Yemen: Una Tragedia Humanitaria que no debemos ignorar
Por Minoja Leilani Martínez Tortolero y Anna Victoria Solórzano Cortés*
En la península arábiga, Yemen vive una de las crisis humanitarias más graves de nuestra era. Lo que inició como un conflicto interno en 2014 se ha transformado en una guerra de dimensiones internacionales, dejando al país sumido en el caos y la desesperación. Más allá de las cifras y los titulares, la realidad de Yemen refleja un sufrimiento humano que exige la atención del Mundo.
La guerra en Yemen tiene orígenes complejos. Desde su unificación en 1990, el país ha enfrentado tensiones políticas y sociales. La administración del expresidente Ali Abdullah Saleh estuvo marcada por corrupción y descontento, lo que abrió la puerta a movimientos de resistencia como el de los Hutíes, una facción chiita que representa a la comunidad zaidí del norte. Inicialmente surgieron como una fuerza que buscaba frenar la marginación de su pueblo, pero con el tiempo se convirtieron en un actor clave del conflicto.
En 2014, los Hutíes tomaron la capital, Saná, y en 2015 una coalición liderada por Arabia Saudita intervino militarmente para restaurar al gobierno de Abd Rabbuh Mansur Hadi. Desde entonces, la guerra ha involucrado no solo a fuerzas locales, sino también a actores internacionales como Irán, Estados Unidos y Reino Unido, quienes ven en Yemen un punto estratégico por su ubicación en el estrecho de Bab al-Mandab, vital para el comercio mundial de petróleo.
El conflicto en Yemen ha tenido un impacto humanitario bastante grave en la población civil. Más de 4 millones de personas han sido desplazadas, y millones más enfrentan hambre extrema. Según la ONU, 18 millones de yemeníes necesitan asistencia alimentaria urgente, y la desnutrición infantil ha alcanzado niveles alarmantes. Las restricciones al acceso de ayuda humanitaria, provocadas por el bloqueo de puertos y carreteras, han agravado la situación.
Además, las violaciones de derechos humanos son una constante. Escuelas, hospitales y mercados han sido blanco de ataques indiscriminados, dejando un saldo devastador de víctimas civiles. Tanto la coalición liderada por Arabia Saudita como los Hutíes han sido acusados de cometer crímenes de guerra, como el uso de bombas de racimo y ataques a infraestructuras esenciales.
Al mismo tiempo esta guerra también refleja las tensiones geopolíticas de la región. Arabia Saudita e Irán, rivales históricos, han utilizado este conflicto como un campo de batalla indirecto. Mientras que Irán respalda a los Hutíes con armas y apoyo logístico, Arabia Saudita lidera una coalición militar que incluye a Emiratos Árabes Unidos y otros países árabes.
Estados Unidos y Reino Unido han brindado apoyo logístico y armamentístico a la coalición saudí, lo que ha generado críticas por su papel en prolongar el conflicto. Por otro lado, organizaciones como la ONU y la Cruz Roja han trabajado arduamente para mediar en el conflicto y llevar ayuda humanitaria a las regiones más afectadas, aunque sus esfuerzos se ven limitados por las tensiones políticas y los enfrentamientos armados.
A pesar de los múltiples intentos de negociar la paz, los avances han sido limitados. El Acuerdo de Estocolmo en 2018, mediado por la ONU, fue un paso importante, al establecer un cese de hostilidades en el puerto de Hudayda y permitir el acceso de ayuda humanitaria. Sin embargo, la implementación del acuerdo ha sido limitada debido a la desconfianza entre las partes y la falta de cumplimiento.
En 2020, se anunció un alto al fuego unilateral en respuesta a la pandemia de Covid-19, pero los enfrentamientos continuaron en varias regiones. Estos intentos fallidos reflejan la complejidad del conflicto y la necesidad de un enfoque más integral para lograr una solución duradera.
Resolver el conflicto en Yemen requiere más que intervenciones militares y acuerdos temporales. Es fundamental que la comunidad internacional asuma un papel activo en la búsqueda de soluciones. Esto incluye presionar a las partes involucradas para que cesen las hostilidades, garantizar el acceso de ayuda humanitaria y abordar las causas estructurales del conflicto, como la pobreza y la marginación social.
Además, es crucial que los países que han vendido armas a los actores del conflicto, como Estados Unidos y Reino Unido, asuman su responsabilidad y prioricen los derechos humanos sobre los intereses económicos. Yemen necesita un enfoque que priorice la vida y la dignidad de su gente, y no los intereses estratégicos de las potencias internacionales.
La crisis en Yemen no es un problema aislado; aunque en algunos medios se mencione que ya es una guerra olvidada en realidad es un reflejo de cómo la indiferencia puede perpetuar el sufrimiento humano. Mientras millones de personas carecen de lo más básico para sobrevivir, el mundo no puede seguir mirando hacia otro lado.
Resolver este conflicto requiere un enfoque integral que priorice la ayuda humanitaria y el fin de las hostilidades. El Mundo no puede seguir mirando hacia otro lado mientras millones sufren. Yemen necesita paz, y la comunidad internacional debe asumir su responsabilidad para lograrla.
*Alumna de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad de Colima
Bibliográfica:
● Combina, F. (2021). Guerra en Yemen. El control de los puertos como clave de análisis.
● Nasser, A. (2022). El impacto de la guerra en los derechos humanos y la asistencia humanitaria en Yemen.
● Urrutia Arestizábal, A., et al. (2020). Análisis del conflicto en Yemen y la intervención internacional: Perspectivas jurídicas y humanitarias.
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