La actualidad está marcada por una constante complejidad de las tensiones sociales y los desafíos de la convivencia. Frente a ello, resulta alentador que la Universidad de Colima (UdeC), junto con otras instituciones educativas de la entidad, haya alzado la voz para reflexionar sobre la construcción de una cultura de paz.
El reciente conversatorio “Diálogos de Cultura de Paz entre Instituciones Educativas del Estado de Colima” no solo subraya la relevancia del tema, sino que también pone en evidencia la necesidad de adoptar acciones concretas que trasciendan las aulas y permeen en la sociedad.
La paz no es un concepto sencillo de definir ni un estado fácil de alcanzar. Sin embargo, no por ello deja de ser imprescindible. Lograr una cultura de paz implica una transformación profunda de valores, actitudes y conductas, un cambio que no se limita a palabras bienintencionadas, sino que demanda estrategias y compromisos sostenidos.
El citado encuentro interinstitucional destacó aspectos fundamentales que deben guiar el camino: garantizar la seguridad en los espacios educativos, promover valores como la solidaridad y el respeto, y desarrollar mecanismos efectivos para la resolución pacífica de conflictos. Recordemos que la cultura de paz no debe ser vista solo como un concepto idealista, sino como una necesidad urgente en nuestras comunidades educativas.
No obstante, el desafío es enorme. La resistencia al cambio, la normalización de la violencia y las dificultades para integrar esa cultura, son barreras que deben ser superadas con voluntad, creatividad y colaboración. En ese sentido, el conversatorio ofreció una hoja de ruta alentadora: programas de educación para la paz, estrategias de atención a la salud mental y la igualdad de género, así como protocolos normativos que fortalezcan la convivencia pacífica.
Es inspirador saber que instituciones como la Universidad de Colima están liderando ese esfuerzo desde una perspectiva integral. La paz, como proceso vivo, exige compromiso constante.