La Dirección Regional del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por sus siglas en inglés) para América Latina y el Caribe, difundió un informe donde revela un aumento en “la prevalencia de sobrepeso y obesidad infantil” en esa zona de nuestro planeta, que supera la media mundial. Hay, afirma, una escalada “alarmante” del fenómeno en las últimas 2 décadas, razón por la cual es necesario que los países de la región declaren su prevención y combate como una prioridad nacional.
El informe de la Unicef, denominado “Crece la ola de sobrepeso en la niñez. ¿Demasiado tarde para revertir la marea en América Latina y el Caribe?”, refleja que, en menores de 5 años, la prevalencia de sobrepeso en América Latina y el Caribe pasó de 6.8% o 3.9 millones de personas en el año 2000, a 8.6% o 4.2 millones en 2022. El promedio mundial actual de ese mal se ubica en el 5.6%.
En el caso de niños y adolescentes de entre 5 y 19 años, la prevalencia del sobrepeso subió de 21.5% o 35 millones de personas en 2000, a 30.6% o 49 millones en 2016. El promedio mundial en ese rango es de 18.2%.
La Unicef detectó que, en los países de América Latina y el Caribe, más de 4 millones de personas menores de 5 años y casi 50 millones con edades entre 5 y 19 años sufren de sobrepeso.
El organismo de las Naciones Unidas recuerda que el sobrepeso impide que los niños y adolescentes “crezcan sanos y alcancen su máximo potencial”. De hecho, es esa población la que está más expuesta a mantener el sobrepeso y la obesidad en la edad adulta, al contraer enfermedades no transmisibles como la diabetes, padecimientos cardiovasculares, hipertensión arterial y algunos tipos de cáncer, así como una menor esperanza de vida.
¿Qué ocasiona esa ola alarmante contra la salud de los menores? En nuestra región de América Latina y el Caribe, en los últimos 2 años persisten entornos alimentarios obesogénicos, pues se promueve el consumo de productos no saludables y altos en azúcares, grasa y sal, mismos que limitan la actividad física. Esa es la respuesta y allí está la clave para prevenir y combatir ese mal con atinadas, oportunas y científicas políticas públicas. La salud del futuro es la que está en riesgo.