Un postrero gol de Niakaté en propia puerta dio la victoria al Nápoles ante el Braga (1-2), en lo que fue su reencuentro con el triunfo tras 2 jornadas seguidas sin ganar en la Serie A y el inicio con buenas sensaciones de una nueva Liga de Campeones que, pese al comienzo dubitativo de temporada, se antoja ilusionante para los napolitanos.
No ha sido un inicio fácil de temporada para el campeón de Italia, que llegó a Portugal con más dudas que certezas tras un empate y una derrota en el campeonato doméstico italiano. Las miradas se centraron en el nuevo técnico, un Rudi García que no ha conseguido mantener el ritmo y el juego que exhibió el pasado año el conjunto ‘partenopeo’ con Luciano Spalletti y que salvó los muebles en el minuto 90 con un regalo caído del cielo en forma de autogol del rival.
El partido se presentó como la oportunidad de oro para ambos combinados para alejar la incertidumbre, pues el Braga también llegó al encuentro tras una derrota y con 3 jornadas sin ganar en el la liga portuguesa.
Pero Osimhen y la mala fortuna de Niakaté se encargaron de decantar la balanza en favor de los italianos. Porque, aunque no metió gol, el nigeriano fue un tormento para la zaga lusa, que no pudo frenar al ariete, muy superior en cada duelo individual, vencedor de la amplia mayoría de disputas, condición que dio respiro en salida de balón y profundidad a un Nápoles que fue muy superior en la primera mitad.
Solo un palo, un travesaño -ambos de Osimhen– y la grandísima actuación de Matheus bajo palos, rubricando paradas incluso lesionado, impidieron la goleada en el Municipal de Braga. El VAR también hizo parte anulando un penalti que había señalado sobre Osimhen, que estuvo en todas las jugadas de peligro.
Matheus solo retrasó lo que parecía inevitable, pero dio alas a su equipo durante 45 minutos. Porque fue justo al borde del descanso cuando Di Lorenzo encontró en el área un balón manso, gracias al enésimo duelo aéreo ganado por Osimhen, que el capitán colocó en la escuadra. El gol dio cierta tranquilidad a García y sus jugadores, que salieron más relajados en el segundo tiempo.
Tanto que, pese a ser superiores, fueron dejando poco a poco crecer a los locales. Hasta que, después de varias ocasiones desperdiciadas como un disparo de Zielinski desde el borde del área pequeña, el Nápoles pagó su poca efectividad en el primer tiempo y encajó un gol de Bruma que pareció definitivo para el partido.
El Nápoles, como ya hiciera ante el Génova en Serie A, tiró más de corazón que de cabeza, se volcó en el ataque a la desesperada y encontró la victoria en un centro que Niakaté se encargó de rematar en propia meta. Un golpe durísimo para un Braga que no se rindió y en la última jugada se topó con la madera. El Nápoles y, sobre todo, Rudi García, salvaron los muebles.