La sombra de la crisis: cómo el Conflicto de los Misiles de 1962 sigue definiendo a Cuba hoy
Por Jardon Mendoza Frida Alejandra
En octubre de 1962, en un mundo bipolar definido por la tensión entre dos superpotencias, la humanidad estuvo cerca de desaparecer por una guerra mundial nuclear. La Crisis de los Misiles fue el momento en que la humanidad se encontró al borde de un suceso que nos pudo haber dejado en cenizas. La importancia de este evento es desentrañar cómo la resolución de esa crisis, lejos de ser un mero evento histórico, se convirtió en la causa fundamental de la actual situación de Cuba.
Si bien la resolución de este conflicto se estudia hoy como un triunfo diplomático para Estados Unidos y la Unión Soviética (URSS), su impacto en Cuba fue profundamente negativo, sentando las bases para el sufrimiento y el aislamiento económico que persisten hasta la actualidad.
Al final de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos y la URSS, quienes fueron aliados victoriosos contra el fascismo, se vieron en una competencia geopolítica por querer el dominio global.
La Crisis de los Misiles se desencadenó a partir de una escalada de percepciones en la que ambas potencias consideraban a su contraparte como una amenaza a su existencia. Desde la perspectiva de Estados Unidos, el descubrimiento de misiles soviéticos en Cuba el 22 de octubre de 1962 representaba una agresión directa y una amenaza a su seguridad nacional. Para la Unión Soviética, sin embargo, esta acción era simplemente una respuesta defensiva para equilibrar la balanza de poder, considerando los misiles que Estados Unidos había instalado previamente en Turquía como una amenaza directa a su propia seguridad.
Durante trece días, la humanidad estuvo cerca de una aniquilación masiva e instantánea debido a las rivalidades entre ambas potencias. En este contexto, Cuba, que se había aliado con la URSS tras la revolución de 1959, fue vista por Estados Unidos como una amenaza ideológica frente a sus costas.
El clímax de la crisis se alcanzó el 28 de octubre de 1962, cuando por medio de un acuerdo secreto entre el presidente John F. Kennedy y el líder soviético Nikita Jrushchov resolvió el conflicto. La URSS accedió a retirar sus misiles de Cuba, y Kennedy, a cambio, prometió no invadir la isla y retirar los misiles Júpiter que Estados Unidos mantenía en Turquía.
Mientras Kennedy y Jrushchov vendieron la resolución de la crisis como un triunfo diplomático para alivio de sus ciudadanos, en el gobierno cubano se instaló la decepción.
La promesa de no invasión por parte de Estados Unidos le brindó a Cuba una sensación de seguridad mucho mayor y eliminó la amenaza de recibir un ataque militar directo, sin embargo el precio de esta seguridad tuvo un alto costo. El gobierno cubano estaba resentido, sintiendo que, si bien el acuerdo los alejaba del peligro nuclear, no ofrecía las garantías necesarias para su seguridad y la paz en el Caribe.
A pesar de que el mundo exhaló un suspiro de alivio tras la resolución pacífica del conflicto, la mera existencia de este suceso sentó la pauta para que, a día de hoy, el país de Cuba siga bajo un bloqueo económico. Tanto Estados Unidos como la URSS no permitieron que Cuba formara parte de las conversaciones que llevaron a cabo la resolución del conflicto. Consiguiendo consecuencias inmediatas que dieron forma al destino de la isla; una seguridad militar que fue lograda al costo de la soberanía diplomática.
El legado de una Guerra
Después de la Crisis de los Misiles, para Estados Unidos, el precio de evitar una posible guerra nuclear era permitir que Cuba siguiera siendo comunista. Una vez que las negociaciones entre Estados Unidos y la URSS terminaron, Cuba vio consolidada su relación con la Unión Soviética, aun cuando existían ciertas tensiones internas, su dependencia económica hacia esta potencia se intensificó tras la promesa estadounidense de no invadir la isla.
En la década de los 70s ambas naciones habían firmado importantes tratados comerciales y la URSS representaba el 85% del comercio exterior de Cuba, el principal mercado de su azúcar y el mayor proveedor de petróleo y bienes de consumo para la isla. Sin embargo, a mediados de los años 80s el panorama de la economía cubana comenzó a cambiar, viéndose totalmente fracturada con el colapso de la URSS en 1991, dando lugar al Periodo Especial.
Dicho periodo se caracterizó por una profunda crisis económica; en donde su PIB tuvo una caída de un 36% entre los años 90s, y que representó un periodo de transformaciones sociales y económicas, incluyendo la adopción de nuevas prácticas en la agricultura. Entre el haber perdido a su principal aliado económico y político y el estar viviendo bajo una intensificación del embargo estadounidense, la crisis económica de Cuba se disparó y no mejoró.
A día de hoy podemos declarar, que el embargo económico estadounidense contra Cuba no es una política aislada, sino la continuación directa y la materialización de las tensiones no resueltas en 1962. Convirtiéndose quizás en la consecuencia más visible y dolorosa que la Guerra de los Misiles le dejó como legado a Cuba.
Más de 60 años sin libertad
Aún después de medio siglo, el mantenimiento de la tensión y el bloqueo sigue siendo el principal problema en las relaciones bilaterales.
Recientemente, por presión de Washington, Cuba, Venezuela y Nicaragua no fueron convocados para la décima Cumbre de las Américas. Esta exclusión, marca sin lugar a dudas, reafirma un escenario de aislamiento diplomático inducido por Estados Unidos.
La situación en Cuba, marcada por un constante sufrimiento, no ha cambiado, y es que aún con todo lo que Estados Unidos ha dicho a manera de excusas, Cuba ha sido y sigue siendo objeto de una intensa solidaridad continental. En la actualidad, el reclamo internacional es contundente; decenas de delegados de diferentes países han exigido al gobierno y al congreso de Estados Unidos poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero en el que Cuba ha estado viviendo. A pesar de los esfuerzos por la normalización, la diplomacia entre La Habana y Washington sigue condicionada en parte por los turbulentos eventos de los años 60s.
La Crisis de los Misiles, si bien marcó un punto de inflexión en la Guerra Fría al impulsar la distensión entre Estados Unidos y la URSS, dejó a Cuba en una posición de vulnerabilidad y sufrimiento constante. La promesa de no invasión consolidó su seguridad, pero la exclusión de Cuba de la mesa de negociaciones y el consecuente rechazo a sus demandas cimentaron la continuidad del embargo económico. Así, el legado perdurable de la crisis en Cuba es un estado de tensión diplomática crónica y un bloqueo económico que, medio siglo después, sigue sin cambiar.
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