Lun. Dic 8th, 2025

COLUMNA: Ciencia y futuro

Por EFE Ago20,2025

Diálogo de saberes, interculturalidad y ciencia hegemónica

Por Julio Cuevas Romo

Pensar que la ciencia o el quehacer científico es universal ha sido, por largo tiempo, una forma de imponer una visión específica y única del mundo. Si bien la imagen del quehacer científico más habitual ha sido la de generar conocimiento en espacios cerrados, procedimientos precisos y comprobaciones a través de fórmulas o ecuaciones, lo cierto es que también se ha transformado, y hoy es posible mirar este quehacer desde otros lugares. No para desechar ni restarle importancia, sino para cuestionar cómo se produce, para quién y con qué voces son avaladas.

En distintas disciplinas, y en particular dentro de las ciencias experimentales, se mantiene la idea de que lo único válido es aquello que puede comprobarse bajo ciertos parámetros, generalmente desarrollados en universidades y centros de investigación. Esta legitimidad ha sido respaldada históricamente por el sistema académico, las políticas públicas y el mercado, sin embargo, en muchas ocasiones se invisibiliza o se pasa por alto que este modelo de ciencia tiene orígenes culturales muy específicos, vinculados a una forma occidental, moderna y capitalista de comprender el conocimiento. Esta forma dominante y hegemónica ha sido eficaz, pero también ha tendido a ignorar, desplazar o subordinar otros modos de conocer que no encajan en sus esquemas.

Es muy común que se vea con escepticismo todo aquello que proviene de comunidades rurales, pueblos indígenas, sectores populares o grupos históricamente excluidos, como si su saber sólo tuviera valor anecdótico o folclórico, mientras se les exige que para ser “válido” o ser escuchados, debe ser “traducido” a los términos de la ciencia formal, cuando debería ser la ciencia la que propusiera espacios para dialogar en igualdad. Es aquí donde el diálogo de saberes cobra importancia, pues no se trata de proponer fusiones ingenuas ni de sumar discursos, sino de asumir una postura ética y política frente a la diversidad de conocimientos que existen. Implica reconocer que ninguna ciencia, tampoco las experimentales, está exenta de interpretación y contexto. Los datos no se recogen en el vacío, y la forma en que se elaboran las preguntas también responde a valores, intereses y formas de ver el mundo.

Desde este posicionamiento, es necesario revisar no solo cómo hacemos ciencia, sino desde dónde, bajo qué intereses y con quiénes la hacemos. Si seguimos con la creencia de que solo tiene valor lo que proviene de revistas indexadas, experimentos controlados, evaluaciones estandarizadas o congresos internacionales, seguiremos dejando fuera una riqueza invaluable que tiene que ver con los conocimientos que han sostenido la vida en múltiples territorios del planeta. 

Esto no equivale a rechazar la ciencia, sino ampliarla, descentralizarla y volverla más justa y democrática. Entender que las ciencias experimentales también tienen procesos de interpretación, y que su forma de producir evidencia es solo una entre muchas posibles, significa abrir espacios para lo que algunas y algunos llaman “epistemologías otras”, es decir, otras formas de producir conocimiento que parten de la experiencia, la comunidad o la memoria colectiva, muchas veces como actos de resistencia frente a modelos dominantes. Tampoco se trata de oponer de forma dicotómica “ciencia” a “no-ciencia”, sino de reconocer múltiples caminos para entender y transformar la realidad.

Aquí considero oportuno mencionar una crítica a cierta manera de promover la interculturalidad, concepto que también tiene diversos matices y su sentido depende de la intencionalidad con la que se aborda. En ocasiones se usa como un concepto decorativo, que celebra la diversidad, pero sin cuestionar el colonialismo, las estructuras de poder o las condiciones históricas que las originaron. Es lo que se ha llamado “interculturalidad funcional”, aquella que busca la convivencia sin incomodar, a veces “mimetizada” bajo el concepto de inclusión. En cambio, una interculturalidad crítica reconoce que las relaciones entre saberes están atravesadas por desigualdades, y que dialogar forzosamente implica ceder privilegios, escuchar de verdad y tener apertura al cambio. Este último enfoque es el que está plasmado, al menos en idea, dentro de la Nueva Escuela Mexicana.

El diálogo de saberes, entendido así, tiene mucho que aportar a las ciencias experimentales, no solo como una herramienta metodológica, sino como una forma distinta de entender y estar en el mundo, no limitándonos a observar y clasificar, sino vinculándonos con respeto y compromiso. Por supuesto que se reconoce a la ciencia como eje primordial para los retos que enfrentamos globalmente, pero no puede ser una ciencia que siga cerrada en sí misma ni que responda únicamente a los intereses de quien investiga o a intereses hegemónicos. Se debe asumir responsabilidad frente a las problemáticas reales de las comunidades, especialmente aquellas que han sido históricamente marginadas del proceso científico.

Tampoco debemos renunciar al rigor, sino entender que este no se define únicamente por lo cuantificable y lo estandarizado, sino que implica tomar en cuenta la coherencia con el contexto, la pertinencia y el impacto social. Por eso, hablar de ciencia con enfoque en el diálogo de saberes es hablar de justicia epistémica y abrirnos a otras formas de pensar, sentir y actuar, sin pretender homogeneizarlo todo bajo una única lógica. El diálogo de saberes, más que una moda académica es una invitación a cuestionar nuestras certezas y a reconocer que tenemos mucho que aprender si nos detenemos a escuchar. Escuchando podemos encontrar nuevas preguntas, formas de mirar y, sobre todo, oportunidades de pensar un mundo más justo y sostenible.

Esta reflexión surge de un proceso de investigación más extenso. Les invito a leer el aporte “Diálogo de saberes en ciencias experimentales” dentro del libro Pluralidad epistémica y diálogo de saberes (2025), coeditado por la Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación (Secihti), la Universidad Autónoma de San Luis Potosí y editorial Cenejus.

https://www.researchgate.net/publication/392929147_Dialogo_de_saberes_en_ciencias_experimentales

*Profesor e investigador de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Colima

Las opiniones expresadas en este texto periodístico de opinión son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles a El Comentario.

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