Lun. Dic 8th, 2025

ARTÍCULO: El problema de la infidelidad

Por Redacción Ago28,2025 #Opinión

Por Ruth Holtz *

La fidelidad en la pareja es resultado de la gratitud. Se agradece al otro el amor, la intimidad y la confianza. Es también la fe en que el otro es mi pareja, es decir, esa mitad que me corresponde y con la que me acoplo bien, y que por lo tanto aquilato, quiero y deseo tener cerca de mí, estable y duraderamente. Para mantener esa duración es necesario crear una serie de compromisos que ocupen a cada uno de cultivar su vínculo y hacerlo crecer, así como protegerlo de las desavenencias inevitables de la vida. La fidelidad es también una decisión de ser solamente uno para el otro y de encontrar las vías de mantener esta decisión en función del cumplimiento de ciertas expectativas mutuamente pactadas. Entre ellas, la fundamental es el amar y ser amado que implica que la relación favorece el crecimiento personal y el desarrollo armónico del bienestar de cada uno. Es un amor para el bienestar, es un bienestar en el amor. Ahora bien, este amor no es etéreo, es sexual. Implica que la pareja es afín sexualmente, sienten apasionadamente esa atracción física. Este punto es muy importante, pues encontramos que hay personas que se casan sin tener este imán sexual y entonces las posibilidades de no resistir ir a buscar esa satisfacción fuera de la relación se incrementan.

La infidelidad es la ruptura de este compromiso, el de ser solamente el uno para el otro, en todos los sentidos, pero especialmente en el sexual. Las causas del rompimiento son múltiples, y pueden ir desde una incapacidad del infiel de dominar su instinto sexual, hasta una decidida intención de destruir el vínculo con su pareja por venganza, rencor, insatisfacción no manifestada ni negociada o incluso el caer en un juego inconsciente para “ser como papá” o triunfar en un juego inconsciente generado en nuestra infancia. La víctima de la infidelidad es también de cierta forma cómplice, pues por lo pronto no ha actuado para dar solución a los problemas que se presentaban en la relación que eran señales de alarma antes de la infidelidad. Se da el caso que desde el principio ya uno de los cónyuges es infiel de por sí, pero entonces el problema estriba en que así se aceptó a la persona y no se pensó que es equivocado pensar que “cuando se case conmigo va a cambiar”. Sean como sean las cosas, de todos modos hay una cierta complicidad que si la víctima descubre puede romper y evitar “seguir el juego”. Claro, ello implica quizá la ruptura de la relación si el otro no está dispuesto a cumplir el compromiso.

Ahora bien, lo importante es que la infidelidad puede ser una manifestación de que algo está mal en la relación o en cada uno de los miembros de la pareja. Ya no se desean, ya no se aman, ya tienen ciertos resentimientos a los que buscaron solución por medio de la venganza o de la huida en otro. Pero también puede ser el momento de aceptar la verdad, si las bases sobre las que se dio la relación fueron equivocadas o se llegó a ciertas decisiones sin pensar. No siempre nos casamos con quienes amamos y deseamos. A veces un embarazo imprevisto, una necesidad de huir de la familia de alguno de los miembros de la pareja o cubrir las apariencias sociales porque en realidad se es homosexual o lesbiana, lleva a algunas personas a adquirir un compromiso que no quieren del todo, que no se basa en el deseo y el amor ni en el momento oportuno. Y la salida de esta situación puede ser la infidelidad.

Es indispensable que si hay amor y la pareja quiere realmente mantenerse unida, solucionen el problema no sólo hablando sino profundizando en sus sentimientos más inconscientes y decidiendo verdaderamente lo que quieren y comprometerse realmente consigo mismos y con el otro.

Mucho se ha dicho acerca de si el ser humano es o no monógamo, que quizá la tendencia del sexo sea a buscar la variedad. Que nuestra biología nos empuja a tener varias parejas, de tal manera que prolifere la especie. Sabemos, por lo pronto, que las tendencias biológicas no son determinantes en la conducta humana. Las decisiones que se toman con respecto a los valores que se profesan encausan esta biología por linderos inesperados. Lo cierto es que conforme ha pasado el tiempo cada ser humano en su singularidad es envuelto por las creencias de la cultura a la que pertenece y de acuerdo a la cual su biología es procesada. Desde una perspectiva psicoterapéutica descubrimos que las personas que son polígamas o pretenden serlo, en realidad son personas inestables que no saben lo que quieren y sobre todo, que tienen miedo a la entrega amorosa total. Desde el enfoque de la terapia psicocorporal dilucidamos que una persona es infiel porque no ha logrado la satisfacción sexual real y completa. El cuerpo busca la satisfacción total en el sexo y cuando ésta no se logra, el cuerpo desarrolla una tensión muscular adicional a la generada por los conflictos emocionales. Esta tensión con el tiempo también reduce la capacidad de descarga de tensión en el orgasmo limitando la satisfacción. Como hemos dicho en artículos anteriores, la sexualidad es la unión del deseo de posesión del otro y al mismo tiempo el amor y la ternura se despiertan. Así ambas energías confluyen y culminan en la relación sexual con amor. Si alguno de estos ingredientes falta la satisfacción sexual se ve reducida y con ello se incrementa el ansia de buscar otras parejas o hacer otras cosas fuera de lo común en el sexo en busca del “goce perdido”. El drama se instala cuando éste no se encuentra y lo que si se va sembrando es la falta de arraigo en alguna relación que al dedicársele más tiempo y concentración puede llegar a profundidades inusitadas de placer y de entendimiento emocional.

También la incapacidad de comprometerse tiene que ver con situaciones inconscientes de la infancia, con ruptura de valores morales y con el miedo a la responsabilidad que implica mantener viva y apasionada una relación. El trabajo consigo mismo será lo que le permitirá hacer una vida más honesta tanto consigo mismo como con su pareja. Ello implica que para tener una buena relación de pareja uno tiene que ser una buena persona. De todos modos nos enlazamos con personas similares a nosotros emocional, sexual y espiritualmente. Nuestros conflictos y desavenencias no son sino la confrontación de nuestras debilidades y nuestras inmadureces. En ese sentido una relación puede brindarnos el gran servicio de iluminar esos puntos ciegos de nuestra personalidad y crecer. Y si crecemos, crece nuestro amor y si el amor crece no cabe dentro de nosotros y explota de placer, de gozo sexual. Sin esta vivencia seguimos insatisfechos buscando por allí y por allá y entonces habría que ser honestos y reconocer dónde quiere estar nuestro corazón.

* Psicoterapeuta. Teléfonos: 312 330 72 54 / 312 154 19 40 | Correo: biopsico@yahoo.com.mx

Las opiniones expresadas en este texto periodístico de opinión son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles a El Comentario.

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