Vie. Dic 5th, 2025

COLUMNA: Ciencia y Futuro

Por Redacción Oct13,2025

Cerebro de hormiga 

Por Doctor Jesús Enrique Castrejón Antonio*

Durante mucho tiempo se creyó que los animales eran seres inferiores, especialmente en el ámbito emocional e intelectual. Sin embargo, a medida que la ciencia ha profundizado en el estudio de su comportamiento, hemos descubierto que los demás animales (porque, taxonómicamente, nosotros también lo somos) son mucho más complejos de lo que imaginábamos. En términos de inteligencia y emociones, su mundo es tan fascinante como el nuestro.

Pero dejemos el tema emocional para otra ocasión y centrémonos en la inteligencia. Por definición, la inteligencia es la capacidad de razonar, aprender, resolver problemas y adaptarse al entorno. Ahora bien, ¿de dónde proviene? Lo primero que se nos viene a la mente es que, del cerebro, e ingenuamente podríamos creer que la inteligencia está relacionada con el tamaño del mismo. De ser así, animales como las ballenas y los elefantes -con cerebros mucho más grandes que los nuestros- deberían superar al ser humano en capacidades cognitivas, mientras que las hormigas u otros insectos deberían ser organismos simples, funcionando solo por instinto. Ambas percepciones son incorrectas. Si bien es cierto que, hasta cierto punto, el ser humano es superior intelectualmente a los animales mencionados, las comparaciones deben hacerse con reserva y sin menosprecio, pues cada especie está adaptada a sus propias necesidades.

Los elefantes, por ejemplo, poseen una impresionante memoria, pueden reconocerse en un espejo (lo que indica autoconciencia, una capacidad poco común en el reino animal) y son capaces de recordar rutas para localizar agua durante décadas, así como identificar y reconocer a otros individuos a lo largo de los años. Por su parte, las ballenas jorobadas han desarrollado complejos dialectos en sus cantos y pueden enseñar nuevas canciones a otras poblaciones a lo largo de miles de kilómetros, lo que sugiere una forma de cultura compartida única entre los mamíferos marinos.

Qué ocurre con los animales de cerebro pequeño, como los insectos? ¿Pueden considerarse inteligentes? La respuesta es sí, aunque su inteligencia es diferente y más especializada. El caso más sorprendente es el de las abejas: son capaces de aprender, recordar y comunicarse con precisión. Mediante la “danza del meneo”, indican a sus compañeras la ubicación exacta de flores ricas en néctar, utilizando un sistema de comunicación simbólico único en el mundo de los insectos. Además, experimentos han demostrado que pueden reconocer rostros humanos, resolver problemas matemáticos básicos y adaptarse a nuevas reglas con facilidad.

Más que el tamaño absoluto del cerebro, lo realmente importante es su organización y la conectividad neuronal. En los humanos, la corteza cerebral tiene una alta densidad de neuronas, especialmente en áreas relacionadas con el pensamiento complejo y la creatividad. La cantidad de conexiones entre neuronas (sinapsis) juega un papel clave en la inteligencia. De hecho, incluso entre los propios humanos, el tamaño del cerebro no está directamente relacionado con la inteligencia: estudios han encontrado que pequeñas diferencias en volumen cerebral no predicen con precisión las habilidades cognitivas.

Entonces, ¿podemos decir que somos los “meros meros” en el mundo animal? Sí y no. Un estudio reciente del Instituto Weizmann de Ciencias titulado, “Comparing cooperative geometric puzzle solving in ants versus humans”, reveló que las hormigas pueden superar a los humanos en la resolución de problemas cuando trabajan en equipo. En el experimento se comparó la capacidad de ambas especies para transportar un objeto en forma de “T” a través de un laberinto, tanto individualmente como en grupos de distintos tamaños. Aunque los humanos sobresalieron en tareas individuales gracias a su capacidad de planificación estratégica, las hormigas demostraron una inteligencia colectiva superior cuando actuaban en grupo. Coordinadas y estratégicas, utilizaron su memoria colectiva para mantener una dirección constante y evitar errores repetidos. En contraste, los grupos humanos, especialmente cuando se les restringió la comunicación, no mejoraron significativamente su desempeño y tendieron a optar por soluciones a corto plazo menos efectivas.

Este hallazgo sugiere que la cooperación de las hormigas, donde todas las integrantes comparten intereses comunes, las convierte en un “superorganismo” altamente eficiente en la resolución de problemas. Mientras que la inteligencia individual humana es notable, este estudio destaca cómo la inteligencia colectiva puede ser aún más poderosa en ciertas circunstancias. Lo anterior se refleja en innumerables ejemplos en los que la humanidad ha sobresalido, como la llegada a la Luna, un logro que no fue producto del esfuerzo de un solo hombre, sino de un colectivo de mentes trabajando al unísono por un objetivo común.

Declaratoria de uso de Inteligencia Artificial

Hago constar que el presente documento fue sometido a un proceso de revisión ortográfica, gramatical y de sintaxis mediante el uso de herramientas de inteligencia artificial. La aplicación de dichas herramientas tuvo como único propósito optimizar la claridad y corrección lingüística del texto, sin alterar el contenido, las ideas ni la autoría original del mismo. La responsabilidad sobre el contenido intelectual, la interpretación de la información y la validez de los argumentos corresponde exclusivamente al autor. 

Para mayor información sobre el presente texto puede consultarse el siguiente enlace: https://www.weizmann.ac.il/complex/feinerman/research/cooperative-transport

*Profesor e investigador de la Facultad de Ciencias Biológicas y Agropecuarias de la Universidad de Colima

Las opiniones expresadas en este texto periodístico de opinión son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles a El Comentario.

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