Prior del Convento de San Juan de Dios
Por José Luis Larios García
El acervo del Archivo Histórico del Municipio de Colima resguarda un sinfín de hechos y situaciones de sus pobladores, plasmados en los expedientes antiguos. En la sección “F” se ubican las actas de Cabildo de la época virreinal, las cuales forman parte del patrimonio documental del Ayuntamiento. Los datos describen aconteceres de la política y vida cotidiana de la villa de Colima de la Nueva España. También, enumera acuerdos, bandos y reglamentos expedidos por la autoridad real.
Al explorar las fojas del Libro de Actas de Cabildo de 1770 a 1795, —por cierto, ya restaurado para su mejor conservación— llamó mi atención un asunto de lo más peculiar e interesante que sucedió en el Convento-Hospital de San Juan de Dios, por estar implicados personajes destacados la política local y eclesiástica de Colima.
En 1790, dos años antes de la llegada del cura Miguel Hidalgo y Costilla a la iglesia parroquial (hoy Catedral Basílica Nuestra Señora de Guadalupe), el reverendo padre fray Manuel Bonifacio Navidad, acudió ante el subdelegado Luis Gamba y González, quien fungía como presidente en el cabildo, para solicitar se investigue a fray Gregorio San Román, Prior del Convento de San Juan de Dios, por actos indebidos en el ejercicio de su ministerio (AHMC: acta del 4 de septiembre, 1790, f. 317 vta.).
Reunidos en la sala de Cabildo con sede en las casas reales (hoy Palacio de Gobierno), la comisión encargada de llevar a cabo las diligencias del caso se pronunció con la debida formalidad que amerita la investigación. Los integrantes de dicha agrupación declararon lo siguiente:
“El alcalde de primer voto [Anastasio Solórzano] dijo: que aunque no puede dar individual razón de la enfermería de este Convento de San Juan de Dios, pero es cierto que como alcalde que ha sido, y es el pasado y presente año, han mandado al padre Prior tres enfermos lo que en breves días ha puesto en salud porque además de la inteligencia que tiene en medicina, considera tienen a los pobres la asistencia necesaria: que no le consta haya habido música, ni juegos dentro del Convento: que en el tiempo de su empleo, en las rondas que regularmente acostumbraba en cumplimiento él solo una noche lo encontró llegando a su convento en compañía de dos sujetos decentes y un criado; pero que esto fue sin nota de escándalo de bebida, ni otra cosa” (Ibid., f. 318 fte.).
A finales del siglo XVIII, el convento fue parte esencial para la atención de los enfermos, pues cualquier calamidad de emergencia, como brotes de enfermedades y epidemias actuaban de acuerdo con sus posibilidades, a pesar de las penurias que requiere un hospital. “Siempre estuvo bordeando la pobreza, aun incluyendo las limosnas que recibía su iglesia” (Silva, 2023: 106).
Luego, el alcalde de segundo voto, Vicente Dávalos, opinó a favor de fray Gregorio, pues considera que cuando estuvo como alcalde de la Mesta, nunca observó alguna irregularidad o problema; además señala:
“Por lo que respecta a lo que se dice de haber frecuentes fandangos y juegos en el Convento, solo le consta, entre las muchas noches que por allí pasaba, que una de ellas estaba tocando adentro, pero que como estaba cerrado no observó escándalo ninguno y tiene presente haberlo visto dos ocasiones en dos casas de la misma vecindad divirtiéndose en oír música, pero sin nota de escándalo, ni vicio, ni tampoco sabe que había tenido malversación con mujer alguna. Y que le es constante que el desempeño de las funciones de la Iglesia y Cristo Divino es con el mayor lucimiento, esmerándose con particularidad” (ibid.., f. 318 vta.).
El regidor Juan Ventura afirma que dicho fray Gregorio San Román tiene a su cargo la enfermería “sabe y le consta está asistida y que no sale enfermo ninguno desconsolado”. Siempre está al tanto del culto divino y las funciones de la iglesia. (Ibid., f. 319 vta.). Asimismo, el regidor alférez real Pedro Norberto Orozco, aseguró: “que en cuanto a los bailes que se dice no le consta haber visto ninguno, ni menos algún otro escándalo, ni concurrencia del sexo mujeril, a excepción de dos criados de servicio que ha conocido en el Convento, y fuera de este no lo ha visto en lo público de las calles y plaza como se dice entre la sambra (sic) y chusma de la guitarra y trago: que ignora en el todo si se embriaga, y en cuanto a juegos solo una ocasión después de la oración de la noche, yendo a visitarle halló que estaban jugando una diversión de malilla de granos [baraja] sin más gente de afuera que dos sujetos, un compadre suyo y otra persona decente” (Ibid., f. 318 vta. y 319 fte.).
Tras la exposición de cada una de las autoridades, se levantó la sesión y los testigos expresaron bajo juramento a Dios Nuestro Señor padre todo poderoso y por la señal de la Santa Cruz, la veracidad de sus palabras. No obstante, a pesar de los rumores surgidos y las sospechas sobre las posibles conductas impropias, no se llegó a una resolución concluyente. Todo parece indicar que, gracias a la defensa y respaldo a favor de San Román, quedó resuelto dentro del propio Cabildo y no prosperó a otras instancias sin mayor trascendencia.
Fuentes Consultadas
AHMC: Libro de Actas de Cabildo de 1770 a 1795, acta del 4 de septiembre de 1790, caja F-2, posición 1, ff. 317 fte.-320 vta.
Silva Moreno, J.L. (2023) “El esplendor de la plata. El antiguo templo del hospital de San Juan de Dios”, en María Irma López Razgado y José Miguel Romero de Solís (Coords). Colima. El latido de sus años. Colima, Puertabierta, SODETAM, Gobierno del Estado de Colima, INAH y Universida Romero-Abaroa.
Las opiniones expresadas en este texto periodístico de opinión son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles a El Comentario.

