Paradoja de la imagen turística negativa y el éxito de México en el mercado turístico internacional
Por Carlos Mario Amaya Molinar*
La actividad turística es relevante para México por su aportación económica: genera ingresos, empleos e impuestos, beneficiando económicamente a empresas, personas y Gobierno. Además del producto tradicional de sol y playa, el país presenta una importante oferta de patrimonio natural y cultural. A pesar de la vecindad con Estados Unidos de América, uno de los principales países emisores de turistas en el Mundo, el aprovechamiento de la capacidad turística nacional resulta limitado por diversos factores, especialmente, por la inseguridad que aqueja a la sociedad mexicana.
El narcotráfico en México surgió hace más de un siglo, con la connivencia de autoridades de diversos niveles; con el paso del tiempo, las organizaciones de narcotraficantes se diversificaron hacia otros campos de actividad delincuencial, como la extorsión, el secuestro, el tráfico de personas y el lavado de dinero. Paradójicamente, aunque la actividad criminal genera una imagen bastante negativa, durante 2023 México recibió 42 millones de visitantes internacionales, ubicándose en sexto lugar mundial en esta categoría.
Después de duras experiencias, los operadores turísticos mexicanos han desarrollado mecanismos de resiliencia frente a catástrofes naturales, pero en el pasado reciente, destinos y empresas turísticas mexicanas se enfrentan a una amenaza más grave y difícil de superar: el crimen organizado. Este nefasto fenómeno social se incrementó exponencialmente durante la primera década del siglo XXI, creciendo desde algunos sectores y territorios localizados para pasar a disputar abiertamente el poder del estado en parte importante del territorio nacional. El crimen organizado se sustenta en la aquiescencia de las autoridades y en la situación de pobreza, marginación y atraso educativo de grandes segmentos de la población.
Entre los años 2017 y 2024 se cometieron anualmente en México más de 40 mil homicidios dolosos, convirtiendo a nuestro país en líder en tasa de asesinatos en el continente americano. El Gobierno estadounidense recomienda a sus ciudadanos no viajar a 30 de los 32 estados de México, lo que no impidió a más de 9 millones de estadounidenses arribar a México por vía aérea en 2024, aunados a 21 millones de viajeros que visitaron los destinos de la frontera norte, abonando a los 33 billones de dólares generados por el turismo internacional ese año.
Los resultados positivos de México en el turismo internacional pueden comprenderse por varios factores. De entrada, el crimen organizado no ataca turistas, sino a la población local: estadísticas oficiales muestran cómo las empresas son víctimas de delitos como extorsión y robo, ilustrando el papel que las autoridades gubernamentales juegan en la incidencia delictiva, la impunidad y el lastre burocrático. En este contexto, las acciones y omisiones de las autoridades gubernamentales las posicionan a la par del crimen organizado, ya sea como agente asociado o como observador pasivo y aquiescente.
El crimen organizado también explota al sector turismo operando empresas turísticas para lavado de dinero y financiando negocios con recursos de procedencia ilícita, generando una competencia desleal para los emprendimientos lícitos. Por otra parte, las estadísticas aeroportuarias demuestran que los turistas internacionales se concentran en unos pocos destinos turísticos, absteniéndose de circular libremente por el territorio nacional. En cuanto al turismo fronterizo, más del 80% de los visitantes son mexicanos o descendientes de paisanos radicados en el país vecino, que no se sienten inseguros en el territorio nacional.
Puede afirmarse que México vive una crisis permanente y creciente de inseguridad en sus destinos turísticos que, si bien no afectan directamente la integridad de los visitantes, sí asfixia permanentemente a las empresas turísticas y a la población local. La voluntad política puede impulsar o impedir el desarrollo de un destino turístico; en nuestro país, la voluntad política de las autoridades para asociarse o permitir la operación del crimen organizado ha devastado la imagen turística nacional, a pesar de la abundancia de recursos turísticos naturales y culturales de México. De no ser por la inseguridad y la imagen turística negativa generada por el crimen organizado, México sería una potencia turística mundial.
(La presente nota se deriva del trabajo: “Molinar, C. M. A., & Carrillo, I. M. (2024). “Crime and Insecurity as Factors of Uncertainty and Erosion of the Tourist Image of Mexico. In Tourism in a VUCA World: Managing the Future of Tourism” (pp. 187-201). Emerald Publishing Limited. https://doi.org/10.1108/978-1-83753-674-020241013”)
*Profesor e investigador de la Facultad de Turismo de la Universidad de Colima
Contacto: cmamaya@ucol.mx
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