En el globalizado Mundo actual, donde las fronteras culturales se entrelazan con frecuencia, las instituciones de educación superior tenemos la responsabilidad ineludible de liderar la promoción de la interculturalidad. La Universidad de Colima (UdeC), en su carácter de institución pública, no solo ha reconocido esa tarea, sino que ha asumido un papel activo en su implementación, demostrando que la educación no puede entenderse sin un compromiso con la diversidad cultural.
La interculturalidad no es simplemente la convivencia entre personas de distintas culturas; es un diálogo genuino entre tradiciones, lenguas y cosmovisiones que enriquece nuestra sociedad. Para lograrlo, es fundamental fomentar espacios de aprendizaje donde estudiantes y docentes se nutran mutuamente de sus diferencias y coincidencias.
La UdeC ha dado pasos significativos en esa dirección mediante la inclusión de programas académicos que abordan las raíces culturales de nuestra región, como el trabajo con comunidades, y a través de proyectos de movilidad internacional que permiten a nuestros estudiantes y docentes experimentar otras formas de vida y pensamiento.
En un estado como Colima, cuya diversidad cultural es menos visible en comparación con otras regiones del país, se vuelve aún más urgente construir puentes entre las comunidades urbanas, rurales e indígenas. Las universidades deben asumir un liderazgo claro y establecer mecanismos permanentes que amplíen la participación de sectores tradicionalmente excluidos del sistema educativo, asegurando su integración efectiva.
Promover la interculturalidad no solo es una responsabilidad moral, sino una estrategia imprescindible para construir una sociedad más justa y cohesionada. En una época marcada por tensiones identitarias y crecientes desafíos sociales, las universidades, como la nuestra, deben iluminar el camino hacia una convivencia más armoniosa.

