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COLUMNA: Ojo de mar

Por Redacción May13,2025

Papa americano

Por Adalberto Carvajal

 “Un Papa norteamericano, de alma latinoamericana”, define Bernardo Barranco en el programa especial que, para analizar “a bote pronto” la elección de León XIV, realizó el sociólogo y politólogo en el Sistema Mexiquense de Radio y Televisión que dirige.

Nacido en Estados Unidos y peruano por naturalización. Robert Francis Prevost Martínez se formó como fraile bajo la regla de San Agustín, pero hizo sus estudios superiores en la Unión Teológica Católica de Chicago, donde convivió tanto con futuros sacerdotes diocesanos como de otras órdenes religiosas. En la Universidad Villanova (casa de estudios que los agustinos tienen en Filadelfia), obtuvo una licenciatura en Filosofía y otra en Matemáticas.

Barranco destacó que el primer mensaje del Papa León XIV haya iniciado con la oración: “La paz sea con ustedes”. Deseo necesario cuando se vive una tragedia en Gaza, un conato de guerra entre India y Pakistán o el drama en Ucrania.

Celebró que Prevost no haya mencionado la ciudad donde se formó (Chicago), pero sí la última en donde fue obispo: “Mi querida diócesis de Chiclayo”. Y también que, además del italiano, haya usado el español de su patria adoptiva, Perú, y no su lengua materna, el inglés de Estados Unidos.

Barranco festinó que el papa expresara su agradecimiento al difunto Francisco. Y que rezara el Ave María por primera vez en una aparición inaugural ante la plaza de San Pedro.

Por la oportunidad periodística y el prestigio de los entrevistados, la señal del programa especial fue retomada por Capital 21 -el canal público de la Ciudad de México- y por otros medios de la Red México que agrupa a las radiodifusoras y televisoras educativas y culturales del país.

Barranco es conocido en la televisión pública como presentador de “Sacro y Profano”, una mesa especializada en sociología de las religiones que lleva 15 temporadas transmitiéndose en canal Once. Antes condujo por 18 años “Religiones del Mundo” en Radio Red, de donde fue despedido en 2013 por colaborar con Carmen Aristegui con un comentario sobre el anterior cónclave. Y es investigador en la Universidad Iberoamericana.

Emperador de Occidente

Ordenado sacerdote en Chicago, Prevost pasó la mayor parte de su vida pastoral como misionero en Perú. Antes de servir como administrador apostólico y titular en la diócesis de Chiclayo, fue prior general de los agustinos. En 2023 fue llamado al Vaticano para integrarse a la curia romana. Francisco lo nombró arzobispo ‘a título personal’ y lo designó prefecto para el Dicasterio de los Obispos, además de presidente de la Pontificia Comisión para América Latina.

Creado príncipe de la Iglesia apenas en 2023 pasó rápido del título de cardenal diácono a cardenal presbítero y, en febrero del año en curso, Bergoglio lo nombró cardenal obispo. Pertenecer a esa orden en el colegio es uno de los requisitos para ser electo Papa (si el purpurado que obtuvo la mayoría de los votos no tiene el grado, debe ser elevado en ese momento). Y cobra sentido que Francisco le haya concedido esa categoría a Prevost, cuando sintió que el final de su pontificado se acercaba.

En apariencia, la elección del nuevo pontífice demostró que Donald Trump logró influir en el cónclave, tal como adelantó que haría. Pero los conocedores del contexto eclesiástico descifraron el intríngulis que llevó a la entronización de León XIV, precisamente al contrario: lo que quisieron los cardenales fue dar paso a un papado que entienda, sí, pero más que nada contenga al presidente de los Estados Unidos.

Dispuesto a someter también a las iglesias a los intereses de los señores tecno feudales que, con su discurso anti globalista, en realidad buscan socavar a los estados nacionales y dar paso a una nueva etapa del capitalismo mundial, Trump sigue el ejemplo de Vladimir Putin. El zar ruso controla al patriarca ortodoxo y, en la era postcomunista del imperio, volvió a hacer del cristianismo bizantino la religión de Estado

Fuerza de león

En su primera audiencia formal tras el cónclave, León XIV explicó por qué eligió su nombre pontificio. Remitiéndose a la tradición de la doctrina social de la Iglesia, pidió recoger la “valiosa herencia” de Francisco y continuar el camino trazado por el Concilio Vaticano II.

