Liderazgo político femenino en Latinoamérica (parte 1)
Por Susana Berenice Vidrio Barón*
Como nunca antes en la historia de la política, los ojos del mundo estaban puestos sobre la campaña por la presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica, en el año 2024. Esto, como resultado de un proceso no necesariamente único –dado que, en el año 2016, Donald Trump también compitió y ganó la elección en contra de una mujer: Hillary Clinton– sino más bien, con el asombro que conlleva el volver a presenciar como los votantes vuelven a elegir a este hombre que representa algunos de los ideales más conservadores, misóginos y racistas de un sector importante en la Unión Americana.
Mientras que en Latinoamérica se están dando movimientos de promoción de imagen personal y de ideales de campañas más eficientes –en función de que ganaron las contiendas– por parte de mujeres de diversos antecedentes e idearios políticos. En la historia de la vida política femenina, se cuenta con la participación de mujeres tales como Violeta Barrios viuda de Chamorro, en abril de 1990 con la victoria en su contienda la cual, no sólo la convirtió en la primera mujer elegida para el cargo de presidente de Nicaragua (1990-1997) sino de toda América Latina.
No solamente tuvo eventos difíciles de soportar –como el asesinato de su marido– sino que al llegar al poder tuvo que tomar medidas impopulares y diseñar programas de austeridad y de rechazo al Frente Sandinista de Liberación Nacional, lo cual le generó una animadversión por parte de Daniel Ortega que sigue vigente (BBC News Mundo Redacción, 2024).
Posteriormente, Mireya Mocoso, quien presidió a Panamá entre 1999 a 2004, y a quien le tocó recibir la administración del Canal de Panamá de los Estados Unidos de Norteamérica. Sin embargo, aun cuando ella luchó para que renunciaran la mayor parte de los oficiales previamente designados con el mismo, el cambio se dio de manera controlada y conforme a los requerimientos estadounidenses (The editors of Encyclopaedia Britannica, 2024).
Luego sigue el caso de Michelle Bachelet, quien fue Presidenta de Chile de 2006 a 2010 y de 2014 a 2018 apoyada por el Partido Socialista. Posteriormente fue ministra de Salud y ministra de Defensa además de directora de ONU Mujeres y Alta Comisionada de la ONU para los DD.HH. Además de ser la primera mujer presidenta de Chile, Bachelet fue la primera de América Latina en haber ocupado el cargo de ministra de Defensa (CEPAL, 2021).
Un caso, que puede entenderse como controversial, es el de Cristina Fernández de Kirchner:
Cristina Fernández de Kirchner, esposa del presidente saliente Néstor Kirchner, en las presidenciales de octubre de 2007 de Argentina sentó un precedente mundial que rememoró las peripecias político-conyugales del peronismo, el movimiento del que ambos eran militantes pero que reinterpretaron con un nuevo ismo, el de su apellido. Hacedora de una carrera política propia –diputada provincial, diputada nacional y tres veces senadora-, que la convirtió en 2003 en una especialmente influyente primera dama, Fernández representaba dentro del kirchnerista Frente Para la Victoria (FPV) un justicialismo trascendido y un centroizquierda vagamente socialdemócrata que apostaba por continuar la línea gubernamental de su carismático marido, aunque, presumiblemente, con unos matices más moderados e internacionalistas. Tras arrinconar a sus adversarios en el peronismo y anular en las urnas a una oposición fragmentada, la mandataria electa se comprometió a mantener la bonanza económica, a profundizar la lucha contra la pobreza y el paro con políticas expansionistas, a consolidar la emancipación de la deuda y a seguir achicando la impunidad de los crímenes de la dictadura, si bien los retos más urgentes los ponían la inflación y la crisis energética.
