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COLUMNA: 360 meridianos

Por Redacción Oct31,2025 #Opinión

Italia primero: la retórica de Giorgia Meloni y el nativismo

Por Aylen Peregrina Vargas

En el meridiano 12° Este se encuentra Roma, sede del gobierno italiano; desde allí, Giorgia Meloni desempeña sus funciones como primera ministra. En los últimos 3 años, Meloni se ha consolidado como la figura principal de la extrema derecha italiana.

El gobierno de Giorgia Meloni se inscribe en la ola europea de partidos de derecha nacionalista y conservadora. En Europa, y particularmente en Italia, los liderazgos de derecha han incorporado a su discurso preocupaciones sociales relativas a los valores tradicionales, la identidad nacional, la protección de la población italiana, las políticas migratorias y la denominada ideología de género.

En 2019, Meloni se presentó ante el mundo diciendo: “Soy una mujer, soy una madre, soy italiana, soy cristiana”, frase que refleja los ejes centrales de su discurso político y sirve como punto de partida para este análisis: la relación entre retórica e identidad italiana. Meloni y su gobierno ejemplifican la tendencia europea hacia el nativismo. Desde 2022, Meloni ha promovido la idea de que la civilización occidental está bajo amenaza y que los elementos que definen la identidad italiana se encuentran en riesgo. Al plantearlo como una cuestión de supervivencia nacional, sus políticas se perciben como urgentes y necesarias, reforzando su liderazgo a través de la retórica.

El discurso de Giorgia Meloni puede analizarse dentro del marco del nativismo, entendido como una ideología que sostiene que los Estados deben estar conformados principalmente por las personas pertenecientes al grupo nativo. Desde esta perspectiva, quienes no son naturales del espacio geográfico, son percibidos como una amenaza a la nación, dado que pueden distorsionar los valores existentes (1).

En el caso italiano, el nativismo se manifiesta en la defensa de los valores tradicionales, la apelación constante a la familia y al cristianismo, así como en políticas que buscan restringir la migración bajo el argumento de preservar los valores de la civilización occidental que Italia encarna. Esta ideología también se expresa en la convicción de que la salud, la educación, el empleo, y el bienestar general deben estar orientados, en primer lugar, al pueblo italiano. Es la ciudadanía italiana la primera garante de derechos y libertades, no los migrantes de otras nacionalidades,

El nativismo no se presenta necesariamente como una oposición a la diversidad cultural, religiosa o lingüística en el mundo, sino como un rechazo a que esa diversidad conviva masivamente dentro de un mismo espacio geográfico. Esta corriente de pensamiento sostiene que a mayor homogeneidad entre la población, menor es la posibilidad de conflicto (2) Por ende para garantizar la supervivencia del Estado, cada civilización o sistema de valores debe mantenerse dentro de sus propias fronteras. Sin embargo, la historia dicta que eso nunca ha sucedido, el ser humano siempre ha ido más allá de sus fronteras.

Ahora bien, Italia enfrenta una carga estructural derivada de su posición geográfica: como punto de entrada a la Unión Europea. Cada año, decenas de miles de personas provenientes principalmente del norte de África, Oriente Medio y el África subsahariana intentan llegar a sus costas en busca de asilo o mejores condiciones de vida. Esto ha provocado un aumento en la demanda de servicios públicos, vivienda y empleo. Asimismo, ha generado tensiones sociales, alimentadas por la idea de que los migrantes podrían estar vinculados al aumento de la delincuencia o al deterioro del orden público.

El gobierno de Italia se opone con firmeza a la migración irregular y masiva. El discurso de Meloni sugiere que la presencia de personas extranjeras, en particular de religión musulmana, puede resultar problemática en la medida en que no compartan los valores, las tradiciones o las leyes nacionales. Detrás de esa visión emerge un dilema más profundo: cómo equilibrar la adaptación del extranjero a un nuevo país con la preservación de los vínculos que sostienen su sentido de pertenencia a su país de origen.

Por otro lado, el éxito del discurso de Giorgia Meloni no puede explicarse sólo por su contenido político, sino por la emoción que convoca. Habla de un sentimiento profundo, el miedo a perder lo propio. En un continente que cambia aceleradamente, donde las fronteras culturales se desdibujan, muchas personas encuentran en su mensaje una promesa de estabilidad y permanencia.

Meloni construye su liderazgo sobre la idea de que la forma de vida occidental está amenazada, y aunque esa visión resulte excesivamente catastrofista, no puede negarse que la nostalgia por una identidad nacional en transformación es un sentimiento real. Ver modificarse las costumbres del entorno para dar espacio a nuevas expresiones culturales puede despertar inquietud, y esa inquietud se traduce en apoyo a quienes prometen preservarlas. Además, su discurso representa un impulso profundamente humano: priorizar la seguridad y el bienestar de los propios antes que los del otro. En ese sentido, muchos italianos consideran necesario atender primero sus propias necesidades antes de abrir las puertas a nuevos refugiados.

No obstante, la retórica también revela a un gobierno que teme a la pérdida de poder ante la permanencia y relevancia de identidades distintas a la italiana o europea. Sería un escenario en el que se debilitarían los principios sobre los que se ha sostenido el modelo de Estado-Nación democrático que caracteriza a los regímenes occidentales.

Hoy somos testigos de encuentros de distintas identidades, que en ocasiones, derivan en conflictos. Sin embargo, nuestra historia demuestra que las identidades convergen. México es una nación nacida del choque entre dos mundos. Nuestra cultura es el resultado de un encuentro —doloroso, desigual, pero también transformador— entre raíces indígenas y herencias extranjeras, que con el tiempo aprendió a reconocerse en su riqueza.

En un mundo donde las identidades se relacionan y las culturas se encuentran, la retórica de la supremacía de una forma de vida sobre otra revela las tensiones que surgen al intentar contener lo diverso. Los choques culturales no desaparecen, de hecho creo que irán en aumento, pero debe perdurar la capacidad de las sociedades para dialogar, adaptarse y, finalmente, transformarse. La verdadera estabilidad no reside en la exclusión, sino en reconocer que la convivencia es al mismo tiempo un desafío y una oportunidad.

1.- European Center of Populism Studies. (s. f.). Nativism. European Center Of Populism Studies. https://www.populismstudies.org/Vocabulary/nativism/

2.- No es el fin del mundo. (2024). En la mente de Giorgia Meloni (episodio 105). The Voice Village. https://spotify.link/2QfWdjYaTXb

Las opiniones expresadas en este texto periodístico de opinión, son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles a El Comentario.

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