Ante sus “más estrechos colaboradores”, como llamó a los cardenales, el pontífice explicó que la elección del nombre de León no fue casual ni meramente simbólica, sino profundamente intencionada: es un homenaje a León XIII, autor de la encíclica Rerum novarum que en 1891 sentó las bases de la doctrina social de la Iglesia en el contexto de la primera revolución industrial, cita Infobae.

“El Mundo atraviesa una nueva revolución, esta vez ligada al desarrollo de la inteligencia artificial”, expresó León XIV al decir que asume un “yugo que claramente supera no sólo mis fuerzas, sino las de cualquier otro”.

Lo hace retomando la figura de León XIII, quien con la Rerum novarum “afrontó la cuestión social en el contexto de la primera gran revolución industrial”. En el marco de la revolución del algoritmo, los desafíos contemporáneos en torno a la dignidad humana, la justicia y el trabajo requieren que la Iglesia ofrezca “su patrimonio de doctrina social” como respuesta.

El mensaje es claro: “Su pontificado buscará retomar y proyectar hacia el presente los principios de justicia y defensa del débil que marcaron el magisterio de León XIII, pero adaptados a los dilemas del siglo XXI. La alusión explícita a la inteligencia artificial, un tema inusual en un contexto eclesial hasta hace poco tiempo introduce un horizonte pastoral donde las transformaciones tecnológicas aparecen como elementos centrales en la reflexión moral de la Iglesia”, apunta el reportero Carlos Eduardo Martínez.

León XIV se remontó al Concilio Vaticano II y trazó una línea eclesial entre ese documento y la exhortación apostólica Evangelii gaudium del Papa Francisco a “la conversión misionera de toda la comunidad cristiana, el crecimiento en la colegialidad y en la sinodalidad; la piedad popular; el cuidado amoroso de los débiles y abandonados, y el diálogo valiente y confiado con el mundo contemporáneo en sus diferentes componentes y realidades”.

Prevost se presenta, pues, como heredero de una doble tradición: la doctrina social de León XIII y el testimonio pastoral de Bergoglio. “En sus palabras se dibuja el perfil de un pontificado que no reniega del pasado, sino que lo convoca como brújula para enfrentar un futuro incierto”, cierra la nota de Infobae.

Su primera vez

Antes que el nuevo Papa, como es tradicional, explicara la razón de su nombre, el académico y político italiano Stefano Ceccanti había especulado en la conversación con Bernardo Barranco sobre la conexión con León XIII.

“Puede ser la principal explicación”. Aunque también se comentó en los medios que podía ser una referencia al hermano León que acompañó en sus últimos años a San Francisco de Asís, y continuó su trabajo en la orden franciscana.

Ceccanti se decanta por la primera clave de interpretación: León XIII es famoso por la cuestión social; la Rerum novarum permitió asociaciones de obreros, no sólo de católicos. Hasta entonces, la Iglesia promovía la idea corporativa de que los trabajadores y los patrones tenían que conformar una red sindical unicamente de católicos. León XIII insertó, de esta manera, un primer elemento de modernidad en la cuestión social de la iglesia.

La segunda importancia de su pontificado es la apertura política. Gioacchino Pecci propuso a los católicos franceses no ser nostálgicos de la monarquía. En sus encíclicas llamó a los católicos a mantenerse equidistantes entre los diferentes regímenes, no ligarse necesariamente a la monarquía legitimista.

La estrategia conocida como el Ralliement buscaba que los católicos franceses se integraran y contribuyeran a la vida pública, evitando caer en una postura de oposición directa. Pero el exhorto no marchó porque la Tercera República Francesa tenía una visión laicista muy sectaria, y también porque los católicos franceses eran reaccionarios ante la revolución.

Como sea, la “adhesión” creó un nuevo clima político y cuando se afirmaron posiciones más integristas como la de Acción Francesa, en 1926 Pio XI condenó a ese movimiento de extrema derecha teniendo como base las ideas de León XIII.

En el aspecto geopolítico, ¿qué lectura le da Ceccanti al hecho de que el nuevo Papa sea norteamericano?

