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ARTÍCULO: Lugar para compartir el dolor emocional

Por Redacción Sep7,2023 #Opinión

Por *Mtra. Ruth Holtz

Vivimos tratando de evitar el dolor emocional. Cuando no lo prevenimos, con una decisión de mejorar nuestra vida, puede volverse sufrimiento y amargarnos. Se da inevitablemente por el solo hecho de estar vivos, sentir y encontrarnos en situaciones que nos generan controversia interior o atentan contra nuestra integridad psíquica. Si bien el dolor se presenta, puede irse, al menos que lo retengamos por diversos motivos. Repasarlo para que no nos vuelva a pasar o porque no lo podemos asimilar, integrarlo como una advertencia para evitar algo similar en el futuro o porque nos generó mucho enojo, resentimiento, indignación y/o decepción y lo seguimos “masticando”. Esa retención del dolor le llamamos sufrimiento. Podemos pasar dolores, pero el sufrimiento es una elección que tiene que ver con cómo elaboramos nuestro dolor, cómo lo tramitamos o cómo lo guardamos.

Prevenir, dejar ir o digerir con facilidad, son habilidades que es necesario obtener y desarrollar para poder gestionar nuestro dolor. Una de las maneras privilegiadas de obtener estas herramientas es la psicoterapia. Ese espacio vital para compartir el dolor emocional sin que padezcamos las represalias, las intervenciones y juicios de nuestros amigos y/o familiares. El ambiente propicio donde no se te juzgue, donde se valga expresar lo que sea sin que se reciban consecuencias fatales es parte de las ventajas de venir a una psicoterapia.

A veces consideramos que podemos vencer el dolor solos. Hasta cierto punto es nuestra responsabilidad y es el viaje a nuestro interior. Es allí con nosotros mismos que debemos explorar. Pero hacerlo solos tiene límites, tanto por la naturaleza de la mente que es dialógica, como por la naturaleza del inconsciente que se nos oculta y nos solemos engañar a nosotros mismos. La mente dialógica significa que no podemos pensar sino con otro, y más importante aún, las emociones y otros procesos psíquicos no cobran forma sino cuando los compartimos con alguien en quien confiamos. “Volcar” nuestro sentir como quien vacía una botella con algún líquido, es necesario pero no basta desahogarse, se requiere contar con ayuda para pensar qué es aquello que se arrojó y explorar las distintas posibilidades de su origen. El inconsciente es por naturaleza lo que se nos oculta a la luz de la conciencia para no quedar expuestos. No siempre es aceptable, tanto para nosotros como para otros, lo que surge de nuestro interior, o lo que sentimos de lo que viene de afuera, sobre todo por la manera en la que lo “significamos”. Esto último es muy importante, una cosa son los acontecimientos, que pueden ser muy crudos y dolorosos, o muy benignos, y otra cómo los interpretamos, les damos un significado que los complica, los amplía, los convierte en otra cosa de lo que ocurrió.

El lugar para compartir el dolor emocional es tan fundamental. Además del privilegio de una psicoterapia, nuestro núcleo familiar, nuestra pareja o amigos pueden ser espacios alternos, así como grupos de pertenencia como el club, la iglesia o autoridades como el pastor, el sacerdote o la persona que más acoge en la familia que puede ser un abuelo, una tía o para quienes tienen la bendición, sus padres. Pero cuando el dolor que se enfrenta implica a estas personas, quizá sea necesario para sanar expresar nuestros sentimientos encontrados contra ellos o algún grupo donde no nos acogen bien. Y si así fuera ya no se puede contar con esas personas. De allí que el espacio que queda es la psicoterapia, que es el lugar donde puede ser recibido tu dolor, elaborado y acogido, sin represalias, que está diseñado para eso, además que va más allá de sólo contar y desahogarte. El tener la ayuda de un profesional imparcial te permite obtener herramientas para enfrentar los desafíos de tu vida, aprendiendo de la experiencia y pudiendo sanar, desencarnar lo fijado en tu interior como hábitos para cambiar y crecer.

* Tels. 312 330 72 54 / 312 154 19 40   

Correo: biopsico@yahoo.com.mx

Las opiniones expresadas en este texto periodístico de opinión, son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles a El Comentario.

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