La Universidad de Colima (UdeC) conmemora sus 85 años de historia con un gesto que trasciende la celebración: la develación de una escultura que simboliza, con sobriedad y potencia visual, el camino de transformación que significa pasar por sus aulas.
“La trayectoria del conocimiento”, obra de Carlos Miguel Ramírez Pereira y Rubén Eduardo Mejía Araujo, no es solo un monumento temporal, es un recordatorio permanente de que la educación es un proceso evolutivo que exige disciplina, constancia y sueños claros.
La espiral ascendente que sostiene a 2 jóvenes con un libro abierto y culmina en una antorcha, habla por sí misma. Es la representación de lo que significa entrar a la Universidad con ilusiones y salir de ella con herramientas que permiten enfrentar la vida real. Esa es la historia de miles de estudiantes que, en 85 años, han hallado en la UdeC no solo un espacio de formación académica, sino también un refugio de crecimiento personal y social.
El Rector Christian Jorge Torres Ortiz Zermeño recordó que la vida, más allá de los títulos, es desafiante y compleja. Sin embargo, también reafirmó que la educación superior, y más aún un posgrado, constituyen llaves que abren puertas hacia las oportunidades soñadas. Esa es quizá la enseñanza más profunda que deja esa obra: la Universidad es un tramo del camino, pero no el destino final. La antorcha, símbolo de triunfo, no es el cierre, sino el inicio de una vida profesional y ciudadana con mayores argumentos para incidir en el entorno.
Que la pieza sea efímera, construida en metal, malla y paja, refuerza la idea de que todo conocimiento y toda institución se sostienen en el cuidado colectivo. El Rector invitó a la comunidad universitaria a protegerla, visitarla y difundirla, como quien protege no solo un objeto artístico, sino también los valores que representa: esfuerzo, resiliencia y compromiso.
La Universidad de Colima, en sus 85 años, nos recuerda que formar profesionales no es solo entregar diplomas, sino acompañar trayectorias. La escultura es testimonio de ello: el conocimiento es una espiral que nunca termina, que exige seguir subiendo, aprendiendo y enfrentando los vacíos de la vida real con la antorcha encendida de la educación.

