¿En vías de una nueva redacción periodística?
Por César Barrera Vázquez
La redacción periodística ha experimentado una transformación profunda a lo largo del tiempo, marcada por el avance de las tecnologías de la información y los cambios en los hábitos de consumo mediático. Lejos de ser una estructura estática, la forma en que se escribe para informar está en constante mutación, adaptándose a los nuevos formatos, tiempos y públicos.
En sus orígenes, especialmente durante el siglo XIX, el periodismo cultivaba una prosa narrativa, extensa, cargada de descripciones. Aquella tradición fue rescatada con fuerza por el Nuevo Periodismo de los años 60 y 70, encabezado por autores como Tom Wolfe, que reivindicaban la crónica literaria como una forma legítima y poderosa de contar la realidad.
Sin embargo, el auge de medios como la radio y la televisión modificó radicalmente esta dinámica. Se impuso entonces el famoso lead de las 5 W (what, who, where, when, why), que proponía ir directo a lo esencial, descartando las florituras. La velocidad de la información y la necesidad de captar la atención de una audiencia masiva condujeron a una redacción más funcional, inmediata, directa que compitiera contra la inmediatez de la radio y televisión.
Con la irrupción de internet, este proceso se aceleró aún más. En su primera etapa, la redacción digital adoptó una estructura casi telegráfica: textos breves, de no más de 5 párrafos, pensados para el consumo rápido en pantallas. Se priorizaba la inmediatez sobre el contexto, el titular sobre la profundidad. Más tarde, se incorporaron recursos como los hipervínculos, las galerías de imágenes, los videos integrados y las actualizaciones en tiempo real, lo que transformó no sólo la forma de escribir, sino también de leer.
Ahora, con el dominio de las redes sociales, el panorama se ha vuelto aún más complejo. Plataformas como Facebook, Instagram y TikTok han obligado a los medios a reformular sus estrategias de redacción: se prioriza lo emocional, lo impactante, lo que puede viralizarse. Aparecen los hashtags, los titulares en forma de pregunta, los párrafos fragmentados. El lenguaje periodístico comienza a confundirse peligrosamente con el lenguaje del marketing digital y la propaganda política.
Desde mi punto de vista, la redacción periodística debe adaptarse a estos nuevos entornos sin perder su esencia: claridad, precisión, veracidad. Ceder por completo a las lógicas del algoritmo implica desnaturalizar el oficio y convertir al periodista en un generador de contenido sin brújula ética.
En este contexto, urge abrir un debate profundo sobre cómo se debe escribir en tiempos de redes, cómo informar con rigor en formatos cada vez más breves y visuales, y cómo formar nuevas generaciones de periodistas que entiendan tanto el lenguaje de TikTok como el peso de una palabra bien elegida. Porque más allá de los cambios tecnológicos, lo que está en juego es la naturaleza misma del periodismo como ejercicio democrático, crítico y ético.
Las opiniones expresadas en este texto periodístico de opinión son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles a El Comentario.
