Los Tumores en el Colima prehispánico
Por Rosa María Flores Ramírez, Valery de la Rosa González y Rafael Platas Ruiz
Entre las diversas patologías identificadas en los restos óseos de la población prehispánica que habito la región que ocupa el actual estado de Colima, destaca la presencia de tumores óseos, conocidos en el ámbito médico como osteomas y osteosarcomas. Estas alteraciones representan un indicador de las condiciones de salud que enfrentaron las personas en el pasado, y su hallazgo en contextos arqueológicos permite comprender mejor la interacción entre enfermedad, ambiente y estilo de vida de las sociedades antiguas.
Los osteomas como se puede observar en la imagen 1, son tumores benignos que se originan en el tejido óseo y se caracterizan por un crecimiento lento y anómalo. Aunque en muchos casos estos tumores no causan síntomas visibles, en ciertas circunstancias pueden llegar a producir dolor, deformidades o incluso afectar órganos cercanos si se desarrollan en áreas comprometidas del cráneo o de los huesos largos Su forma suele ser redondeada u ovalada, y pueden presentar una superficie lisa o lobulada. Por lo general, miden menos de 2 cm de diámetro y afectan con mayor frecuencia a individuos jóvenes, aunque también pueden aparecer en adultos (Campillo 1993: 90, TI:). De acuerdo con Botella (2003:252), cuando se localizan en zonas como el seno frontal o la región mandibular, pueden interferir con funciones vitales como la respiración, la visión o la masticación.

Imagen 1.- Osteoma, Entierro 24, Unidad II; Análisis antropofísico “El Centenario”, Rosa María Flores y Valery de la Rosa.
Por otro lado, los osteosarcomas son tumores óseos malignos, también denominados neoplasias, que se caracterizan por la formación excesiva de tejido óseo inmaduro. Este tipo de cáncer óseo es agresivo y puede invadir tejidos cercanos, provocar metástasis y afectar severamente la calidad de vida del individuo. Los osteosarcomas tienden a localizarse en huesos largos, especialmente en la región de la rodilla (fémur y tibia), el húmero (en el codo) o en la mandíbula. Afectan con mayor frecuencia a varones adolescentes o adultos mayores. Entre sus síntomas más comunes se encuentran el dolor intenso, la inflamación localizada, limitación funcional del miembro afectado y, en algunos casos, signos de infección secundaria (Botella 2003:252-253).
En el año 2023, durante los trabajos de Salvamento Arqueológico realizados en el predio El Centenario, ubicado en el municipio de Villa de Álvarez, Colima, se identificaron tres entierros humanos con evidencia clara de la presencia de tumores óseos. Esta investigación permitió documentar y revelar aspectos fundamentales de la vida y la muerte en épocas prehispánicas. Los restos analizados correspondían a dos mujeres, de aproximadamente 21–25 y 46–50 años de edad al momento de su fallecimiento, y a un hombre de entre 40 y 45 años. Aunque estas edades podrían considerarse relativamente jóvenes en la actualidad, es importante señalar que durante el periodo prehispánico los individuos morían regularmente antes de los 50 años, por lo que esta edad se consideraba un signo de longevidad en muchas culturas mesoamericanas.
Durante el análisis antropofísico de estos esqueletos, se detectaron osteomas en distintos huesos, siendo uno de los casos más relevantes el de una mujer clasificada como Entierro 21. Este individuo presentó no solo osteomas benignos, sino también evidencia de un osteosarcoma avanzado localizado en la tibia izquierda en lo que conocemos coloquialmente como espinilla (imagen 2). El tumor se manifestó como una masa ósea esférica, densa, que alteraba visiblemente la morfología del hueso, sugiriendo un proceso patológico agresivo y posiblemente doloroso durante los últimos meses o años de vida del sujeto.



Imagen 2.- Posible osteosarcoma, Entierro 21, Unidad II; Análisis antropofísico “El Centenario”, Rosa María Flores y Valery de la Rosa.
Este tipo de lesiones no solo afectaban la capacidad física del individuo, sino que también implicaban una carga emocional y social dentro de su comunidad. Las dolencias asociadas a los tumores óseos, especialmente los malignos, como el osteosarcoma, incluían dolor crónico, inflamación, pérdida de movilidad y debilidad general, lo que obligaba al individuo a depender de cuidados externos y limitaba su participación en actividades cotidianas como la agricultura, la recolección o la participación artesanal o ritual.
Si bien no se sabe a ciencia cierta cual puedo ser el originan de estos tumores, estos pueden deberse a una combinación de factores genéticos, ambientales y posiblemente infecciosos. En épocas antiguas, donde no existían tratamientos especializados, los individuos afectados por enfermedades de este tipo probablemente enfrentaban una progresión incontrolada del padecimiento. Asimismo, la exposición a contaminantes naturales, carencias nutricionales o incluso la transmisión hereditaria de ciertas condiciones genéticas podrían haber contribuido al desarrollo de tumores en las poblaciones prehispánicas.
La identificación de estas enfermedades en contextos funerarios permite ver los problemas de salud a lo que se enfrentaban los antiguos habitantes de Colima y en muchas ocasiones indagar sobre los cuidados dados al enfermo ya que es posible observar regeneración de la zona afectada.
Así las patologías óseas, en la investigación antropológica son una ventana hacia las realidades cotidianas de las personas que vivieron hace siglos, y su estudio aporta datos fundamentales para reconstruir su historia de vida, sus dolencias y, en muchos casos, sus causas de muerte.
Por lo tanto, los hallazgos registrados en el predio El Centenario contribuyen de manera significativa al conocimiento sobre la salud y enfermedad en las sociedades prehispánicas del occidente de México. Nos recuerdan que, más allá de las grandes estructuras arquitectónicas y las piezas de cerámica de forma y decoración diversa, hubo personas reales que enfrentaron desafíos físicos y emocionales, aspectos que pueden conocerse a través del análisis de los sus huesos.
Centro INAH Colima
Bibliografía
Botella Miguel. (2003). “Patología tumoral ósea” en, Paleopatología; La enfermedad no escrita Llorens Albert Isidro, Assumpció Malgosa Morera (coord.), Barcelona, pp. 252-253.
Campillo Domingo. (1993). Paleopatología. Primeros vestigios de la enfermedad. Colección histórica de ciencias de la salud. T. I, Fundación Uriach, T.I. pp. 90.
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