Al comenzar 2008, la flamante presidenta entabló con los productores agropecuarios opuestos a la nueva retención impositiva un crudo pulso que dañó su imagen y a la postre perdió. Los reveses políticos continuaron con la defección del vicepresidente Cobos (uno de los llamados radicales K) y culminaron con la pérdida por el FPV de la mayoría bicameral en las legislativas de 2009. De paso, la Casa Rosada colisionó con el Banco Central y la Corte Suprema, y encajó las dimisiones de varios ministros discrepantes o cuestionados. Muy susceptible a toda crítica, la dirigente hizo gala de una escasa capacidad de diálogo con sus detractores en democracia, aunque tras el tono confrontacional del Ejecutivo los observadores advirtieron la constante intromisión del primer caballero de la nación, visto como un co-regente de hecho y el verdadero muñidor de polémicas disposiciones de calado como la expropiación de Aerolíneas Argentinas, la estatización de los fondos de pensiones de gestión privada (que otorgó la jubilación con prestación a dos millones de ancianos) y la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, a cuya sombra el Gobierno hostigó a los grandes grupos de prensa no afines (CIDOB, 2011, pág. p. 1 y 2).
Actualmente, la misma se encuentra enfrentando serios problemas legales por cargos de corrupción y su figura ha perdido ese brillo mediático que la caracterizó y protegió por tantos años.
Y entre las últimas se registran las presidencias de Laura Chichilla, Costa Rica del 2010 a 2014, quien en 2020 anunció que iba competir por la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), pero decidió retirarse después de que Donald Trump anunciara una candidatura por parte de Estados Unidos. Le sigue Dilma Rousseff quien fuera presidenta de Brasil de 2011 a 2014 y de 2015 a 2016. Aun cuando cumplió dos periodos, fue prácticamente destituida para el segundo dado que se generaron dudas con respecto a las normas presupuestarias y su participación en el escándalo de Odebrecht. Dilma se ganó la admiración de muchos por ser una líder de centro con determinación y habilidad técnica. Mientras que otros la cuestionan por la falta de autonomía de Lula y la corrupción. Desde hace un año Rousseff dirige el Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS, la institución financiera del bloque de países emergentes (BBC News Mundo Redacción, 2024; ISU, 2022).
En Honduras, desde el 2022, es Xiomara Castro quien preside la nación y quien ha trabajado por que las mujeres tengan más representación en puestos de gobierno de su país. Sin embargo, enfrenta acusaciones de nepotismo y el usar una política “bukelista” con el afán de mostrar su compromiso para combatir la criminalidad (Vásquez & Jerez Moreno, 2024).
Y, por último, tenemos el reciente caso de nuestra actual presidenta, la Dra. Claudia Sheinbaum, quien es la primera mujer presienta de los Estados Unidos Mexicanos y quien, de forma arrolladora, gana las elecciones en el año 2024 en contienda con otra mujer, Xóchitl Gálvez.
Haciendo un uso tremendamente eficiente de la maquinaria política resultante del apoyo que su predecesor le brindó, y siguiendo -casi al calco- la estrategia de comunicación personal que hace alegoría al halo casi mesiánico de la figura del presidente, se sube en los hombros de los grandes y de manera muy inconspicua adopta el discurso del poder y se empodera.
Es interesante el poder identificar como, transversalmente, una de las cosas que tienen en común estas mujeres es que, para poder llegar al poder, necesitan el padrinaje o soporte, o apellido de algún hombre con figura de autoridad que las respalda. Adicionalmente, en sus estrategias de comunicación se aseguran de ratificar estos nexos y conexiones para efecto de no parecer débiles o que no cuentan con espaldarazo, puesto que esto probablemente significará un retroceso o falta de confianza del votante. (continuará …)
*PTC de la Facultad de Mercadotecnia/SNII 1 y Líder del UCOL-CA59
**Esta columna es desarrollada por integrantes del UCOL-CA59 La mercadotecnia y su relación con las ciencias sociales, adscrito a la Facultad de Mercadotecnia de la Universidad de Colima.
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