud y abiertos al placer de existir.
*Psicoterapeuta. Teléfonos: 312 330 72 54 / 312 154 19 40 | Correo: biopsico@yahoo.com.mx
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