Impacto de la inteligencia emocional en el rendimiento académico
Por Doctor Ángel Rafael Vargas Valencia*
La relación entre la inteligencia emocional y el rendimiento académico en las y los estudiantes destaca la creciente relevancia de las competencias emocionales en el ámbito educativo, mientras que los enfoques pedagógicos tradicionales priorizan exclusivamente las habilidades intelectuales y académicas, por lo que es crucial reconocer que el bienestar emocional del alumnado influye significativamente en su capacidad de aprendizaje y desempeño.
Dimensiones como la atención, claridad y reparación emocional demuestran que las y los aprendices que gestionan eficazmente sus emociones tienden a lograr un rendimiento académico más alto, este hallazgo subraya la necesidad de que las instituciones educativas integren estrategias que promuevan el desarrollo de la inteligencia emocional, al hacerlo, no solo se optimiza la calidad del aprendizaje, sino que también se fomenta un entorno propicio para el desarrollo integral del individuo.
El estudio de la inteligencia emocional es clave no solo para el rendimiento académico, sino también para el bienestar psicológico y el desarrollo social estudiantil. En un entorno educativo caracterizado por altos niveles de estrés y competencia, la capacidad del estudiantado para reconocer, comprender y manejar sus emociones se convierte en un factor determinante, no solo para su éxito académico, sino también para su salud mental y su habilidad de interactuar eficazmente con los demás, además, la inteligencia emocional abre un campo de estudio interdisciplinario que conecta psicología, educación y socialización.
Se ha indagado el nivel de inteligencia emocional y la relación con el rendimiento académico mediante el TMMS-24 (Escala Rasgo de Metaconocimiento Emocional), el cual es un instrumento que evalúa la inteligencia emocional a través de 3 dimensiones: atención, claridad y reparación emocional, compuestas por 8 ítems cada una, que los participantes califican en una escala tipo Likert de 5 puntos.
Se aplicó a estudiantes de enfermería, en un rango de edad de 20 a 27 años, utilizando un muestreo intencionado y probabilístico, su validez se respalda por su contenido teórico, la estructura de 3 factores confirmada a través de análisis factorial, su capacidad para predecir resultados académicos y emocionales, y un alto coeficiente Alfa de Cronbach (0.936), lo que indica una excelente consistencia interna, por lo que se plantea que el TMMS-24 es un instrumento confiable y adecuado para la evaluación de la inteligencia emocional en contextos educativos.
Es de relevancia la aplicación de esta herramienta en estudiantes de enfermería, donde las interacciones emocionales con pacientes son fundamentales. Desarrollar estas habilidades resulta esencial, dado que los estudiantes de enfermería con alta inteligencia emocional están mejor preparados para afrontar el estrés y manejar emociones complejas, permitiéndoles brindar un cuidado más empático y eficiente.
Los hallazgos en esta área también pueden transformar las prácticas pedagógicas, que favorezcan la incorporación de la inteligencia emocional en los planes de estudio, lo que implica capacitar, acompañar y dar seguimiento a los docentes para reconocer su relevancia y crear un ambiente de aprendizaje enfocado no solo en el desempeño académico, sino también en el crecimiento emocional de los estudiantes, lo cual, incluiría talleres de gestión emocional, estrategias de afrontamiento y actividades de autocuidado.
Por otro lado, fomentar una cultura universitaria basada en la comprensión y el apoyo emocional puede reducir la ansiedad, la depresión y el aislamiento social que muchos estudiantes enfrentan, enfoque que no solo beneficia a nivel individual, sino que también mejora la dinámica grupal y fortalece la cohesión, creando un ambiente educativo más colaborativo y estimulante.
En un mundo laboral cada vez más interconectado y diverso, habilidades como la empatía, la comunicación efectiva y la colaboración, todas relacionadas con la inteligencia emocional, son esenciales, pues los empleadores valoran estas competencias, haciendo imperativo preparar a la comunidad estudiantil no solo para destacar académicamente, sino también para integrarse con éxito en la fuerza laboral.
Finalmente, promover la inteligencia emocional tiene un impacto duradero que trasciende la vida académica; equipar a las y los jóvenes con habilidades para gestionar sus emociones, cultivar relaciones saludables y enfrentar desafíos contribuye a formar adultos resilientes y equilibrados, lo cual, impacta positivamente no solo en su desempeño profesional, sino también en su calidad de vida personal.
Por estas razones, la inteligencia emocional en los programas educativos contemporáneos no es solo relevante, sino también urgente. Invertir en el desarrollo emocional de las y los estudiantes es invertir en una sociedad más empática, resiliente y competente.
Estos datos fueron recuperados de una investigación que se encuentra publicada en el siguiente artículo: Inteligencia emocional y rendimiento académico de los estudiantes en la Facultad de Enfermería de la Universidad de Colima, cuyo enlace es el siguiente: https://www.cucs.udg.mx/revistas/edu_desarrollo/anteriores/65/65_Vargas.pdf
*Director del Centro Universitario de Análisis Estadísticos y de Opinión Pública de la Universidad de Colima
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