Por Doctora Narda Isabel Quezada García
“¡Hey, hey, déjala!”. Gritos que se pudieron escuchar dentro del salón. “Tranquilo, no te hice nada, únicamente te doy clases”. ¿Por qué iniciar de esta forma? Sencillo, gracias a las situaciones que estamos viviendo en muchos lugares del Mundo, pero lo que más me preocupa es que sucede en mi México. A diario he leído noticias del cómo hay tanta violencia en donde menos lo esperamos; videos también. Así como yo, probablemente algunos de ustedes también saben. El chico, tiene tan sólo 14 años; ¿qué va a suceder con él sino se le presta atención?
Se me erizó la piel después de haber leído esto: “¿Qué pasó con el alumno que atacó a puñaladas a su maestra en Coahuila?” Yo fui maestra, mi abuela y parte de mi familia fueron y son maestros, amigas también; ¿y si hubiera sido alguien de mi familia la persona agredida? Siempre he sido partidaria de que la mayoría de las veces debemos de prestar atención a todas las personas y mayormente a los niños, adolescentes que requieren de nosotros. La atención es súper necesaria.
Tener conciencia de uno mismo se extiende a la conciencia social. Yo no soy madre de familia, pero sé por personas muy cercanas a mí que suelen decir: “Es bueno”, “estaba de malas” o estresado, “pedirá perdón”. Muy bien, pero el otro lado de la moneda ¿qué?, de la persona que fue agredida.
También están los que actúan distinto: “Padre de familia entrega a su hijo a las autoridades tras riña (atacó a un compañero con una navaja) en CBTIS, de Guaymas Sonora”. ¿Y usted de qué lado tomaría? No me lo diga, hay que analizar y ponernos en los zapatos de los otros.
Pero, lo bueno que en nuestro estado de Colima no ha sucedido algo así, que nuestros jóvenes no sean parte del Centro de Internamiento para Adolescentes Infractores.
Retomando algunos consejos de la psicóloga Lisa Damour: hay que prestar atención a sus hijos, pues los estados de ánimo son muy importantes; tristeza o enojo que duran más de 1 o 2 días. Se le conoce como “afrontamiento costoso”, en el que los jóvenes utilizan estrategias de afrontamiento que les brindan alivio, pero que también les causan daño. Por ejemplo, abusando de sustancias, usando la tecnología de manera poco saludable, tratando mal a quienes los rodean o desquitándose consigo mismos.
Estas 3 palabras se pueden leer fácil, pero tiene algo de fondo: flojera (uno no puede juzgar o calificar a una persona por tener o sentir algo de ella), superficialidad (cuidado, el vivir por la apariencia: vestimenta, peinado, estilo de vida, rasgos físicos; el querer tener el placer, las posesiones y recursos materiales y el posicionamiento social o lo que sucede mucho en las juventudes “la aceptación”), depresión o “depresión sonriente”, pues no todo es lo que parece. ¿Quién nos asegura que algunas personas violentas estén construyendo una “fachada”? Puede ser que estos comportamientos sólo sean para mostrar ante la sociedad que realmente son felices por las cosas que publican en sus redes sociales. ¿O como los percibimos? Tal y como dijo la psicóloga Marisín Silgado: “No todo es lo que parece”.
Quizá no sea de mucho agrado este breve artículo, pero me atreví a realizarlo tras ver y escuchar todo lo que estamos viviendo hoy en día. Desde mi humilde opinión lo hago.
Contacto: narda_quezada@ucol.mx
Las opiniones expresadas en este texto periodístico de opinión, son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles a El Comentario.