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COLUMNA: Vivir para contarla

Por Redacción Sep21,2023 #Opinión

Violencia vicaria: el control y la violencia a costa de las y los hijos

Por Rosario Gutiérrez

Brenda tenía poco tiempo de embarazo cuando su pareja decidió desentenderse de la situación, por ello, desde su nacimiento, Brenda ha sido la principal cuidadora de su hija Saori, una niña que en agosto de 2023 cumplió 8 años.

Con ese cumpleaños llegaron días de incertidumbre para la familia de Saori, pues esta se encontraba en convivencia con su papá, quien debía regresarla a su madre un domingo de agosto para su festejo de 8 años con la familia materna.

Sin embargo…Saori no llegó a apagar las velas ni a partir el pastel, su familia se quedó esperándola ese día y un mes más.

La historia de Saori tiene un final feliz, pues tras un mes de lucha en los ministerios y órganos legales, la presión de la sociedad civil, amigos y familiares, se logró que su padre, quien decidió arrebatarla de su núcleo familiar, por fin la regresara.

A esto, se le conoce como violencia vicaria. De acuerdo a amnistía internacional, la violencia vicaria es otra forma de violencia de género, pero que se lleva a cabo usando a los hijos o hijas de las mujeres para seguir atentando en contra de estas y ocasionar dolor a sus madres, una forma más de control.

Un estudio hecho en 2022 por el Frente Nacional contra la Violencia Vicaria, arrojó que en México se documentaron 2,231 casos y este 2023, lamentablemente Saori se sumó a la estadística.

Como lo dicen las cifras, el caso de Saori está lejos de ser el único y muchas madres aún viven en la incertidumbre de no saber dónde están sus hijos o de tener que permitir que estos convivan, sin supervisión, con una persona que ya les ha sustraído.

Esto último ha sido documentado por medios internacionales, como El País, que escribió sobre el caso de Amaranta Guerrero quien pasó un año y medio sin ver a su hijo, pues este fue sustraído por su padre y luego de que una jueza le haya devuelto la custodia a ella y concedido visitas supervisadas al padre, tuvo que enfrentarse tiempo después con un revés del sistema, pues la juez ordenó que las visitas ya no tengan supervisión, esto, pese al antecedente de sustracción que pesa sobre el padre.

Los casos no son aislados, pero poco se habla de esta modalidad de violencia y las vías para actuar.

Además, como el caso de Amaranta, muchas veces el sistema judicial es omiso a prevenir que estás situaciones se repitan o a proteger a las mujeres de sus agresores y de esto último se puede hablar en casi todas las modalidades de violencia.

Las opiniones expresadas en este texto periodístico de opinión, son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles a El Comentario.

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