Cuando el liderazgo destruye. Liderazgo, salud mental y productividad*
Por José Luis Calderón Mafud**
Si hacemos un poco de memoria, encontraremos que casi todos hemos tenido, al menos una vez en la vida, un jefe o jefa autoritaria, distante, injusta o, peor aún, totalmente ausente. Sabemos que este tipo de liderazgo, basado en los resultados no solo afecta el ánimo del equipo, sino que puede deteriorar profundamente el clima laboral, la salud mental de los empleados… y pone en riesgo la continuidad de la empresa.
Nuestro estudio publicado en enero de 2024, trató sobre cómo entender que ciertos estilos de liderazgo pueden ser tóxicos, destructivos o simplemente negligentes, y cómo estas formas de dirigir están relacionadas con mayores niveles de estrés, acoso laboral y rotación de personal. Pero también indagamos en qué tipo de liderazgo puede ayudar a prevenir estos males.
En nuestra investigación sostenemos que, salvo excepciones, no creemos que todas las personas actúen mal, al contrario, la mayor parte de las y de los líderes que hemos investigado o conocido son ejemplos que dejan huella positiva y un legado. Sin embargo, desde el enfoque de la desconexión moral, hemos encontrado que hay entornos o empresas, donde se permite alterar las normas o hay ausencia de ellas, en donde aparece y se solapa el lado obscuro que todos podemos tener como seres humanos. Es el ambiente, no las personas. Por eso investigamos el liderazgo, y no a las y a los líderes, porque casi siempre se trata de que los factores que transforman positivamente la organización (misión, liderazgo y cultura), no existen o se ajustan a conveniencia.
¿Qué es una persona líder destructiva?
No estamos hablando solo de una persona que es jefe o jefa con mal carácter o con poco tacto. Todos sentimos presión y a veces una discusión acalorada o una llamada de atención son necesarias y parte del trabajo. Incluso, cualquiera puede tener un mal día.
Lo normal es que en las organizaciones o negocios haya interdependencia de tareas, o sea que dependemos una o unos de otros y otras para dar resultados; lo normal es que en ese intercambio existan conflictos con frecuencia. Pero lo que no es normal es que los conflictos incluyan agresiones o negligencia y sobre todo que esto sea sistemático.
Una persona líder destructiva es alguien que, de forma constante, actúa de manera que perjudica a su equipo y a su organización. Puede ser alguien autoritaria que humilla a sus subordinados y subordinadas; es una persona líder tóxica que manipula, o una pasiva que simplemente no hace nada (frase famosa laissez-faire, que ni manda, ni apoya, ni resuelve).
Este tipo de liderazgo genera la percepción de injusticia, eleva los niveles de estrés, deteriora la confianza, y fomenta ambientes donde el acoso, el desgaste emocional y el descontento florecen.
¿Qué efectos tiene en las personas?
Los resultados de la revisión de más de una docena de investigaciones son claros: el liderazgo destructivo genera trastornos.
Las personas que trabajan bajo líderes o lideresas negativas reportan más estrés, síntomas físicos relacionados con el trabajo, insatisfacción, agotamiento emocional, y una mayor intención de abandonar el empleo. Además, se sienten más aisladas y tienen menos capacidad para desconectarse del trabajo en su tiempo libre. En palabras simples: el cuerpo y la mente lo resienten.
También se ha encontrado que este tipo de liderazgo aumenta la probabilidad de sufrir acoso laboral, y crea ambientes donde las y los trabajadores prefieren callar, no denunciar y finalmente renunciar.
¿Y qué pasa con la empresa?
Uno pensaría que esto solo afecta a las y a los empleados. Pero la verdad es que los efectos negativos se extienden al corazón de las organizaciones. Un mal liderazgo impacta en la calidad del servicio, en la atención a las personas clientes, en la productividad y en la innovación. A largo plazo, afecta las finanzas y la reputación de la empresa. Incluso puede volverla incapaz de retener talento o de seguir operando con normalidad, debido a la continua rotación o al simple hecho de que, en estos ambientes, la gente solo hace lo mínimo para evitar tener problemas.
Y lo más grave: estas personas líderes, muchas veces, no son detectadas a tiempo porque sus estilos están normalizados o incluso premiadas en culturas organizacionales muy jerárquicas o rígidas.
¿Dónde se ve más?
Aunque puede presentarse en cualquier industria, los estudios mostraron que sectores como salud y hospitalidad son especialmente vulnerables. Personal de enfermería, médicos, médicas y personal de hoteles son más propensas a sufrir los efectos de personas líderes autoritarias, despreocupadas o negligentes, lo que agrava aún más los riesgos psicosociales del entorno.
¿Hay soluciones?
Sí, y la buena noticia es que el liderazgo también puede ser parte de la solución. Estilos como el liderazgo participativo, transformacional o basado en la salud (health-oriented leadership) han demostrado tener un efecto protector. ¿Qué hacen diferente estas personas líderes? Escuchan, involucran, cuidan, orientan. En vez de sembrar miedo, cultivan confianza. En vez de delegar sin dirección, acompañan y empoderan.
Por ejemplo, en uno de los estudios revisados, se demostró que las y los líderes que tenían una alta consideración individual por su equipo disminuían el riesgo de acoso laboral. Otros trabajos revelaron que el liderazgo justo y empático mejora la salud mental y la satisfacción laboral de las y de los trabajadores.
¿Y qué deberíamos hacer como organizaciones?
La recomendación es clara: no basta con capacitar a las y a los líderes en habilidades técnicas. Las empresas deben ser más rigurosas en la selección, evaluación y desarrollo de sus personas líderes, prestando atención no solo a los resultados que logran, sino a cómo los logran. También urge generar culturas donde los comportamientos tóxicos no sean tolerados ni ignorados.
Una mirada al futuro
Nuestra revisión también identificó varias áreas donde aún falta mucho por investigar: por ejemplo, ¿cómo varía el impacto del liderazgo destructivo según el tipo de industria o cultura nacional? ¿Qué pasa a largo plazo con los equipos que han estado expuestos a este tipo de liderazgo? ¿Cómo prevenirlo desde el diseño organizacional?
Lo que sí está claro es que ignorar el problema no es una opción. Si queremos organizaciones sanas, productivas y humanas, tenemos que dejar de ver el liderazgo destructivo como un “mal necesario” y empezar a verlo como un riesgo psicosocial evitable.
*El presente texto fue elaborado a partir del artículo publicado en el portal de Acciones e Investigaciones Sociales: https://papiro.unizar.es/ojs/index.php/ais/article/view/9932
**Profesor e investigador de la Facultad de Contabilidad y Administración del campus Colima y docente en la Maestría en Alta Dirección de la Universidad de Colima. Miembro de ICOH-OMS para Riesgos Psicosociales, de BALAS (Asociación Latinoamericana de Escuelas de Negocios), de la Red Mexicana de Estudios Organizacionales y de la Red Iberoamericana de Psicología de las Organizaciones y del Trabajo.
Las opiniones expresadas en este texto periodístico de opinión, son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles a El Comentario.

