Jue. Dic 4th, 2025

REPORTAJE: Juventudes en el narco: Asesinatos y detenciones marcan a una generación

Por Redacción Sep22,2025 #Colima #Seguridad
De 2013 a 2025 los 3 estados con mayor cantidad de adolescentes detenidos son Tamaulipas, con 785; Guanajuato, con 399; y Colima, con 354. (Foto de archivo de El Comentario)

Por Arnoldo Delgadillo y César Barrera

Raúl siempre justificó el “andar con la maña” por el desprecio de su familia. Nunca se sintió querido. Aseguraba a sus amigos que sus padres le daban todo a su hermano mayor y a él lo hacían a un lado.

Así llegó a uno de los cárteles del narcotráfico que operan en la entidad. Buscando un lugar donde sentirse visto, conoció a hombres que le ofrecieron trabajo como “halcón”: su labor era vigilar que la policía no se acercara cuando “los jefes” descargaban droga o ejecutaban algún encargo.

A sus 17 años, la posibilidad de pertenecer “a algo” y la paga: 4 mil pesos por semana, un ingreso que en su barrio parecía impensable para alguien de su edad, fueron la combinación de factores que lo llevaron a aceptar el trabajo.

Conforme pasaron los meses, Raúl se involucró más; era inevitable no hacerlo. Dejó de solo vigilar y comenzó a repartir droga en distintos puntos de Colima. Su rutina de “tirador” lo convirtió en objetivo. Una tarde, mientras hacía una entrega en el barrio de “El Mezcalito”, fue emboscado. Le dispararon 10 veces.

Murió ahí mismo y con él se fueron la droga y “la plaza” que otros querían disputar. Su cuerpo, caído sobre el asfalto, fue la prueba de lo que significa “ser halcón” para el crimen organizado: ser útil mientras se respira, ser desechable cuando ya no.

Las cifras oficiales del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) muestran que en Colima la violencia homicida ha golpeado con fuerza a las y los jóvenes durante el periodo 2020-2024. En particular, 3 grupos concentran una parte significativa de las víctimas: niñas, niños y adolescentes de 14 años o menos; adolescentes y jóvenes de 15 a 19 años; y jóvenes de 20 a 24 años.

De niñas y niños de 14 años o menos, en 2020 se registraron 2 homicidios, cifra que se mantuvo en 2021 y 2023, pero que en 2024 subió a 8 casos, lo que significa un incremento sensible de menores asesinados.

El grupo de15 a 19 años pasó de 30 víctimas en 2020 a 23 en 2021; luego repuntó a 47 en 2023 y alcanzó 58 en 2024, mostrando un aumento constante en los últimos años.

Finalmente, el sector de 20 a 24 años fue el más afectado de los 3. En 2020 murieron 69 jóvenes, en 2021 la cifra creció a 80, y en 2023 se disparó a 118 casos, para cerrar en 93 en 2024.

Los datos revelan que la violencia homicida en Colima no solo afecta a adultos, sino que cada vez más involucra a jóvenes en edades tempranas. Mientras los homicidios en menores de 14 años marcan la tragedia de infancias truncadas, los adolescentes y jóvenes de 15 a 24 años representan el grueso de una generación que enfrenta el riesgo más alto en su tránsito hacia la vida adulta.

Morir no es la única tragedia

Daniel, a diferencia de Raúl, no fue asesinado, pero terminó detrás de los muros de un centro de detención juvenil, “el Ceresito”, como se le conoce.

Su historia empezó a los 13 años, cuando ya vivía en la calle. Su madre había sido encarcelada por delitos ligados a las drogas y su padre no se hacía cargo de él. Daniel probó sustancias desde temprano y se rodeó de malas influencias. Las adicciones y la delincuencia rodearon su entorno desde que era niño.

Su hermana, la única que intentaba rescatarlo, no logró convencerlo de dejar las calles. Lo arrestaron por robo y pasó meses detenido, por primera vez, a los 14 años. Sin embargo, en un sistema judicial que no criminaliza a los adolescentes, pronto fue liberado.

Al salir, conoció a una joven vinculada a un grupo de narcotráfico que opera en la entidad, y fue quien finalmente logró involucrarlo dentro de la estructura criminal. Corrió con suerte, una casa donde se encontraba con otros integrantes de la organización, fue baleada, pero él no sufrió ni un rasguño. Vio la muerte a los ojos, pero pudo seguir.

Después del atentado, con 15 años ya, lo enviaron a un programa de atención a niñas, niños y adolescentes en riesgo y, posteriormente, a un albergue del que escapó. Robó otra vez para comprar droga y terminó reaprehendido. Hoy, con apenas 15 años, permanece bajo medida de internamiento.

La violencia no solo se refleja en las cifras de muertos. También en las de detenciones. Actualmente, 9 adolescentes están privados de su libertad en el Instituto Especializado en la Ejecución de Medidas para Adolescentes de Colima.

Seis ya cumplen sentencia: 3 por homicidio calificado, 2 por delitos contra la salud y portación de armas, y uno más por secuestro.

Otros 3 esperan la resolución de sus procesos: 2 acusados de homicidio y uno por posesión de cartuchos de uso exclusivo del Ejército, de acuerdo con información obtenida a través de una solicitud de información, en junio de este año.

El Sistema Integral de Justicia Penal para Adolescentes plantea que estas medidas deben tener un enfoque de reinserción y respeto a derechos humanos, pero el trasfondo es el mismo: adolescentes que, como Daniel, encontraron en el crimen una ruta marcada desde la orfandad social.

Colima, tercer lugar en detenciones

De acuerdo con datos publicados en la Plataforma Nacional de Transparencia (PNT), de 2013 a la fecha, el fenómeno de adolescentes asegurados vinculados al crimen ocurrió mayormente en estados con alta presencia de organizaciones criminales, como Tamaulipas, Guanajuato, Colima, Michoacán, Guerrero y Sonora.

En algunas de estas entidades se han reportado fenómenos de reclutamiento por parte de grupos del narcotráfico, mediatizadas con mayor fuerza desde el hallazgo del Rancho Izaguirre en Teuchitlán, usado como campo de entrenamiento.

De 2013 a 2025 los 3 estados con mayor cantidad de adolescentes detenidos son Tamaulipas, con 785; Guanajuato, con 399; y Colima, con 354.

Las historias de Raúl y Daniel reflejan 2 de las principales salidas que enfrentan muchos jóvenes en Colima -y en todo el país- cuando el crimen organizado toca a su puerta: la muerte o la cárcel.

La violencia homicida, las detenciones por delitos de alto impacto y el aumento de adolescentes vinculados a organizaciones criminales son piezas de un mismo rompecabezas: un estado donde crecer es sinónimo de riesgo.

En las calles del Mezcalito, donde Raúl fue asesinado, su ausencia apenas dejó un eco de miedo. En el albergue donde está Daniel, la apuesta es que aún pueda reconstruir su vida.

Pero los datos muestran que son muchos más los que, como ellos, se pierden en un camino marcado por las armas, la droga y la falta de futuro.

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