Por José Luis Larios García*
Primera parte
Cada año se conmemora el inicio de la Independencia, enarbolada por el cura Miguel Hidalgo y Costilla en el pueblo de Dolores. Acompañado de Juan Aldama, Ignacio Allende y otros tantos insurgentes se levantaron en armas la noche del 16 de septiembre de 1810. La insurrección perpetrada fue para abolir los privilegios que la corona española otorgaba principalmente a los peninsulares. Según la arenga tradicional comenzó “al grito de ¡viva Fernando VII! ¡Viva la América! ¡Viva la Virgen de Guadalupe! ¡Mueran los Gachupines!” (AMV: La luz de la Libertad, 1859, tomo III, núm. 7).
El tema de la guerra de Independencia en Colima se ha abordado desde una perspectiva basada en los acontecimientos más relevantes en el ámbito político, económico, social, militar e ideológico, desarrollados durante las 2 primeras décadas del Siglo XIX. Por lo tanto, las fuentes documentales son primordiales para indagar la memoria colectiva de los pueblos, por fortuna, nos llevan a descubrir o entender nuevos pasajes de la historia.
Los hechos propiciados en Colima y su región a causa de la sublevación, quedaron plasmados en escritos de la época, como oficios, correspondencia, actas de cabildo, cartas, informes, bandos, entre otros. No obstante, la mayoría de los historiadores recurren al libro Colima y la guerra de Independencia, de José María Rodríguez Castellanos, editado en 1911 por la imprenta del Gobierno del Estado; hizo una excelente compilación de textos que aluden al movimiento independentista.
Las fuentes consultadas por el autor, despiertan interés de los investigadores del tema; sin embrago, se ha comentado que el material se ha perdió con el paso del tiempo. En el Archivo Histórico del Municipio de Colima, aún se reguardan expedientes de gran valor histórico, ubicados en las distintas secciones de su acervo. Los documentos son como rompecabezas que se deben de unir para crear historias y reconstruir el pasado, con base a datos fidedignos, -lo más gratificante para el historiador es hurgar el papel antiguo y obtener la información-.
Dicho lo anterior, se trascribe de manera fiel un extracto del acta de cabildo de 1810, donde las autoridades del Ayuntamiento de Colima anuncian con inquietud y preocupación, la entrada de fuerzas insurgentes a la zona:
En la villa de Colima á doce de Octubre de mil Ochocientos diez. Los señores de este Ilustre. Ayuntamiento, D. Juan Linares, Subdelegado de este Partido en las cuatro causas; D. Miguel Coronado, Alcalde Ordinario de primer voto en tuno; el Capitán D. José Baldovinos, que lo es de segundo; D. Alejo de la Madrid, Diputado, y el Síndico Procurador D. Juan Cayetano Anguiano, dispusieron se convocase á algunos de los vecinos principales de este lugar; y en efecto, habiendo comparecido D. Tomás Bernardo de Quiroz, Administrador de Correos y de los Diezmos; y del comercio, D. Fulgencio Díaz, D. Pascual Díaz, D. Martín de Anguiano, D. Francisco Solórzano, todos del comercio, D. Rafael Ursua y D. Santiago Plaza, congregados todos en esta Sala Capitular, dijeron: Que han tenido noticia de que el ejército enemigo de la Insurrección, que se dice haber asaltado por varios pueblos de la Nueva España, saqueándolos y desolándolos, se ha acercado ya por las inmediaciones de Zapotlán el Grande, y que pasa por Mazamitla; y conviniendo por lo mismo ponerse este vecindario en acción de defensa por si acaso á él se inclinaren, acordaron lo siguiente: que ante todas cosas pasen D. Martín Anguiano y D. Tomás Martínez de Campo, el primero a los lugares de Tecalitlán, Tamazula, Zapoltitic, Tuxpan é inmediaciones; y el segundo por el rumbo de las barrancas hasta Tenquic, ó donde convenga; ambos con el objeto de descubrir la situación de aquel ejército, calcular su número de hombres de infantería y caballería, qué jefes lo comandan, si viene ó no su principal Caudillo, qué armamento traen, cuál es su rumbo ó inclinación, y aún sus intentos si fuere posible descubrirlos, procurando hacerse de las alturas o mejores vijías, tomando todas las noticias de los pueblos, ranchos y pasajeros, y comunicándolas al instante sin pérdida á este Ayuntamiento y Congreso; para lo cual se les faciliten los socios y mozos que hayan menester, de su suerte que diariamente den parte de las observaciones que hicieren, para que este cuerpo pueda dictar con todo los conocimientos y acierto que desea, las providencias oportunas para librar al pueblo de la tiranía y estragos á que está expuesto si no se toman las precauciones necesarias: Que dicho D. Martín pase a Tecalitlán con orden para aquel Teniente, en que se le prevenga le ministre todos los auxilios y gente armada que haya menester: Que al instante se liberen órdenes al Administrador de las haciendas de La huerta y al encargado del puesto de Albarrada ó Alcaraces, previniéndose al primero esté pronto con toda la gente de dichas haciendas, así para resguardar sus ganados y demás intereses, como para contribuir con los auxilios y ayudas necesarias á esta Cabecera, siempre que se le pida ó él vea la necesidad de sus socorros; y al segundo, que junte á todos los vecinos de aquellos ranchos , y que armados estén también á prevención para cualquier ocurrencia, ministrando la que necesite el comisionado Martínez para la expedición supradicha: que en consideración á la necesidad actual y á la falta de tropas en que ha quedado el lugar para contener cualquier revolución popular, justamente temible en cualquier circunstancias del día, se organice una fuerza de Defensa Interior, á lo menos de cincuenta hombres, treinta de ellos fusileros, armándose los primeros en el modo posible de los fusibles y escopetas que se encuentren entre los vecinos y los segundos, de las lanzas mandadas a construir de los fondos de Propios; liberándose al efecto el correspondiente oficio al Señor Comandante D. Francisco Guerrero del Espinal con el objeto de que se sirva de auxiliar de su parte esta determinación, y que eligiendo de los soldados supernumerarios de las Compañías de esta división los más honrados y expertos, nombre de los demás paisanos españoles los que le parezcan más a propósito para completo de los cincuenta hombres que como queda dicho, han de componer las fuerzas y resguardo interior del lugar, los cuales han de mantenerse acuartelados y en continua disciplina en el uso y ejercicio de las armas para que estén prontos á cualquier hora que se necesiten.
Así lo acordaron y firmaron el acta todos los Señores del Congreso: AHMC, Actas de Cabildo (1804-1810), acta del 12 de Octubre de 1810, caja F-3, posición. 1.
*Investigador del Archivo Histórico del Municipio de Colima y docente de la Universidad de Colima.
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