Si León XIV habló en su mensaje inaugural de Perú y no de Estados Unidos, eso sugiere que se considera un Papa que viene de todo el continente americano y no sólo del norte. Claramente tiene una posición, observa Ceccanti.

La decisión de ponerlo al frente de la Congregación para los Obispos estuvo ligada al necesario cambio de aquel sector del episcopado estadounidense demasiado favorable a Trump. Incluso considerando que meses antes de ser elegido sumo pontífice León XIV compartió en la red social X artículos que criticaban a Donald Trump y a su vicepresidente J. D. Vance, sobre todo por sus políticas migratorias, nunca hubo un enfrentamiento directo, pero es claro que el Papa tiene una visión muy diferente a la Casa Blanca.

Con guante blanco

Para el entrevistado, será un conflicto muy diplomático, muy sutil, no un choque frontal. Y se dará principalmente al interior de la iglesia de los Estados Unidos.

Barranco recuerda que uno de los últimos actos que hizo Francisco con la Iglesia norteamericana fue exigirle a los obispos que tuvieran mano dura con el gobierno; que fueran un contrapeso frente a la política migratoria de Donald Trump. De hecho, les pidió que apoyaran a los migrantes en las redadas que se estaban dando en Estados Unidos. Y la sorpresa fue que, si bien algunos prelados reaccionaron frente a esta exigencia del Papa, la mayoría no.

Resultará interesante ver si este Papa norteamericano logra tener más ascendencia sobre ese clero, y si consigue que la muy poderosa Iglesia Católica en Estados Unidos sea efectivamente un contrapeso, comenta el conductor.

Ceccanti reafirma: hay una visión diferente entre Roma y Washington, y ha sido constante desde hace años. Cuando en la Congregación para la Doctrina de la Fe estaba estaba el cardenal Ladaria, por orden de Francisco escribió una carta muy argumentada a los obispos americanos para que se ocuparan no sólo del aborto sino, también, de las otras cuestiones sociales que suponían un problema para la presidencia republicana en el primer mandato de Trump.

La opción de elevar a Papa a un purpurado que vino de Norteamérica, fue para frenar las tendencias cismáticas más extremas. Al final, es un papa que nació en Estados Unidos. No puede ser criticado por tener un prejuicio antinorteamericano, pero es previsible un cambio de los obispos americanos. Continuará los relevos que Prevost había comenzado a hacer en la Congregación de Obispos. Y este equilibrio hará la diferencia frente a una administración que se ha manifestado en contra de la enseñanza social de la Iglesia.

A todo esto, ¿cómo recibieron los italianos la elección de un segundo papa venido del nuevo mundo?, pregunta Barranco. ¿No hubo desilusión porque ignoraron a Pietro Parolin, Matteo Zuppi o cualquiera de los cardenales italianos?

No, porque “ni la iglesia italiana esperaba un papa italiano”. Y es que desde 1978 cuando se eligió al primer Juan Pablo, no ha vuelto a haber un papa nacido en la bota itálica. Los católicos se habían acostumbrado a que los papas fueran italianos, pero después de Albino Luciani vinieron un polaco (Karol Wojtyla), un alemán (Joseph Ratzinger) y, por primera vez en siglos, un no europeo (Jorge Mario Bergoglio), argentino pero de ascendencia piamontesa.

El dilema del pasado cónclave -dice este profesor de Derecho Público en la Universidad de Pisa y ex diputado del Partido Democrático- no era ese. El verdadero problema estriba en una de las grandes cuestiones del catolicismo: si el papado debía volver “a la parte norte del hemisferio”, donde se están enfrentando “los grandes desafíos de la sociedad secularizada”. Y como también en Estados Unidos que tradicionalmente había sido una excepción respecto a Europa comenzó a darse una fase de secularización, el desafío es para todo Occidente.

Ceccanti piensa que Prevost será bien aceptado. Evidentemente, la Iglesia pasará de un Papa carismático (Francisco) a uno más diplomático e institucional (León XIV), con poco menos empatía. “Esto es fisiológico, normalmente después de un papa carismático tenemos siempre un papa más institucional. Pero no veo problemas de recepción del pontificado en Italia. Al final, cuando cambia el Papa todos los obispos de la península se asumen como defensores del nuevo pontífice. Hay una natural legitimidad del papa, que los italianos agradecen”.

Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com

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