Dom. Dic 7th, 2025

COLUMNA: Ciencia y futuro

Por Redacción Jun25,2025

Las y los estudiantes universitarios ¿tienen buena o mala alimentación?

Por Dr Carlos Eduardo Barajas Saucedo*

El camino universitario es frecuentemente idealizado como una etapa de descubrimiento, libertad y crecimiento personal. Sin embargo, para muchas y muchos estudiantes, representa un periodo sobrecargado de exigencias académicas, presiones sociales y cambios en su estilo de vida que impactan directamente en su salud física y emocional. Pensaríamos que la juventud es un escudo contra las enfermedades, pero la realidad es otra.

En la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad de Colima, un grupo de estudiantes fue evaluado para conocer cómo sus hábitos cotidianos influían en su bienestar. Lo que encontramos es un reflejo de lo que viven muchos jóvenes en formación: el descuido de la salud se normaliza ante las demandas del día a día; horarios irregulares de sueño, alimentación apresurada y poco nutritiva, bajo nivel de actividad física y un estrés constante que se combinan para generar condiciones propicias para el desarrollo de problemas metabólicos.

Realizamos un estudio en el que participaron 62 estudiantes de ambos sexos. A través de cuestionarios y evaluaciones físicas y bioquímicas, se identificaron signos en su salud que nos parecen preocupantes. Doce de ellos presentaban un conjunto de alteraciones conocidas como síndrome metabólico, el que incluye factores como obesidad abdominal, presión arterial elevada, colesterol HDL bajo y triglicéridos altos. Estos signos no son solo datos de alerta médica, sino es una advertencia que nos indica que ser estudiante no excluye el riesgo de contar en la juventud con enfermedades crónicas.

Más allá de los números, también hay historias. Hay jóvenes que llegan a clases después de realizar jornadas laborales, que apenas tienen tiempo para alimentarse bien o ejercitarse. Hay quienes sacrifican horas de sueño para cumplir con tareas o estudiar para exámenes. Algunas y algunos estudiantes cargan con presiones familiares, económicas y personales que no se reflejan en una boleta de calificaciones, pero que pesan tanto como cualquier materia reprobada. En ese contexto, la salud pasa a segundo plano.

El estrés académico es un fenómeno real. A menudo se subestima, pero su efecto acumulado se manifiesta en el cuerpo: aumento de peso, fatiga constante, problemas digestivos, alteraciones del ánimo. Y este estrés no distingue género, aunque algunas diferencias fisiológicas entre hombres y mujeres hacen que ciertos parámetros varíen. Por ejemplo, en el grupo estudiado, los hombres tendían a tener mayor peso y circunferencia de cintura, mientras que las mujeres presentaban un mayor porcentaje de grasa corporal.

¿Y la actividad física? En muchos casos, ausente. No por falta de voluntad, sino por falta de tiempo o espacios adecuados. La mayoría de las y los aprendices no realiza ejercicio de forma regular, lo que afecta no solo su condición física, sino también su capacidad de concentración y su salud emocional. A esto se suma una dieta basada en lo rápido y barato: frituras, refrescos, pan dulce, comida procesada. Es comprensible, pero no saludable.

Este artículo no busca alarmar, sino generar conciencia. Estudiar una carrera profesional exige mucho, pero no debería implicar costos a la salud. Las instituciones educativas también deben asumir un rol activo, promoviendo estilos de vida saludables, ofreciendo espacios para el descanso, el deporte, la alimentación balanceada y el acompañamiento psicológico. La salud de las y los estudiantes es también una condición para el éxito académico.

Como parte del equipo responsable de esta investigación, puedo decir que fue gratificante y preocupante al mismo tiempo ver los resultados. Gratificante por la participación activa de los estudiantes y por los aprendizajes compartidos. Preocupante, porque los datos confirman una realidad que se repite en muchos espacios universitarios: Las y los jóvenes están en riesgo y no lo saben.

Este trabajo fue presentado en el XLV Congreso Nacional de Químicos Clínicos con sede en Mazatlán, Sinaloa, en 2023 y la experiencia permitió no solo compartir resultados, sino también abrir el diálogo sobre la salud estudiantil con colegas de todo el país. Esperamos que este tipo de estudios sirva como punto de partida para diseñar estrategias que cuiden mejor a quienes están en proceso de formarse profesionalmente.

La juventud es una etapa para aprender, crecer y proyectarse. Pero también es una etapa para cuidarse. Porque el cuerpo que hoy se descuida será el que enfrente mañana las consecuencias. Y porque ningún título vale más que la salud de quien lo consigue.

*Profesor e investigador de tiempo completo de la Facultad de Ciencias Químicas e integrante del núcleo académico básico en la Maestría en Nutrición Clínica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Colima.

Las opiniones expresadas en este texto periodístico de opinión son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles a El Comentario.

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